Estuve todo lo que quedaba de día y por la noche en el hospital y como no, Jorge en todo momento se quedó conmigo haciéndome compañía. Es un gran amigo.
A la mañana siguiente me dieron el alta y pude volver a mi querida casa. Al llegar, nos sentamos en el sofá:
- Jorge, esta noche hay carrera. Vienes, ¿verdad?
- ¿Qué te ha dicho el médico? Que hagas reposo Eric.
- Sabes de sobras que me da completamente igual lo que haya dicho el médico, llevo un año cabizbajo lamentándome por todo lo que había pasado y ya se acabó, en la mañana de ayer se acabó.
- Bueno... Pero lo de fumar si que ni se te ocurra.
- Jorge, si me sale de las pelotas voy a fumar. Voy a hacer lo que me de la gana. Voy a vivir a tope, y voy a recuperar el año que he perdido.
- No te puedes quejar tampoco eh... Que te has traído un montón de chicas a tu casa y... No veas.
- Pero seguía sin ser feliz. A partir de ahora voy a hacer lo que me hace realmente feliz, que es correr. Voy a dejar ya las chicas de lado que ya he tenido bastante.
- Eric, cuidado.
- Jorge, ya me da igual todo.
- Te vas a estrellar.
- Pues oye... Quizá cuando me estrelle la gente empezará a valorar lo que era.
- No digas gilip*lleces.
- ¿Entonces esta noche vienes o no?- Pregunté ignorando su último comentario
- Antes de aceptar, me gustaría volver a decirte que sería mejor que no fueras.
- Y antes de que aceptes, me gustaría recordarte de nuevo que correré
- Tenía que intentarlo. Claro que te acompaño.
Punto de Vista de Júlia
- ¿Te apetece que salgamos esta noche?- Preguntó Diego.
- Claro, ¿Qué propones?
- No sé...- Se acercó a mí y rodeó mi cintura con sus brazos. - Perdernos por donde sea. Buscar un sitio íntimo por allí...- Me dio un pico. - Y quizá pasar un buen rato.- Me guiñó un ojo.
- ¡Eres un pervertido!- Reí.
- Yo no he dicho nada. Te lo has imaginado todo tú solita...
- Vale- Volví a reír. - Pero ahora, voy a la biblioteca a buscar algún libro, ¿Vienes o te quedas?
- Me quedo, no me apetece ir.
- Vale, pues en una hora como mucho estoy aquí.
Salí de casa y fui camino a la biblioteca ¿Habría cambiado mucho esa zona? ¿Seguiría allí? Continuaba andando hasta que llegué a un cruce, mejor dicho, al cruce. Ese cruce donde Eric y yo nos vimos por primera vez. Las imágenes venían solas a mi cabeza. Sonreí al recordar cuando casi me atropella, cuando le llamé loco y después se rió de mi por eso... Pero mi sonrisa se desvaneció simplemente por el hecho de volver a la realidad. Eso ya era pasado. Un coche pitó y me hizo salir de ese trance en el que estaba, me hizo un gesto con la mano señalando que pasara y pedí disculpas por quedarme ahí, parada.
Llegué a los pocos minutos y me di cuenta de que todo seguía exactamente igual. Entré para dentro y fui directamente a la sección de libros románticos: Planta 3, pasillo 5. Escogí dos y me los llevé.

ESTÁS LEYENDO
Vete, pero quiero que te quedes
JugendliteraturQue cosa tan complicada el amor, y para ellos no iba a ser menos. Júlia y Eric se amarán. Pero, como en toda relación, hay ciertos obstáculos y ciertas dudas. El pasado, en el pasado se queda. Pero, ¿Y si vuelve? ¿Y si encima vuelve para estropearl...