43. Abstinencia maternal

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Estaba caminando al lado de Ino y Sakura, quienes no paraban de pelearse por el amor de Sasuke; al mismo tiempo, yo no paraba de decirme en mi cabeza que eran dos niñas chillonas de doce años de edad que me sacaban de quicio. Pero, a la vez, era divertido verlas y saber que había más posibilidades de que Sasuke se fije en mí, pues eso me ha insinuado desde hacía bastante tiempo.

—¡Cállate, frente de marquesina! —le gritó la rubia.

—¡Oblígame, Ino-puerca!

—¡Te dejaré más calva de lo que ya estás!

—¡¿Se te olvida que también te cortaste el cabello hace dos semanas?!

La Yamanaka se pone cual jitomate, pues la ira se ha apoderado de ella por el comentario de Sakura. Antes de que intente golpearla, me interpongo entre las dos, para evitar una muy asegurada pelea por un chico.

—Ah, no. A Sakura no la vas a lastimar.

—¡¿Te pondrás de su lado?! —pregunta, indignada.

—Digamos que su equipo me está ayudando para entrenar en las preliminares, así que...

—¡JA! —exclama Sakura y me rodea con su brazo—. ______ me prefiere.

—Pues...

De pronto, la pelirrosa me tira al suelo y sale corriendo, al mismo tiempo que la rubia. «Maldita niña plana», mascullo en mi mente, mirando con rabia cómo corre hacia un chico... Oh, y no cualquier chico, sino Sasuke.

—¡Sasuke! —chillan las dos niñas.

Me levanto del suelo y sacudo la tierra de mi ropa, intentando salir de allí cuanto antes para que el Uchiha no vea en este estado; sin embargo, sus ojos negros cual carbón se posan en mí, a lo que tarda pocos segundos en llegar hasta mi lado, ignorando a las dos chicas que me miran con rabia.

—Hola —me saluda.

Desvío mi mirada, a la vez que siento mis mejillas arder. El hecho de que haya venido por voluntad propia hasta mí me hace sentir un nudo en el estómago, de puros nervios.

—Ho-Hola...

—Vayamos a caminar —dice y avanza por su cuenta.

Aquello sonó más como una orden que como una petición, a lo que me resigno y termino siguiéndolo de cerca..., muy cerca. Caminamos por las calles de la Hoja, mientras siento las constantes miradas de los aldeanos; pero las ignoro, puesto que Sasuke está a mi lado y es lo único que me importa.

Llegamos a un claro del bosque de la aldea, que está rodeado por varios arbustos.

—¿Te apetece descansar? —me pregunta.

Asiento con la cabeza y me siento. Sasuke imita mi última acción, pero termina recostándose y colocando sus manos detrás de su cabeza. Intento hacer lo mismo, pero un leve dolor en mi vientre bajo me llega, haciendo que me detenga en seco; incluso, me inclino más hacia adelante, haciendo que aquella zona se presione más para apaciguar el dolor.

—¿C-Cómo va tu entrenamiento? —le pregunto, sonriendo nerviosamente, mientras que el dolor se mantiene.

—Bien. Hoy tengo día libre; Kakashi-sensei tuvo que salir en una misión.

Me hago un ovillo en mi lugar, mientras el nombre de mi... padre... se repite en un eco en mi cabeza. Pareciera que fuese un sueño, pues todo lo que llevaba de conocerle lo había llamado como «Kakashi-sensei», cuando realmente era más que mi maestro; era mi progenitor, mi padre. Y todo había cambiado hacía apenas dos semanas, cuando me enteré de que él era mi padre, además de conocer el nombre del supuesto poder que tengo...: Seisujikan.

Para siempre, de verasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora