18.

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-Gracias por haberte quedado conmigo ayer- Le dije a Paulo rompiendo el silencio que se había formado entre los dos.

-Gracias por no haberme echado- Bromeó.

-No te eché porque me quedé dormida- Bromeé yo esta vez.

-Claro, por eso cuando yo me desperté estabas con tu celular pero no te corriste para que te deje de abrazar- Me guiñó un ojo.

Me sonrojé.

-Me gustan los abrazos- Dije levantando mis hombros.

-Te gustan MIS abrazos, no lo niegues- Sonrió.

-Si, también- Dije sin pensarlo- Tengo que admitir que me sentí... protegida, no sé como decirlo.

-Mejor así... me gustó dormir con vos- Dijo él. Abrí la boca para hablar pero no me salían las palabras.

-A mi también- Admití nerviosa, luego de unos segundos.

Él me sonrió y desvió su vista hacia la ventana. Admito que esa conversación fue un poco rara, si. 

(...)

El resto del camino fue un silencio, pero no fue un silencio incómodo, sino, que cada uno estaba metido en sus pensamientos. Yo pensaba en él. ¿Él en qué pensará?

Al llegar al estadio, fui una de las primeras en bajar. Los chicos dejaron las cosas en el vestuario y fueron hacia el campo de juego para conocer la cancha. Todavía no había llegado la Selección contraria, que era Paraguay. Tampoco los hinchas habían ingresado al estadio, ya que faltaban cuatro horas para el inicio del partido. 

Mientras los chicos veían la cancha, el estadio, y todo eso, yo comencé a sacarles fotos. Y también me saqué un par de selfies, que luego le iba a mandar a mi mamá. 

Después de un rato, fui a sentarme en una de las plateas, y comencé a recorrer todo el lugar con la mirada. A veces, estoy tan acostumbrada a esto que no me freno a pensar que todo lo que estoy viviendo es único, y a veces, no soy consciente que miles de personas darían lo que fueran por tener esta oportunidad que yo estoy teniendo. 

Sentí que a unos metros, alguien me llamaba, sacándome de mis pensamientos. Miré a ver de donde provenía la voz, y era Paulo, con su celular en la mano. 

-¿Nos sacamos una foto?- Me preguntó. 

-Si, obvio- Dije levantándome de mi asiento y acercándome a él. Cuando llegué a su lado solo sonreí mirando a la cámara, pero él pasó su brazo libre por mis hombros. Sacó dos fotos y le dije que me las pasara porque me habían gustado, y eso hizo. 

(...)

Era la hora del comienzo del partido y los titulares ya se encontraban en la cancha, mientras que yo me encontraba, junto con los demás, en el banco de suplentes. Cada vez que voy aun partido de los chicos, mi lugar es en el banco de suplentes, y todos están de acuerdo con eso, dicen que es para más seguridad, y porque ya soy como una más del equipo. Los amo, ¿lo dije alguna vez? 

Por si se lo preguntan, no, Paulo no estaba al lado mío; Ezequiel estaba entre medio de nosotros. 

-Perdón, me senté re en el medio- Dijo susurrándome al oído el último nombrado. 

-Siempre te sentás al lado mío, ¿por qué pedís perdón?- Me reí.

-Porque capaz que querías sentarte al lado de Paulo- Dijo esta vez en voz alta, y Paulo desvió su mirada de la cancha y nos miró a nosotros dos. Yo, por mi parte, mientras sentía como las mejillas se me tornaban rojizas, miré inmediatamente a mi hermano, el cuál estaba corriendo detrás de la pelota, haciendo lo que él ama. Ezequiel rió. 

No deberíamos. {Paulo Dybala}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora