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27 de junio de 2016.
Mallorca, España.

Narra Delfina:

-Mi amor despertate- sentí la voz de Paulo mientras me tocaba el pelo.

-Tengo sueño- me quejé aún con los ojos cerrados.

Sentí sus labios sobre los míos depositando un corto beso, lo que provocó que abriera mis ojos y le sonriera.

-Buen día- Dijo él mientras se levantaba de la cama- Levantate que me voy a duchar y nos vamos.

-¿A donde?

-Por ahí- Dijo él simplemente y se metió en el baño, segundos más tardes sentí el ruido del agua de la ducha golpeando el suelo. Me quedé unos segundos mirando a la nada hasta que decidí levantarme de una vez por todas.

Mientras esperaba que Paulo saliera de bañarse para poder hacerlo yo busqué mi ropa. No sabía bien a donde íbamos a ir pero supuse que a la playa.

Una vez que Paulo salió, me mordí el labio al ver que solo una toalla cubría su cuerpo, de la cintura para bajo.

-¿Que mirás? ¿Te gusto?- Bromeó él mientras se acercaba a mi.

-Capaz que un poco si...

-¿Un poco?- Me miró con una ceja levantada- Te encanto, admitilo.

-Capaz que un poco si...- Volví a decir y él rió para después depositar un beso en mi mejilla- Me voy a bañar, no me extrañes.

Estuve un par de minutos debajo del agua de la ducha y después de cambiarme, peinarme y también cepillarme mis dientes salí del baño para encontrarme con un Paulo ya cambiado pero acostado con los ojos cerrados.

Claro, me despierta a mí y él sigue durmiendo.

-Paulo- Dije moviendo su brazo. El abrió un solo ojos y me miró.

-No estaba dormido igual- Dijo con la voz ronca.

-Me imagino que no- Reí.

-¿Vamos?- Dijo él sentándose en la cama y pasando sus manos por su cara. Yo asentí, tomamos nuestras mochilas con cosas para la playa y juntos salimos de la habitación.

-¿A donde vamos?- Le pregunté mientras entrelazaba nuestras manos una vez que salimos del hotel.

-A desayunar y después a la playa, ¿querés?- Me preguntó y yo asentí.

Después de buscar unos minutos encontramos un lugar al lado de la playa que nos encantó y entramos. No había mucha gente, por suerte, así que nos pudimos sentar del lado de la ventana, que tenía vista a la playa y el agua.

Pedimos un exprimido de naranja y un plato que contenía distintos tipos de frutas todas cortadas, para cada uno. Pasamos gran parte de la mañana hablando un poco de todo. Yo intentaba hacerlo olvidar de la final perdida hace tan solo unos días atrás y parece que estaba haciéndolo bien ya que Paulo estaba contento, o al menos eso demostraba.

Después de terminar de desayunar, pagamos y caminamos tan solo unos metros para llegar a nuestro destino: la playa.

-Que suerte que hay poca gente- Me giré a verlo mientras dejábamos nuestras cosas en la arena, pero abajo de una sombrilla que se encontraba ahí.

-Sonaste re mala onda- Rió Paulo.

-No es eso, pasa que me da vergüenza.

-¿Que cosa te da vergüenza?- Me miró confundido.

-Que me vean en bikini- Dije simplemente.

-¿Por qué? Si sos hermosa.

No dije nada más, solo lo miré con una pequeña sonrisa.

Pasamos la tarde en la playa. Riendo, hablando sobre un poco de todo, abrazados, dándonos besos, en el agua. La tarde se nos pasó volando y ya estaba oscureciendo, por lo que nos dirigimos hacia el hotel.

-Qué rápido te bronceas- Comenté al ver que ya había tomado color.

-Y si soy negro- Dijo él y yo no pude evitar reír- A la noche salimos a cenar.

-Bueno si me lo decís así- Bromeé.

-Tonta- Rió- No te das una idea de lo mucho que te extrañé todos estos meses- Dijo abrazándome por los hombros.

-Yo también a vos, un montón.

(...)

-Pau, ¿que me pongo?

-Cualquier cosa, todo te queda bien.

-Ay que cursi- Bromeé- No, dale, en serio, ¿que me pongo?

-Lo que vos quieras- Dijo él.

-¿Vos que te vas a poner?

-Una camisa y un jean.

-Odio que para ustedes sea tan fácil decidir que ponerse- Me quejé.

Eran casi las nueve de la noche cuando me decidí por ponerme un vestido. Paulo tenía una reserva en un restaurante para las nueve y media según lo que me había dicho.

Minutos más tarde mientras esperábamos la comida, me dediqué a mirar por la ventana. Ver el mar siempre me daba cierta tranquilidad. Sentí la mirada de Paulo sobre mí y me giré para verlo.

-¿Que?

-Nada- Sonrió.

-Dale, ¿que pasa? ¿que tengo?

-Nada, me encantás, ¿sabías?

-¿Ah si?

-Si... mucho.

-Que bueno entonces, porque vos a mi también- Sonreí.

-¿Querés ser mi novia?- Dijo.

-¿Que?- Lo miré.

-Eso, si querés volver a ser mi novia. Yo sé que estuve mal con lo que hice, y te voy a pedir perdón todas las veces que sea necesario pero ahora estamos bien, y quiero que volvamos a lo de antes.

-Ya volvimos a lo de antes...

-Si, pero quiero que seas oficialmente mi novia. ¿Querés?

-Si, obvio Pau. ¿Pero me prometés que nunca más vas a volver a lastimarme?

-Te prometo que nunca más. Te amo, ¿sabés?

-Yo también te amo, mucho- Confesé.

-La primera vez que te pedí que fueras mi novia también estábamos en un restaurante, ¿te acordás?

Me gusta estar con Paulo. Siento que nos complementamos muy bien el uno con el otro y eso me encanta.

Después de cenar fuimos a tomar un helado y lo tomamos mientras caminábamos en la arena que estaba húmeda ya que algunas olas llegaban a mojarnos los tobillos. Muy de película romántica todo.

Y es que hoy yo viví todo como si me encontrara en una película romántica. La playa, los besos, el mar, el atardecer, la cena, caminar en la playa a la noche, lo que pasó después.

Estar con Paulo definitivamente era como ser parte de una película romántica, como aquellas que miraba hace años y deseaba algún día poder vivir algo así.

Lo estoy viviendo. Pero lo más lindo de todos es con quién lo estoy viviendo.

No deberíamos. {Paulo Dybala}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora