8. Me pones muy nervioso

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- Ya no era lo mismo que al principio. Y encima, cuando le llamé y me dijo eso, vamos... Estoy muy orgullosa de haberle dejado. ¡Me estaba utilizando!- Me alejé un poco de él porque teniéndole tan cerca no podía razonar demasiado bien.

- Eh... ¿Por qué te alejas?- Me encogí de hombros y puso su mano en mi espalda para aproximarme de nuevo a él.

- Esta vez estamos más cerca que antes- Cuando estaba nerviosa se notaba muchísimo, y me encontraba tan nerviosa que estaba temblando así que seguro que Eric se había dado cuenta.

- ¿Y qué? ¿Te molesta?- Tan cerca que sus labios casi rozaban los míos. ¡Dios mío!

- No- En absoluto me molestaba, me gustaba estar así a pesar de mis nervios. - ¿Necesitas algo? Agua, algo de comer...

- Si me trajeras agua... Me harías un gran favor.

- Marchando- Fui hasta la cocina, llené un vaso y subí la botella por si después quería más no tener que volver a bajar. Cuando estuve en su habitación puse la botella en la mesita de noche y me subí a la cama quedándome de rodillas encima de ésta, quedando en frente de él y le di el vaso para que bebiera. Se sentó bien ya que estaba tumbado y empezó a beber, las manos le temblaban. ¿Tan nervioso estaba? Al final, se le cayó medio vaso de agua encima. Se veía venir.

- ¿Estás nervioso?- Reí mientras le cogía el vaso y lo depositaba en la mesita de noche. Obviamente estaba bromeando. Su respiración se volvió más pesada y preferí haberme callado.

- Por favor, pásame un pantalón y ropa interior.- Se había mojado el pantalón y por lo que me dijo también su ropa interior, así que fui rápido al armario y cogí lo que necesitaba, se lo tiré y me di la vuelta para que se cambiara.

- Júlia, ya lo has visto todo- Escuché una risita de fondo.

- Tonto- Reí. - Cámbiate y cuando hayas acabado, avísame.

- Pues iré muy despacio por la espalda, aviso.

- Tómate el tiempo que necesites- Y así fue. 3 minutos, 3 largos minutos para cambiarse. Cuando me avisó me di la vuelta y se sentó en la cama. Vi que su ropa estaba tirada a un lado.

- ¿Tanto se me nota?- ¿A qué venía esto? Pensé un poco en lo que había dicho antes y caí en que era la respuesta a la pregunta de los nervios.

- Te has pasado la mano por el pelo muchísimas veces y ahora estás temblando, por eso, por cierto, se te ha caído el agua.

- Me pones muy nervioso, Júlia- Tragué saliva, él tiró de mi brazo y de nuevo caí encima suyo. Me senté en su regazo y puse las dos piernas a un lado, esa posición no me era cómoda así que puse una a cada lado de su cuerpo y me senté bien. Eric miró detenidamente dónde estaban mis piernas y seguramente estaba más roja que un tomate,. Después subió la mirada hasta mí. Empezó a acariciar mis brazos de arriba a abajo e inconscientemente cerré los ojos, después pasó sus manos a mi espalda y me atrajo más hacia él.

- Júlia- Susurró dulcemente haciendo así que abriera los ojos. Acercó únicamente su cabeza y puso su mano en mi nuca. Nos fue aproximando hasta quedar a 5 centímetros, puse mi mano encima de sus labios y empecé a acariciarlos como antes, pero Eric la apartó suavemente y la puso detrás de su cuello y con la otra hizo lo mismo. Acabó con el espacio que había pero sin que nuestros labios se tocaran, sólo nuestras narices se rozaban. Él, en un fugaz movimiento, hizo que nuestros labios mantuvieran un leve contacto, un simple roce, y eso fue suficiente para derretirme, yo hice lo mismo, y él suspiró. Acabé yo con los malditos milímetros que nos separaban y por fin, después de muchísimo tiempo, nos fundimos en un beso muy dulce y suave, Eric me conocía demasiado bien, sabía que esos besos me dejaban loca. Cuando necesitamos respirar, nos separamos y uní mi frente con la suya, gesto que me encantaba.

- Júlia, te quiero, me llevas jod*damente loco- Puse mis manos en cada una de sus mejillas haciéndole sonreír.

- Yo también te quiero, y quiero estar contigo. Me da igual lo que haya pasado, quiero estar contigo y confío en ti. Sé que no me lo volverás a hacer porque sé lo arrepentido que estabas y estás. Te quiero y mucho.

- ¿Sabes cuánto tiempo llevo esperando esto? No quiero que te vuelvas a ir nunca.

- No tengo planeado hacerlo. Sólo, no me des motivos para irme- Acercó de nuevo sus labios a los míos y esta vez fue un beso más ansiado, más apasionado. Me alejé yo porque esos besos me dejaban sin aire.

- ¿Quieres volver a ser mía Júlia? Nada me haría más feliz que eso- Seguramente en ese momento tenía la sonrisa más tonta del mundo en mi cara. Asentí y me abracé fuerte a él, pero por los hombros, teniendo en cuenta las heridas de su espalda.

- Eric, te he echado tanto de menos...- Levantó su mano y la puso en mi mejilla acariciándola suavemente.

- Yo también, pero a partir de ahora, no nos vamos a separar nunca Júlia.

- Por favor Eric, no me falles otra vez.

- Sh... Puedes estar muy tranquila, no lo haré cariño- Se quedó pensativo. - Ven, acompáñame.

- No te levantes Eric.

- Es sólo un momento. Ven.- Agarró mi mano y nos llevó al balcón, no entendía nada.

- ¿Qué hacemos en tu balcón?

- Llevo mucho tiempo queriendo besarte, pero sobre todo, queriendo besarte en el balcón.

- ¿Y el balcón por qué...?

- Me parece un sitio muy especial. Tú eres especial... Ya sabes.

- Eres un ñoño Eric...- No podía parar de sonreír, me sentía muy tonta, pero en el buen sentido.

- Es por tu culpa cariño- Puso sus manos en mi cintura y me atrajo hacia él, volviéndonos a besar. A los minutos, me alejé para centrar la vista en esos ojos que me llevaban tan loca.

- Tienes los ojos más bonitos que he visto en mi vida.

- Eso es porque no puedes ver los tuyos.

Reí tontamente y picaron al timbre, fui rápido a abrir y le dije a Eric que se tumbara en la cama, sin moverse.

- Hola Jorge.

- Hola, venía a ver como estaba Eric.

Subimos arriba y me senté en la cama, al lado de Eric. Entrelazó su mano con la mía y Jorge nos miró con las cejas alzadas.

- ¿Estáis...?- Para contestarle me acerqué a Eric y le besé cortamente, pero él no me dejó alejarme y acabamos besándonos como siempre, sus besos eran perfectos. - Me ha quedado claro chicos- Nos separamos y Eric tenía una sonrisa gigantesca, seguramente como la mía.

- Que preciosa eres...- Susurró.

- Oh dios mío Eric... No recordaba lo ñoño y empalagoso que eras...- Dijo Jorge con cara de asco.

Continuará...

¡POR FIN ESTÁN JUNTOS! Me moría de ganas de que volvieran... Esperemos que Eric no la vuelva a cagar... O Júlia.

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Vete, pero quiero que te quedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora