~No me hagas sufrir~

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[Para un ángel que decidió regresar a su hogar
en el paraiso...
Te extrañaremos...]

Subió a la cama con actitud sumisa, no alzaba la mirada y se quedó en la esquina del angosto rectángulo; me quedé frente a él sujetando su mano con fuerza.

─Yalek- suspiré sacando del bolsillo de mi camisa el frasco que le había quitado antes─ lo que quiero es que me digas qué coño es esto- se lo mostré para luego guardarlo nuevamente.

      ─¿Qué?...-su expresión era de incredulidad combinada con angustia; de un momento a otro comenzó a tantear sus ropas desesperadamente buscando aquello que yo tenía en mi poder─ Aki...¿cómo?...¿de dónde lo sacaste?...- sus ojos se cristalizaron y su expresión era de total preocupación.

─Te pregunté primero- adopté el tono frío e inexpresivo que solía usar cuando quería conseguir información.

      ─Yo...yo...- rompió en llanto enterrando su cabeza entre sus rodillas─ eso es muerte Aki...

Sus palabras causaron una pequeña sacudida en mi interior, agradecí mentalmente el habérselo quitado antes de que lo tomara dormido, pero no sabía de qué hablaba, ¿qué tenía que ver mi ratoncito con muerte?

─¿A qué te refieres?- mantuve mi tono de voz a pesar de que mi consciencia me gritaba que parara, que lo abrazara y consolara, algo en mí sabía que de esa forma no conseguiría nada del pequeño chico. Efectivamente, sus sollozos aumentaron acompañados de temblores que lo recorrían.

      ─¿Por qué?...- fue lo único que dijo, pero evidentemente no se dirigía a mí y eso me intrigó mucho más, quería saber qué era esa cosa que ponía tan mal a mi pequeño.

─Espero respuesta- <Basta Aki, lo vas a perder> y como muchas veces lo había comprobado antes mi consciencia tenía razón. El chico frente a mí cerró los ojos comenzando a temblar violentamente─. Yalek, contéstame en este momento- <Yo no esperaría respuesta, lo rompiste, Baka!> Él siguió sin responder dándole total razón a mi cerebro, sabía que ya no conseguiría nada con él en ese estado así que solo lo deje respirar para que pudiera calmarse, o esa era la idea hasta que el color carmesí se hizo presente en las vendas que cubrían el cuerpo de mi chico─ Mierda-. Bajé de un salto logrando enterrarme más vidrios en el pie, no le di importancia y tomé la última venda─ Voltéate.

Continuó inmóvil, me maldije internamente por no poder cambiar mi tono a pesar de la preocupación que sentía por él, en mi actuar no se me había ocurrido que se cerraría de esa forma; con esa pequeña escena había comprendido que lo único que el chico necesitaba y agradecía de forma inimaginable era el cariño que se le pudiera brindar, que yo le pudiera brindar. Suspiré lamentándome no haberlo visto antes y le propiné un golpe en la nuca haciendo que cayera desmayado.

Lo bajé de mi cama con cuidado acomodándolo en la inferior, quité la venda ensangrentada de su cuerpo colocándola con el resto de prendas y vendas sucias que debía enviar a lavar pronto, tal vez cuando se les ocurriera pasar por la ropa sucia. Los cortes no eran profundos así que solo los limpie con cuidado de no lastimarlo y le coloqué la última venda con suma delicadeza; miré su ropa también sucia y rasgada, por lo que sabía era lo único que portaba y dudaba mucho que en su anterior encierro le hubieran proporcionado ropa nueva ya que esas prendas se veían muy desgastadas, seguramente con un tirón medianamente fuerte se rasgarían por la mitad; las retiré cambiándolas por una sudadera que yo casi no ocupaba por lo grande que me quedaba pero que seguro en él se vería muy bien, como pude se la puse, lo contemple con adoración, era el chico más bello que había visto después de Alva, tal vez incluso pudiera ser más lindo que su hermano si no se viera como un cadáver todo el tiempo.

Los Recuerdos Duelen [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora