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15 de junio de 2016.
Seattle, Estados Unidos.

Narra Delfina:

Día número seis después de aquella conversación con Paulo. No volvimos a hablar del tema, simplemente nos saludábamos por educación e intercambiábamos palabras a veces sobre algún tema de conversación que salía en la mesa junto con los demás.

Los chicos habían pasado a los cuartos de final de la Copa por lo que el ambiente en el que convivíamos era de felicidad.

Después del entrenamiento ellos tenían libre y algunos insistieron en ir a ver un partido de la NBA. Yo la verdad que mucha idea sobre básquet no tenía pero igualmente decidí acompañarlos para no quedarme encerrada en el hotel.

Al llegar nos ubicamos en una especie de palcos que los chicos habían conseguido sin problema alguno. Eran tres filas y yo decidí sentarme en la última para dejar adelante a los que más disfrutaban de ver este deporte.

Mientras mis amigos se acomodaban yo saqué mi celular y me dispuse a leer las notificaciones que tenía pendientes, nada importante. Justo en el asiento de adelante mío se sentó el Kun por lo que ya sé a quién voy a molestar si me aburro.

Miré a mi izquierda y vi como un cordobés de ojos verdes caminaba por el pequeño pasillo que había entre fila y fila.

Una parte de mi quería que no se siente al lado mío por lo incómodo que me podría llegar a resultar, pero por otro lado, todo lo contrario. Lo extraño, no puedo negarlo más.

-¿Te jode si me siento?- Me miró señalando el asiento a mi lado.

Me quedé mirándolo unos segundos y reaccioné:

-No, no me jode.

Él sonrió un poco y se sentó. Ninguno dijo una palabra más en los minutos que siguieron. Los equipos salieron a la cancha y todos comenzaron a aplaudir, por lo que yo hice lo mismo.

Una vez que ya empezaron a jugar a mis amigos se los veía re concentrados mirando el partido. No conocía esa faceta suya de mirar básquet.

Mientras mi mirada estaba en la cancha sentí que, a mi izquierda, Paulo me miraba a mi. Decidí ignorarlo pero él me habló.

-Terminé con mi novia- Dijo de la nada. Esas cuatro palabras fueron suficientes para que yo lo mirara.

-¿Que pasó?

-La dejé...

-Ah- Fue lo único que pude decir, un poco sorprendida. La verdad que no esperaba estar teniendo esta conversación ahora.

-Por vos.

Me mordí el labio. Buscaba palabras para decirles pero no encontraba ninguna.

Lo miré a los ojos y puedo jurar que en ese momento desaparecieron las voces de las demás personas alentando a los equipos en la cancha, desaparecieron nuestros amigos que estaban a nuestro lado, desaparecieron las cámaras, desaparecieron los aplausos que significaban que uno de los equipos había marcado un tanto.

Desapareció todo.

Éramos solamente Paulo y yo.

-Ahora no me podés decir que no...- Me susurró él acercándose a mi.

-No puedo y tampoco quiero decirte que no...

Se formó una pequeña sonrisa en su rostro y un momento después lo siguiente que sentí fueron sus labios sobre los míos.

Después de tanto.

Después de siete meses.

El beso no fue muy largo debido a que estábamos en un lugar público, supongo.

-No te das una idea de cuánto te extrañé- Confesé mirándolo cuando nos separamos.

-¿Y yo? Hace meses que mi cabeza me recuerda todos los días que soy un boludo.

-Y... lo sos- Le respondí y luego solté una risa.

-Ya lo sé, todo el mundo se encargó de decírmelo. ¿Y ahora?

-¿Y ahora qué?

-¿Que va a pasar con nosotros?- Me preguntó.

-Hablamos en el hotel, ¿querés?- Él asintió.

En lo que restaba del partido ambos nos concentramos en el mismo. No sé si Paulo entenderá algo de este deporte, pero está clarísimo que yo no entiendo nada.

(...)

Más tarde, cuando llegamos al hotel nos esperaban con la cena preparada. Los chicos comentaban sobre algunas jugadas y jugadores del partido que vimos anteriormente.

-Quedaron re cebados- Comenté- Igual agradezco que ustedes jueguen fútbol porque de básquet no cazo una.

-¿No? Pero si se te vio entretenida en el partido- Comentó Fer Gago y yo lo miré mal.

-¿No te gustó ninguno?- Preguntó Ezequiel.

-¿De qué?- Lo miré confundida.

-Ninguno de los jugadores que vimos hoy, tonta.

-Ah... no.

-Y claro, si no es tu rubro- Comentó divertido Sergio.

-¿Que rubro?- Preguntó mi hermano sin entender.

-El de botinera- Respondió de manera obvia mi mejor amigo provocando que todos en la mesa rieran, incluyéndome.

Después de cenar cada uno fue a su habitación, los chicos entrenaban mañana por la tarde así que querían aprovechar para descansar lo máximo posible. Apenas llegué a la mía me llegó un mensaje de Paulo preguntándome si en un rato podía venir para que hablemos. Le respondí que si y después conecté el celular para que se cargue.

(...)

Sentí los dos golpecitos en la puerta típicos de Paulo y me levanté a abrirle. Él me dedicó una sonrisa de costado apenas me vio y yo me corrí a un costado para dejarlo pasar.

-No sé por qué me sigue poniendo tan nervioso hablar con vos- Dijo él rompiendo el silencio que se había formado.

-Quedate tranquilo que te entiendo, a mi me pasa lo mismo- Dije sentándome en mi cama. Acción que él imitó.

-¿Entonces...que pasa ahora con nosotros?

-No sé... ¿vos que querés que pase?

-¿Con vos? Todo. Pero eso depende de vos.

-Fuiste un boludo- Confesé- Me dolió mucho lo que hiciste y me puse mal durante mucho tiempo. En un momento te odié, o eso intentaba hacer para que ya no me dolieras- Él me miraba prestándome atención- Pero la realidad es que te extrañé y te extraño muchísimo. Y te perdono por lo que hiciste si me prometés no volver a hacerlo más- Mis ojos estaban llorosos.

-Te lo prometo. Perdoname por lastimarte así, te juro que esa nunca fue la intención.

-¿Entonces estás dispuesto a volver a intentarlo?- Lo miré a los ojos.

-Obvio que estoy dispuesto... ¿y vos?- Me preguntó. Yo asentí.

Él se acercó a mi y volvió a juntar nuestros labios, tal como lo había hecho hace unas horas atrás pero con la diferencia de que este beso fue mucho más largo.

Mis manos rodearon su cuello y en un movimiento quedé debajo de él. Sus manos recorrían mis cinturas mientras que su lengua jugaba con la mía.

-Ay, Dios, lo que extrañé tus besos- Confesó con la voz ronca para luego volver a acortar la distancia de nuestros labios.

Después, sus labios fueron a mi cuello. Parece que se acuerda que ese es mi punto débil.

-Por favor si queres frenar decimelo ahora.

-No quiero. Quiero estar con vos.

Creo que no podría decirle que no. Lo extrañé mucho todo este tiempo y creo que después tantos meses de estar separados merecemos una buena reconciliación.

No deberíamos. {Paulo Dybala}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora