6. Eres idiota

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Llevaba desde que se había ido Eric en la cama , y como es evidente, no tenía nada de sueño. Ya no sabía que más hacer así que me puse a leer un libro que tenía abandonado desde hacía tiempo en un cajón.

Era un bonita historia de amor, donde los protagonistas se conocen en una discoteca y desde ahí va surgiendo el amor entre ambos; pero llega un día que la chica tiene un accidente y a partir de ahí conoce a otro chico y no sabe, al final de la historia, por cual decidirse ya que tiene la cabeza y el corazón hecho un lío. Al final, personalmente, creo que elige al chico equivocado. Pero así es la vida, te guías por el corazón y muchas veces, te equivocas.

Pero de los errores se aprende.

De repente, mi móvil empezó a sonar y era Eric, ¿A estas horas? Qué raro.

—Hola Eric.

—Hola Júlia, sólo llamaba para preguntarte como estabas. Tranquila, no voy a hacerte ningún tipo de broma ni nada por el estilo

Vale, eso había sido un gran detalle.

—Ajá, entiendo. Pues estoy mejor, gracias por preguntar.

—¿Y qué hacías?

—Pues estaba leyendo un libro precioso de amor y a la vez, al final, desamor.

—Ineresante. Bueno, ¿Y qué hay de nuevo?

—Que me aburro muchísimo, en serio, ya me he leído este libro dos veces.

—¿Quieres que te desaburra?

—¿A qué te refieres?

—Pues que si quieres voy a tu casa y hacemos algo.

—¿Volver ahora? Si hace nada que te has ido.

—¿Y qué?

—¿Y a las 2 de la mañana?

—Sí ¿Y qué? Como si son las 4.

—No, que es muy tarde, te puede pasar cualquier cosa yendo por ahí tú solo.

—¿Júlia, tú preocupándote por mí? ¿Dónde está la cámara oculta?

—Que no quiero que vengas y ya está.

—Pues iré igualmente, si en realidad te mueres de ganas de que esté ahí.

En realidad sí, me estaba aburriendo muchísimo y con él, podría divertirme un rato.

—Que no vengas.

—Ya estoy de camino —y colgó.

Esperé un largo rato a qué viniera y no aparecía. 20 minutos, 30, 40... Nada, no venía. Sinceramente, empecé a preocuparme, decidí llamarle y nada. Perfecto, ya estaba con el corazón en la boca, estaba muy nerviosa, muy preocupada.

Ya había pasado una hora desde que habíamos hablado y no aparecía. Ya no se podía estar más preocupada que yo. Me quedé detrás de la puerta diez minutos más hasta que se empezó a escuchar el ruido de una moto.

Abrí la puerta apresuradamente y ahí estaba Eric, con una bolsa llena colgada del brazo derecho. Me acerqué y le di un golpe en el brazo.

—¿Tú sabes el susto que me has dado pedazo de burro? Pensaba que te había pasado algo.

Y no pude evitar abrazarle, en realidad se le acababa cogiendo cariño porque se preocupaba por mí y me trataba, a veces, muy bien.

—Ay que tonta... Sólo que quería ir a comprar unas cosas a la gasolinera, ya que es lo único que está abierto. No pueden faltar las golosinas, sin golosinas, nada es tan divertido como con éstas.

Vete, pero quiero que te quedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora