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Narra Delfina:

Cuando Sergio llegó al lado de mi hermano para abrazarlo, decidí dejarlos solos y ver cómo estaba Paulo. Mientras más me acercaba a él, más podía notar la tristeza y la preocupación que su rostro reflejaba.

Estaban por entregarle la Copa a Chile y aunque todos moríamos de ganas de irnos al vestuario, teníamos que mostrar respeto por los actuales campeones, por lo que nos quedamos mirando y felicitándolos.

(...)

Minutos después, cuando la entrega de la Copa había finalizado, todos nos dirigimos a los vestuarios. Romero y Biglia ayudaban a Paulo ya que él no podía apoyar el tobillo en el suelo debido al dolor que eso le causaba.

-Vamos Paulo- Dijo uno de los integrantes del cuerpo técnico una vez que llegamos al vestuario. Paulo tenía que ir a la clínica a hacerse los estudios.

-¿Me acompañas?- Me dijo él y yo asentí. Lo ayudaron a subirse en la ambulancia que el estadio tenía que tener para casos como este, y yo subí detrás de él. Un seguridad, un médico y otro integrante del cuerpo técnico lo iban a acompañar, y antes de cerrar la puerta del vehículo sentimos la voz de Leo.

-Esperen, yo voy.

-No es necesario que vengas, Leo- Dijo el ayudante del entrenador.

-No es necesario pero quiero ir- Habló él mientras subía- Soy el capitán y él es casi mi cuñado, no lo voy a dejar solo ni a él ni a mi hermana- Dijo alzando los hombros. Yo le sonreí. Paulo hizo también su mejor intento de sonrisa.

Al llegar a la clínica, había bastante seguridad, supongo que habían avisado que iba a venir un jugador de la Selección Argentina. Dos, porque también se sumó mi hermano.

-Va a estar todo bien- Le dijo Leo palmeando el hombro de Paulo, antes que se lo llevaran a realizarse los estudios.

-Cualquier cosa estamos acá- Le dije. Él asintió y se fue seguido del ayudante del entrenador y el médico que nos acompañaba.

Mi hermano y yo nos sentamos en la sala de espera, y el hombre de seguridad se quedó parado a unos metros de nosotros. Leo todavía estaba con la ropa del partido, ya que no había tenido tiempo ni de cambiarse.

-Perdí otra final- Dijo mirando hacia adelante.

Yo lo abracé.

Los días previos, todo este mes, fueron tan lindos. Las bromas del grupo, la felicidad, la ilusión, el buen humor, las buenas vibras, el amor. Todo eso podría resumir el mes que vivimos, pero ahora, el último día se derrumbó todo. La tristeza, el silencio, las lesiones, el llanto.

Odiaba verlos a los chicos así, porque, como dije anteriormente en otras oportunidades, ellos no se merecen nada de esto que les está pasando. Y los hinchas argentinos tampoco.

Los chicos empezaron a hablar en el grupo de Whatsapp, todos preocupados por Paulo, yo les respondí que todavía no sabíamos nada.

(...)

Dos horas más tarde, miré a mi derecha al sentir unos pasos y pude notar a Paulo caminando con una venda en la pierna y ayudándose con muletas. Tenía la cabeza baja y estaba escuchando las indicaciones de otro médico, pero no se si realmente estaría prestando atención.

Leo y yo nos levantamos rápidamente y caminamos los metros que quedaban para llegar hacia él. Lo miramos en silencio esperando a que él hablara y así fue.

-Tres semanas afuera- Fue lo único que dijo. Yo cerré los ojos y suspiré.

-Se van a pasar rápido, vas a ver- Dije intentando animarlo.

-La Juventus me acaba de fichar, no puedo decepcionarlos de esta manera- Dijo preocupado.

-No los estás decepcionando, te lesionaste, le puede pasar a cualquier jugador. Son cosas del fútbol. Vas a volver en un mes y la vas a romper- Habló Leo.

(...)

Llegamos al hotel y todos estaban en la sala de estar, la mayoría con sus celulares, probablemente hablando con sus familias, pero al vernos llegar, todos se levantaron rápidamente y se acercaron a Paulo, quien les informó lo mismo que nos había informado a Lionel y a mí minutos antes en la clínica.

Casi un mes afuera de las canchas. Pobre Paulo.

El cordobés dijo que se iba a descansar a la habitación, y todos hicimos lo mismo ya que mañana al mediodía volvíamos a Argentina.

Paulo fue a su habitación a darse una ducha, y yo aproveché para ir a la mía a hacer lo mismo.

Mientras me bañaba las lágrimas empezaron a caer por mi rostro, no había tenido mucho tiempo de llorar porque estaba ocupada intentando que personas importantes en mi vida no lo hicieran, pero cuando me despedí de todos y mi cabeza comenzó a asimilar los hechos, fue casi imposible no llorar.

Otra final perdida.

Volvíamos todos a nuestras rutinas, en distintas partes del mundo.

Paulo lesionado.

Era mucho para tan solo un día.

Al salir de la ducha, me puse el pijama y me metí en mi cama esperando que llegara Paulo, quien entró minutos después, ya que tenía la tarjeta de mi habitación. Nos abrazamos pero ninguno hablaba, hasta que Paulo rompió el silencio.

-Fue un buen mes- Dijo- Ya sé que me lesioné y ya se que perdimos, y me hace muy mal, obvio, pero también cumplí mi sueño de jugar en la Selección- Dijo él- Y te conocí a vos.

Sonreí.

-Gracias por haberme acompañado hoy, en todo momento.

-Te prometí que en las buenas iba a festejar y en las malas te iba a apoyar- Le respondí y le di un pequeño beso en sus labios.- Que descanses Pau.

-Vos también bombón- Me dijo y apagó la luz de la mesa de noche.

Sentí como minutos después la respiración de Paulo se iba tranquilizando de a poco por lo que asumí que ya se había dormido.

Miré el reloj que tenía el despertador en la mesa de noche y éste marcaba las 00:03 am.

Oficialmente la Copa América había terminado.

¿Y ahora qué va a pasar?

No deberíamos. {Paulo Dybala}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora