Estábamos en los últimos días de mayo, por lo que tenía casi dos meses de embarazo; gracias a esto, mi vientre ya tenía una mejor forma redonda. Me encantaba despertar cada mañana y ver mi vientre en el espejo. Es lindo ver la diferencia de hace dos meses, cuando no estaba embarazada, con la actualidad. De igual manera, me daba nostalgia. Sabía que, en la aldea, por ser la hija del Sexto Hokage y esposa de Naruto Uzumaki, el héroe del mundo, estaba muy bien protegida; en consecuencia, podría llevar mi embarazo de forma calmada, sin preocupaciones, ya que nadie se atrevería a lastimarme.
Por eso mismo, me daba nostalgia y melancolía al recordar a mi primer hijo, el cual no tuvo la oportunidad de ver el mundo. Aunque pasasen los meses, jamás podría olvidar a aquel pequeño o pequeña que llevé en mi vientre durante dos cortos meses, pero que se adueñó de mi corazón. Cada mañana, al ver mi vientre, lo recuerdo y siento un dolor en mi corazón al saber que jamás podré conocerle, jamás podré saber si querría ser un shinobi o kunoichi, jamás podré verle crecer, jamás podré ver qué clase de amigos haría, jamás podré ver sus primeros pasos, o escucharle decir sus primeras palabras.
—Lo veo un poco más grande.
Oculto el nudo en mi garganta y veo a Naruto, a través del reflejo del espejo. Mi esposo me abraza por detrás y acaricia mi vientre desnudo, que está así gracias a que he levantado mi blusa para dormir.
Sin embargo, mi tristeza no pasa por desapercibida por Naruto.
—¿Qué ocurre? —susurra y me gira para verle a los ojos.
Esquivo su mirada y rodeo su cuerpo con mis brazos, escondiendo mi rostro en su pecho desnudo, ya que no duerme con camisa por el calor.
—Estaba... recordando.
Naruto se tensa ante mis palabras porque lo entiende inmediatamente. Él siente lo mismo que yo, por eso se esfuerza cada día más en mejorar, para proteger a su nueva familia.
El rubio se hinca en frente de mí y besa mi vientre, delicadamente, para después acariciarlo con suavidad.
—No permitiré que le pase algo a este pequeñín —susurra, mirando la pequeña montaña formada en mi vientre.
Los ojos azules de mi esposo tienen un brillo indescifrable, incluso para mí. Es una mezcla de alegría, dolor, melancolía, tristeza y orgullo.
—¿Cómo estás tan seguro que será niño? —inquiero, con una sonrisa.
—Porque lo siento. Será un niño tan fuerte como yo, o incluso más.
—¿Y si es niña?
—No dejaré que los chicos se le acerquen.
Río levemente por su rapidez al pronunciar esas palabras. Y lo decía en serio, pues sé que Naruto protegería tanto a su hija como su hijo de cualquier peligro.
—Bueno —dice y se levanta—. Es hora de ir a despedirles.
Mi sonrisa se esfuma y hago una mueca, aunque la borro inmediatamente.
—Me dolerá no verla todo el tiempo —murmuro.
Me alejo del espejo y tomo una ropa cómoda, para vestirme con ésta. Comienzo a cambiarme ante la mirada de Naruto, pero no me inmuto, ya que estoy acostumbrada.
—Eso es lo que ella quería, ¿no? —me pregunta y comienza a hacer lo mismo que yo.
—Cuando se fue, hace dos años y medio, quiso ir con él; pero Sasuke no se lo permitió.
—Era un viaje para borrar sus pecados... —complementa.
—Fue un lindo detalle, ¿sabes?
—¿Que la haya obligado a quedarse y, por ende, alejarse de él? —Suelto una risa.
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Para siempre, de veras
Fiksi PenggemarTercera temporada de «Una llama congelada» y secuela de «Un gélido incendio». -------------------- Mi vida después de la Cuarta Guerra Mundial Shinobi no estaba decidida. Lo único que tenía en claro era que debía enmendar todo lo que hice en la otra...