—¿Quién es ese? —preguntó Julieta.
—No sé, no lo conozco.
El muchacho, quien les daba la espalda en aquel momento, era alto, de cabello castaño y estaba bien vestido. Se encontraba inclinado hacia la ventana que daba al comedor intentando observar hacia el interior de la casa.
—¿Qué hacemos?
—Esperame acá que voy a ver quién es.
—¿Estás loca? ¿Y si está...
Aldana no pudo seguir escuchando lo que su amiga decía ya que se bajo del auto. No pasó mucho hasta que oyó como la otra puerta del auto se abría y luego se cerraba de un fuerte portazo. Aquel sonido llamó la atención del desconocido, quien giró sobre sus pies en dirección a ellas. Las observó con atención hasta que estuvieron frente a frente, a tan solo a unos pasos de distancia.
—¿Buscas a alguien? —preguntó Aldana mientras divisaba como Julieta la alcanzaba colocándose a su lado.
—Hola —dijo el muchacho un tanto tímido—. Emmm... ¿Sabe si la familia Ruíz sigue viviendo acá?
A Aldana aquel apellido le sonaba de algún lado, le costó tan solo unos cuantos segundos recordar que figuraba en varios de los papeles que había visto en la segunda planta.
—No sabría decirte.
—¿Son vecinas?
—No exactamente.
Aquella respuesta contrario al muchacho que ahora las observaba con cierta cautela. Aldana no tenía la intención de ser esquiva, pero no conocía a aquel chico y no quería brindarle información de más. Aunque siendo sinceros, no era que contara con demasiada, después de todo desconocía bastante sobre la vida de Damián. Ni siquiera sabía si Ruíz era su apellido.
—¿Conocen a Damián? —insistió una vez más el extraño.
Ambas amigas intercambiaron una mirada antes de dirigirse al muchacho.
—Sí, lo conozco. ¿Vos quien sos?
—Me llamo Gabriel. Gabriel Santos. Soy un amigo de la infancia de Damián. ¿Ustedes?
—Yo soy Aldana y ella es mi amiga Julieta.
—Un placer conocerlas chicas —dijo Gabriel dedicándoles una sonrisa—. Entonces... ¿Damián sigue viviendo acá?
—Sí.
—¿Y tienen idea en que horario lo puedo encontrar?
—Perdón, pero no sabría decirte —contestó Aldana.
El gesto de decepción que tiñó el rostro del muchacho provocó una pequeña punzada en el pecho de Aldana.
—¿Podría dejarles un mensaje para él?
—¿Queres esperarlo adentro? —preguntó sin pensar Aldana.
Aquello provocó que Julieta clavara la mirada en su amiga y un destello de esperanza en el rostro de Gabriel.
—¿Vivís con él?
—Solo estoy parando acá por unos días.
—De hecho, hoy mismo se viene conmigo a otro lugar —agregó Julieta mirando fijamente a su amiga.
—Si no les molesta, me gustaría esperarlo.
—No hay problema —respondió rápidamente Aldana.
—Pero tenemos que irnos...
—No hay tanto apuro Ju, no creo que Damián tarde mucho en llegar —le cortó Aldana.
![](https://img.wattpad.com/cover/107580704-288-k808487.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Adictos SIN EDITAR
General FictionÉl estaba perdido. Hundiéndose lentamente en un pozo sin fondo del que no tenía intención de salir. Ella se sentía vacía. Intentando llenar ese hueco de cualquier forma que le fuera posible. Él no tenía un motivo por el cual luchar. Ella necesitaba...