—Mamá, voy a la biblioteca, vuelvo a las 20 —dije cogiendo mis cosas para irme.
—Vale Júlia, ves con cuidado —gritó desde la cocina.
—No tengo 5 años, voy a estar bien. Hasta luego.
Me disponía a salir ya de mi hogar, pero ella se acercó a mí corriendo, así que supuse que quería decirme algo.
—¿Has quedado con Celia?
—No mama, voy yo sola, hoy ha quedado con Marcos.
—Vale, cuídate cariño.
Salí de mi casa al fin para dirigirme a la biblioteca, que se encontraba a unos 15 minutos andando. Cuando iba sola por la calle me dedicaba a escuchar música; desconectaba totalmente de la realidad y me metía en mi mundo de sueños y fantasías. Me encantaba hacer eso.
Pero estaba tan metida en mi mundo que, cruzando un paso de cebra, una moto pasó muy cerca de mí a más velocidad de la que debía. No pude evitar gritarle mientras sacaba los auriculares demis oídos de un tirón:
—¿Pero qué haces, loco?
De repente, el motorista paró a una distancia considerable de mi y giró su cabeza para mirarme. Cuando lo hizo, le saqué el dedo corazón y se marchó. No pude ver ni su reacción ni nada parecido, ya que llevaba un casco totalmente negro que no me dejaba ver ni un milímetro de su rostro.
La gente así ya me desagradaba por naturaleza. Iban por la calle como si fuera suya, les daba igual hacer daño a alguien o a ellos mismos. Les gustaba la velocidad y el peligro, y en este barrio ya había acontecido accidentes por culpa de motoristas así, que en este lugar, habitaban muchos.
Llegué por fin a la biblioteca, y la realidad era que durante todo el trayecto me había sentido nerviosa debido al incidente. Además, ese tipo en sí daba escalofríos, era realmente tenebroso. Llevaba puesta una cazadora negra y un tejano negro, las bambas también eran del mismo color. La moto era azul.
Estuve toda la tarde leyendo libros hasta que mi reloj marcó las 19:30. Me despedí como siempre del bibliotecario y salí por la puerta. Al llegar a la calle, ésta se encontraba vacía, no había ni un alma presente. Caminé con mi música como habitualmente hacía, hasta que, al llegar a una esquina, vi la moto azul que casi me atropella. Me estaba acercando a la moto para pasar de largo cuando el motorista salió del bar de al lado.
Tragué saliva y levanté la cabeza, pareciendo segura sin estarlo; y pasé por su lado, pero no pude alejarme mucho.
—Tss —chistó el motorista.
"No te gires, Júlia, no te gires"
—Tss —o hizo más fuerte.
No pude evitarlo, ya me estaba tocando la moral.
—¿Qué? —giré bruscamente cruzándome de brazos.
Él se fue acercando hasta quedar a un poco menos de un metro de mí.
—Que sea la última vez que me enseñas ningún dedo y menos me insultas; aunque bueno, con un insulto de ese calibre más bien parece un mote cariñoso ¿Loco? ¿Qué tenemos 4 añitos? —dijo haciendo el mismo gesto que yo.
—Para empezar, ¿Tanto miedo me tienes que no te puedes quitar el casco? —desafié.
—En absoluto —negó mientras me dejaba observar su rostro.
Era un chico de mi edad apróximadamente, tenía el pelo despeinado castaño oscuro, sus ojos eran de color azul bastante grandes, sus labios ni muy carnosos ni muy finos, eran perfectos.
ESTÁS LEYENDO
Vete, pero quiero que te quedes
Teen FictionQue cosa tan complicada el amor, y para ellos no iba a ser menos. Júlia y Eric se amarán. Pero, como en toda relación, hay ciertos obstáculos y ciertas dudas. El pasado, en el pasado se queda. Pero, ¿Y si vuelve? ¿Y si encima vuelve para estropearl...