Capítulo 39

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Un simple roce. Un leve contacto que había durado tan solo unos segundos, pero que había generado demasiados sentimientos y sensaciones en ambos. Al separarse permanecieron con los ojos cerrados, cada quien sumido en sus propios pensamientos.

Aldana había actuado por impulso, dejándose llevar por todas las emociones que había experimentado en los últimos días y que se habían intensificado en las recientes horas. Estaba acostumbrada a dejarse llevar por sus impulsos, pero esta vez había algo distinto. Se había sentido distinto.

Al abrir los ojos se encontró con los de Damián, la miraban entre sorprendidos y asustados. Titubeo durante unos segundos mientras que en su interior surgía un temor jamás experimentado. El temor al rechazo. Aquella realización la tomó por sorpresa.

—Perdón —susurro ella un tanto contrariada— No debí hacer eso.

De pronto la mirada de Damián se tornó fría, lo cual desconcertó a Aldana.

—¿En serio...me estas pidiendo perdón...por besarme...? —apenas pudo murmurar Damián con la voz entrecortada debido a los dolores que lo atormentaban.

—Yo solo...

—No hace falta que te... expliques... estoy seguro que estás... acostumbrada a tomar todo lo que... se te da la ganas...

Aquellas palabras calaron profundo en Aldana. Otra vez hacía acto de presencia aquel tono prejuicioso. Se puso en pie con la necesidad de crear distancia entre ambos, le dolía la mirada que le estaba dedicando. Pero sabía que no era ni el lugar ni el momento para discutir con él.

—Creo que es mejor que intentes dormir un poco, estas muy débil y necesitas recuperar energías.

Damián la miro fijo durante unos eternos segundos y luego solo asintió. Aldana se recostó en el colchón que apenas sí había utilizado esos últimos días intentando ignorarlo con todas sus fuerzas.

Él giró su cuerpo ya que no era capaz de seguir enfrentando a Aldana en ese momento. Se sentía cansado, adolorido pero sobre todo confundido. Aquel beso lo había tomado por sorpresa, apartando por un breve instante todo aquello que lo afligía.

No entendía como algo tan simple como un leve roce era capaz de ahuyentar todos sus temores, hacer a un lado todos sus dolores y darle las fuerzas necesarias para querer seguir luchando.

Sentía la necesidad de aferrarse a ella con todo su ser, como si fuera un salvavidas capaz de mantenerlo a flote en medio de toda esa mierda que era su vida. Pero en el fondo sabía que no sería justo para ella, él estaba demasiado roto y terminaría hundiéndola junto con él.

No, él no podía permitir que aquellos pensamientos siguieran su curso. Menos teniendo en cuenta que ni siquiera tenía en claro sus sentimientos, los cuales en ese momento no eran más que un torbellino de incertidumbres.

Era consciente de que le atraía, que disfrutaba de su compañía y que también le importaba su bienestar más de lo que podía llegar a comprender. Pero no era capaz de medir la intensidad de sus sentimientos, menos en el estado en el que se encontraba.

Cerró los ojos con demasiada fuerza mientras intentaba ignorar todos los dolores que lo aquejaban y todos aquellos pensamientos que lo llevaban una y otra vez hacia aquel beso. Lo mejor que podía hacer era recuperarse pronto y marcharse de allí. Necesitaba tomar distancia, aclararse.

Aldana por su parte se acomodó boca arriba y dejo sus ojos vagar por el techo. Se preguntó una y mil veces que era lo que ocurría con ella. Rozó sus labios y evoco el pequeño contacto, pero no era el beso lo que la inquietaba, lo que la mantenía intranquila era la forma en que Damián la afectaba.

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