Uno de ellos comenzó a darme besos en el cuello y me quedé helada. No me salían las palabras, solo las lágrimas. El corazón me latía a más no poder y cerré mis ojos deseando que pasara algo que me alejara de estos ellos pero segundos después me di cuenta que estaba yo sola, y que esta vez no había nadie que pudiera ayudarme.
Se me vino a la mente lo ocurrido con mi ex novio hace unos años. Deseé no tener que volver a pasar por esa experiencia nunca más, y acá estoy otra vez. Como pude, le pegué con mi rodilla en la entrepierna a uno de los dos, quien por el dolor que eso le había provocado, cayó al suelo.
El otro me miró entre sorprendido y enojado, para luego agacharse al lado de su amigo, o su hermano, lo que fuere. En ese momento aproveché y corrí. No sé bien a donde, simplemente corrí para alejarme de ellos dos.
Sentí como me gritaban y lo primero que hice fue subirme a un taxi que justo estaba estacionado. El conductor notó que yo estaba llorando y que había subido rápidamente a su auto por lo que comenzó a manejar, y cuando nos alejamos unos metros de la playa me preguntó a dónde me dirigía. Le dije el nombre del hotel en el que nos quedábamos con Paulo. En el camino, el hombre me preguntó qué me había pasado y le conté.
Al llegar, le pregunté al taxista cuánto dinero le tenía que dar pero me dijo que ninguno, que no me preocupara. No me gustaba darle lástima a las personas, por lo que insistí pero de todas formas no me cobró. Le agradecí y me bajé del auto, no sin antes dejarle un billete en el asiento. Él negó con la cabeza riendo y yo me despedí.
Entré al hotel aún con lágrimas en los ojos y un poco asustada por lo ocurrido en la playa. Al bajar del ascensor y entrar a la habitación vi a Paulo acostado con su celular. No me dirigió la palabra, ni siquiera me miró, por lo que yo me dirigí al baño.
Me miré en el espejo y se me escapó un sollozo. Los recuerdos de lo pasado con Matías se hicieron presentes, al igual que lo que había pasado minutos antes. Sentía miedo. ¿Que hubiera pasado si yo no reaccionaba?
Me senté en el piso del baño intentando no hacer ruido para que Paulo no se dé cuenta, pero parece que fallé porque sentí que del otro lado él me habló.
-Delfi, ¿estás llorando?- Me preguntó.
Yo no le respondí.
-Amor, ¿me abrís?
Seguía sin responderle.
-No quiero que estés mal, ¿podemos hablar?
-Está abierta la puerta- Le dije simplemente. No estaba enojada con él, ni nada, solamente no quería que me viera llorar de esa manera. Y me daba un poco de vergüenza tener que explicarle por qué estaba así.
Yo seguía sentada en el piso, él no dijo nada y se sentó a mi lado, pasando su brazo derecho por sobre mis hombros.
-Ya está amor, no llores. Ya pasó- Me dijo él- No quiero que discutamos más.
-No estoy llorando por eso- Le dije.
-Ah- Dijo él simplemente- ¿Y por qué lloras?- Me preguntó despacio, después de unos segundos.
-Por nada Pau, estoy bien.
-Estás llorando, no estás bien. ¿Que pasa?
Yo simplemente negué con la cabeza.
-Está bien si no me querés contar pero vení, acostate en la cama que acá hace frío- Dijo levantándose y estirándome su mano, la cual tomé y ambos nos dirigimos a la cama. Me acosté y él se acostó a mi lado, ambos mirando el techo.
Decidí decirle a Paulo lo que había pasado, después de todo, es mi novio y puedo confiar en el para contarle cualquier cosa. Y más algo así de delicado.
-Cuando vos te fuiste se me acercaron dos chicos- Dije, él me miró esperando que continuara hablando- Me tocaban, me daban besos en el cuello y me decían cosas horribles- Dije yo, volviendo a llorar.
-La puta madre- Dijo Paulo en un tono de voz bajito y se acercó a mi para abrazarme- Escuchame, mi amor, ya pasó. Ya está, estás conmigo y estás bien.
-Estuvieron tan cerca de hacer cualquier cosa, Paulo, como pasó con Matías.
-No pienses en eso, ya está- Dijo dándome un beso en la coronilla- Soy un pelotudo, es mi culpa.
-No es tu culpa mi amor- Le dije mirándolo.
-Yo me fui, Delfi, te dejé sola- Dijo él, como lamentándose- Perdón. Te prometo que no te voy a dejar sola nunca más, ¿sabés?
Yo asentí y le di un beso en su mejilla.
-Te iba a decir de salir a cenar pero mejor pedimos algo y vemos películas así estás tranquila, ¿querés?
-Si- Dije yo. Él me acercó su mano derecha a mi mejilla y con el pulgar limpió las lágrimas que habían quedado en mi rostro.
Sonreí y lo abracé. Nos quedamos un largo rato así. Abrazados, juntos. Cuanta tranquilidad me da estar con él. Qué segura me siento en sus brazos.
-No me dejes sola nunca más- Le dije.
Se lo dije a él y se lo pedí al destino. No quiero alejarme de Paulo nunca.
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No deberíamos. {Paulo Dybala}
FanfictionAclaración: La novela la escribo yo, que soy de Argentina, por lo tanto va a estar escrita con nuestros insultos, en algunos casos, y con nuestra forma de hablar. Perdonen pero es algo que yo llevo en el alma. Otra cosa, ya sé que Paulo no estab...