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08: « Que tonto eres »
Entre al nuevo restaurante de la ciudad, mamá había dicho que preparaban un buen puré de papas y estaba antojada de probar. Alce la cabeza para buscar la mesa donde se encontraba mi novio sentando y pude localizarlo fácilmente, ¿por qué? Era el único hombre de veintitrés años que se encontraba coloreando el dibujo que daban a los niños cuando llegaban a comer.
—¿Es un dinosaurio?
—No, cariño —negó—. ¡Es un tigre!
—¿De dónde sacaste los colores?
—Oh, son míos. Nunca se sabe cuándo tendrás que colorear dibujos.
Me reí, mientras me acomodaba en la silla y dejaba mi bolso en mi regazo. Justin alzo la mano para pedir la comida y cuando el camarero se marchó, volvimos a retomar nuestra conversación.
—¿El maestro por fin aprobó tu tarea?
—Sí, al fin lo aprobó. Ese hombre es un...
—¿Soy un qué, señor Bieber?
Justin pego un saltito en su silla y giro su cabeza tipo el exorcista hacia atrás donde se encontraba su maestro, el señor Jones miraba seriamente a su alumno.
—¡Señor Jones, que gusto verlo! —Justin sonrió nervioso—. Y... ¡Mire! Le presento a mi novia.
—Se quién es, estudio en la misma universidad.
—¡¿De verdad?! ¡Wow! Que cosas, ¿no?
Bebí un poco de agua para no reírme, claramente el maestro Jones quería que Justin continuara con su frase y él intentaba evitarlo como sea, incluso me menciono algo sobre el espacio exterior.
—...Y es por eso que los ovnis no nos visitan —termino de contar.
—Señor Bieber, ¿qué estaba diciendo sobre mí?
Mi novio se quedó calladito, no sabía que decirle al maestro así que intervine.
—Señor Jones, disculpe, últimamente está muy energético —hable yo, dibujando una sonrisa amable—. Hace unos días nos enteramos que seremos padres así que estamos nerviosos por ello.
—¿Serán padres? —entonces el señor Jones sonrió—. Muchas felicidades a ambos. Es una buena etapa de la vida, yo recuerdo cuando tuve a mis hijos. No se preocupe, Señor Bieber, entiendo esos nervios.
—Gracias, señor Jones.
El maestro nos volvió a felicitar y se marchó a pagar su pedido de comida, al menos sabíamos que no odiaría a Justin o lo desaprobaría en los próximos proyectos. Mi novio suspiro de alivio.
—Eso estuvo cerca.
—Lo sé, ¡uh, mira, ahí viene la comida!
El camarero puso los plantos en la mesa y empezamos a comer de inmediato.
