Los Recuerdos Duelen [BL]

~¿Que?~

- ¿De qué hablas?- Tenía un ligero tono de molestia en mi voz, aunque era remplazado lentamente por una curiosidad innata en mí.

     -E...Es solo que...no tengo permitido salir...d...de estas cuatro sucias paredes...no se van a arriesgar...- Habló, con un tartamudeo que denotaba nerviosismo, noté como daba otro fuerte golpe en la pared que tenía a su lado, comenzó a quejarse de dolor, hundiéndose en sí mismo nuevamente.

- Enserio debes dejar de hacer eso o no llegaras virgen a mañana- Le sonreí de forma coqueta, con cierta burla, bajé de mi cama, poniéndome en pie frente a él, su rostro asustado y tímido, escondido en sí mismo, no hacía más que provocarme, me incitaba á probar de esa exquisita inocencia, - Y... ¿A qué te refieres con que ellos no se arriesgaran? -pregunté mientras me acercaba a él de forma seductora, él era tan tierno que me hacía sentir como un león acechando a una gacela, rápida, ágil, pero que al final del día no tiene oportunidad contra un depredador.

     - Deja de hacer eso...n...no me tocarías...- Esos tentadores nervios fueron acompañados esta vez por un sonrojo que cubrió todo su rostro, haciendo que yo me excitara aún más - No se arriesgaran a que escape de nuevo...solo eso...- Se volteó, dándome la espalda; yo sonreí ligeramente y me acerqué más a él, la balanza estaba inclinada a mi favor y yo no iba a desaprovecharlo.

Tenía a ese ojiverde acorralado y de espaldas, lo único que podía pedir en ese momento era un poco de agua, moría de sed.

Un movimiento brusco de su parte me saco de mis pensamientos, el chico se había volteado con gesto asustado.

     - ¿Pero qué haces?... Vamos...no te me acerques...t...tengo...una...una cuchara- Sacó un objeto de metal torcido y un poco oxidado de su ropa de forma "amenazante" - Aléjate...

Lo miré con incredulidad, desde que entró supe que él no encaja en un lugar como este, pero el hecho de que no solo me amenazara, sino que lo hiciera con una cuchara no me lo esperaba, sonreí para mis adentros mientras ponía un gesto de horror fingido, siguiéndole el juego, él se sorprendió y bajó un poco la guardia, supusé que no esperaba eso, de acuerdo al plan, quité el cubierto de sus manos con una velocidad que hasta a mí me sorprendió, esperaba haber perdido algo de práctica y reflejos estos años, pero no era así; lancé la cuchara a través de los barrotes de la puerta, sacándola de su alcance.

     - ¡No!...¡Mi cuchara!...- Gritó, yo me había ganado una tierna mirada de reproche acompañada por un pequeño puchero - ¿Por qué has hecho eso?- Comencé a reír a carcajadas, haciéndome hacia atrás, cayendo de la cama y jalándolo conmigo haciendo que quedara acomodado sobre mi cuerpo, poco después rodo, quitándose de esa posición, con un gran sonrojo cubriendo sus mejillas, pareciendo un pequeño tomate castaño - ¿E...Estas bien?- Mi risa no mostraba el menor rastro de querer desaparecer.

Volví a jalarlo, tomándolo con fuerza por el cuello de la camisa, lo posicioné sobre mi nuevamente, mi risa aumentó junto con el carmesí en su rostro, y un poco más, si se podía, cuando intentó ocultarlo girando la mirada

     - No le veo la gracia...Déjame levantarme...- Me tranquilicé un poco y tomé su barbilla, haciendo que me viera a los ojos.

- ¿Por qué debería hacerlo?- Pregunté con una voz seductora, guiñándole un ojo, molestándolo; me comenzaba a gustar ponerlo nervioso, esas reacciones, tiernas y cómicas por igual, eran una extraña pero agradable combinación

     - P...Por...- Gachó la mirada - Por favor- Pidió y un nuevo rubor se extendió por su blanca piel, reí ligeramente y coloqué mi mano en su mandíbula, acariciando con lentitud su mejilla, formando una sonrisa sincera.