27. Kushina Uzumaki

631 72 4
                                    

Ato la capa negra a mi cuello, dejando que cubra todo mi cuerpo hasta los tobillos. Entre mis manos tomo la máscara blanca y la observo unos segundos. Hoy sería el segundo rescate, pero deberé tener más cuidado puesto que se trata de una persona de suma importancia para mi prometido. La persona que rescataremos es Kushina Uzumaki, madre de Naruto.

La puerta se abre, permitiendo que un rubio entre y camine hasta mi lado, con un semblante serio.

—¿Estás lista? —inquiere, posando su mano en mi cintura.

—Eso debería preguntártelo yo a ti —le muestro una leve sonrisa.

Un segundo después, sus labios se posan en los míos con suavidad, en un beso tierno.

—Estoy ansioso —admite—, pero asustado.

—La traeré —aseguro.

—Solo quiero que vuelvas a salvo... Falta un mes para la boda y apenas hemos reservado el salón y la ceremonia. Nos queda...

—Ya —interrumpo. Rodeo su cuello con mis brazos—... Faltan muchas cosas aún, pero lo arreglaremos en cuanto todo se tranquilice. Recuerda que el acuerdo fue tener dos meses entre cada rescate, por lo menos.

—Lo sé... —Me da un corto beso—..., pero no me gusta que te arriesgues así.

—Si dices eso porque con mi tía Rin quedé inconsciente cuatro días, no deberías preocuparte. Fue diferente con ella; regresé casi veinticinco años en el pasado, pero ahora serán solo diecinueve.

—No hay mucha diferencia —murmura—... ¿Sabes? Me verás de bebé —comenta, cambiando de tema.

—Apuesto a que eras muy tierno.

—¿Era? ¿Ya no lo soy?

—No —niego con la cabeza y muerdo mi labio inferior—, ahora eres guapo.

Logro que Naruto se sonroje y me mire con una sonrisa pícara. De repente, me besa apasionadamente, haciendo que retroceda hasta chocar contra la pared.

—N-Naruto... —jadeo.

—Me gusta cómo te escuchas...

Se inclina para besarme de nuevo, pero giro mi cabeza. Al parecer, no le importa y comienza a besar mi cuello.

—Vamos —digo riendo y golpeándolo suavemente para que se aleje—, que debo de irme ya.

Naruto gruñe levemente y me da un último beso.

(...)

Aparecemos en una pequeña casa, donde hay una cama contra la pared de madera. Dentro de la cama, recostada, hay una mujer pelirroja con la respiración entrecortada. Escucho unos murmullos y el sonido característico de un bebé. Mi corazón se acelera y me paralizo unos segundos. Gracias a uno de los primeros recuerdos de Naruto, pudimos llegar aquí.

Una mano se posa en mi hombro, devolviéndome a la realidad. Es Sakura, que se ha percatado de mi situación. Señala con su cabeza a la mujer pelirroja y yo asiento con la cabeza. Me acerco con lentitud hasta quedar un metro separada de la cama, pudiendo observar a las dos personas que yacen allí. La mujer no para de observar a su hijo recién nacido; y éste tiene los ojos cerrados, durmiendo. Las marcas en sus mejillas son iguales a las que tiene en el presente: no han cambiado.

—¿Quién eres?

El murmullo de la mujer hace que deje de mirar al niño.

—Mi nombre es ______... Hatake, y soy hija de Kakashi Hatake y...

Me detengo, pues la mujer ha levantado levemente la cabeza para mirarme. Frunce el entrecejo y me percato que llevo la máscara puesta; así que me la quito. Sus ojos se abren más de lo normal por la sorpresa.

Para siempre, de verasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora