34: « ¡¿Somos conejos o personas?! »

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34: « ¡¿Somos conejos o personas?! »

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34: « ¡¿Somos conejos o personas?! »

Abrí la puerta de emergencia con fuerza y camine —casi corrí— directo hacia la recepcionista. Había recibido una llamada de Sarah diciéndome que había traído al hospital a Kyrae porque se había desmayado en pleno centro comercial. ¡Eso me tenía alterado!

—Buenas tardes, señora.  ¿Puede decirme donde se encuentra Kyrae Bieber? Es mi esposa y la han traído aquí por alguna razón que me preocupa, así que le pido que me lo diga rápido porque siento que me estoy muriendo de desesperación. ¿Sabe cómo me siento? ¡Mal, señora, mal! Salí del trabajo corriendo, incluso creo que lance todos los documentos importantes al piso, ¡pero no me importa! Pero necesito saber...

—¡Alto, alto, alto! —dijo la recepcionista, y alzo sus manos como un policía de tránsito—. Respire, señor, respire. ¡Wow! Jamás había escuchado a una persona hablar tan rápido.

¿Había hablado muy rápido? Oh Dios, los nervios me hacen mover mi boca sin parar al igual que mis pensamientos. ¡Soy un desastre... pero uno bonito! Igual que el libro, ¡pero no viene al caso! Tenía que encontrar a mi esposa y saber que sucedía... ¡¿Y si estaba enferma?! O todavía peor: ¡¿y si se estaba muriendo?! No, no, no podía dejar que se muera, ¡es mi alma gemela! Dios, por favor, no permitas eso.

—Por favor, díganme donde esta —suplique.

La recepcionista tecleo y me informo:

—Ya le hicieron unos analices. Camilla trece.

—¡Gracias!

Camine hacia donde se encontraban las camillas de la sala de emergencia, y busque los números hasta que encontré donde se encontraba mi Kyrae. Deslice un poco la cortina y asome mi rostro para verla. Ella se encontraba sentada, mientras Sarah le hacía conversación. Solté un suspiro de alivio al verla tranquila. Ahora debía entrar con calma para no alterar o asustarla...

—¡Ky! ¡¿Qué ocurrió?! ¡¿Qué te paso?! —alce los brazos al cielo, después de hacer la cortina hacia un lado de manera dramática.

—¡Oh, Justin, me asustaste! —me respondió de inmediato.

Lo sé, esa era la idea...

—Perdón, cariño, no fue... mi intensión —hice un puchero y me acerque hacia ellas—. Hola, Sarah. A los años que nos vemos. ¿Cómo estás? ¿Cómo está Drystan y la pequeña Ellie?

—¿No fue ayer que nos reunimos para el almuerzo? —frunció el ceño, y miro a Kyrae.

—¡Pero ha pasado un siglo desde ayer!

Kyrae rodó los ojos, y le hablo a su amiga:

—No le hagas caso, Sarah. Está nervioso y dice todo lo que sale de su cerebro.

—Está en lo cierto... —admití, mientras asentía.

Sarah se terminó riendo la situación cuando comprendió lo que estaba diciendo. Luego de unos diez minutos, se despidió de nosotros y se marchó a su casa porque según su instinto maternal: la pequeña Ellie estaba ya aburrida de la niñera.

Proyecto Bebé: Fuera de ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora