29. Las historias no siempre acaban como uno quiere

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Me despertaron unos besos alrededor de mi cara, sonreí y los besos terminaron:

- Buenos días Júlia, ¿Cómo has dormido?

- Mal, tus ronquidos no me dejaban dormir- Puso cara de sorprendido y enfadado a la vez. - Es broma tonto, tú no roncas- Le abracé.

- Ya lo sabía que no ronco.

Me tumbé boca abajo y noté un terrible vacío en el estómago.

- Muero de hambre. ¿Qué hay para desayunar?

- De todo lo que te puedas imaginar, vamos- Entrelazó su mano con la mia y fuimos muy despacito a la mesa. Al llegar al comedor, me quedé realmente sorprendida. La mesa estaba repleta de todo tipo de comida: fruta, dulces, chocolate... De todo lo que se pueda imaginar. Cogimos lo que quisimos y empezamos a desayunar:

- Eric, ¿Cuánto tiempo hace que no fumas?- Me miró extrañado, no se imaginaba tal pregunta por mi parte.

- Pues, me fumé un cigarro antes de irte a buscar.

- ¿Y has podido estar sin fumar hasta ahora?

- No, antes de despertarte también me fumé uno.

- Ah... Entiendo. Pues no me gusta que fumes.

- Lo sé Júlia.

- Deberías dejarlo.

- También lo sé.

- ¿Pues?

- Poco a poco.

- Ya, entiendo...

Pasó un rato hasta que volvimos a hablar, de veras no me gustaba que fumara.

- Júlia, lo voy a dejar.

- Puedes hacer lo que quieras, es tu vida, tu salud. A mi me da igual.

- Va, ven tonta, por ti lo voy a dejar- Me cogió del brazo y me atrajo a su cuerpo.

- Es lo mejor para ti, te sentirás mucho mejor- Le di un buen abrazo. - ¿A que hora nos tenemos que ir del paraíso?- Pregunté mientras recorría el comedor con la vista.

- Me temo que a las 11.

- ¿Tan pronto? ¡Si ya son las 10!

- Pues nos queda una hora.

Una hora que pasó como si sólo hubiesen transcurrido en realidad 10 minutos. Cuando llegó la hora de marcharse lo dejamos todo impoluto y nos fuimos para mi casa.

Al llegar mi madre preguntó que cómo había ido, le respondí con un simple "bien" y nos fuimos para mi habitación. Eric entró volando y se puso delante de la estantería buscando la segunda parte del fantástico libro, cuando lo encontró, lo cogió.

- ¿Lo leemos? Por favor, necesito saber como acaba, porque es obvio que ella acepta casarse con él.

- Claro. Yo también me muero de ganas de saber como acaba, pero primero voy a cambiarme de ropa.

- Oh... Claro, claro- Fui al baño a cambiarme y me vestí con algo más cómodo. 

Empecé a leer y Eric apoyó su cabeza en mis piernas, me escuchaba atentamente. Estuve horas y horas leyendo, el libro era alucinante. Al final, los protagonistas se separan por cuestion de una infidelidad, increíble pero cierto.

Cuando acabé, vi que Eric estaba allí quieto como una estatua:

- ¿Qué te ha parecido?- Le pregunté

- Que tonta, de verdad, que tonta. Perder al hombre de su vida por una noche. Se merece que le haya dejado, ¡Por idiota! Con lo que él le quería...

Vete, pero quiero que te quedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora