Capítulo 24

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El asombro no le permitía quitar los ojos del televisor. Sabía que David seguía hablándole, pero no escuchaba nada de lo que de su boca salía. Incluso tampoco llegaba a comprender lo que el conductor decía. Solo mantenía la mirada fija en el titular.

"Aldana Mercuri desaparecida, fuentes allegadas insinúan que se podría tratar de un secuestro extorsivo."

—Mierda —soltó tras varios segundos de leer y releer aquello.

—¿Qué pasa Damián? Estas un poco pálido.

De pronto, el zumbido que lo mantenía aturdido se desvaneció, permitiéndole volver a oír su entorno.

—"Fuentes allegadas a la familia indicaron que se estaría evaluando la posibilidad de que se trate de un secuestro extorsivo. Aunque hasta el momento no trascendió que se haya recibido algún llamado o pedido de rescate." —pronunciaba el conductor.

La imagen del padre de Aldana entrando a un edificio custodiado por varios guardaespaldas y acosado por muchos periodistas se proyectó en la pantalla.

—"Gonzalo Mercuri no ha querido dar declaraciones. Sin embargo, su agente de prensa, Miguel Saenz, dio una pequeña conferencia en la que aclaró que solo se trata de una de las tantas escapadas al exterior que suele hacer la hija del importante empresario. Desmintió lo del secuestro y pidió a los medios que hagan a un lado todas sus especulaciones."

—No sería nada raro que la chica este de juerga por ahí —escucho decir a David—. Esa clase de chicas no son más que unas malcriadas.

Damián tragó saliva. La sola idea de verse involucrado en aquel asunto le había inquietado lo suficiente como para infundirle ganas de salir corriendo de allí. Se puso en pie y a pasos apresurados fue hacia el comedor para tomar su celular. Lo encendió mientras miles de pensamientos invadían su mente.

Sabía que iba a ser para problemas. Pensó para sí mismo.

¿Qué tal si era acusado erróneamente de secuestro? ¿Quién iba a creer en su inocencia? ¿Y si indagaban en su pasado? No estaba listo para que revolvieran toda su mierda, menos aún para que ésta quedara expuesta públicamente.

Solo esperaba que Aldana desmintiera todo, tenía la esperanza de que todo se resolviera de manera sencilla y sin consecuencias para nadie. Después de todo, ella se había ido por voluntad propia, nada en aquellas acusaciones era cierto.

Al observar la pantalla de su celular descubrió que tenía varias llamadas perdidas y un par de mensajes. Al chequear que eran todas del Chelo un mal presentimiento se instalo en la boca de su estomago.

El último mensaje había sido enviado hacia unos veinticinco minutos y decía: "Donde mierda te metiste?! venite ya que el Tano te quiere ver. Trae el fierro(*)."

¿Tendría que ver con las noticias que acababa de ver? No te pongas paranoico. Intentó tranquilizarse. Ellos no estaban al tanto de que Aldana estaba parando en su casa. De reojo vio a David parado junto a él, observándolo entre curioso y preocupado.

—Tengo que irme.

—¿Pasó algo?

—Nada grave. Solo tengo que ir a un lugar.

—¿Está todo bien? Te pusiste muy raro recién.

—Sí, tranquilo.

Camino hacia la puerta intentando disimular su nerviosismo. La duda lo carcomía por dentro, necesitaba saber a qué se debía tanto apremio con que fuera hacia lo del Tano.

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