Capítulo 42

143 14 22
                                    

Aldana no lograba salir de su estupor. Aturdida dio varios pasos atrás, rompiendo así el contacto con su amiga, hasta dejarse caer sobre un mullido sillón que se encontraba en un rincón del vestidor. Julieta, en cambio, se quedó estática en el lugar, con sus manos temblando a ambos lados de su cuerpo y sus mejillas surcadas por nuevas lágrimas que ya no era capaz de retener.

Durante varios minutos ambas se mantuvieron en sus lugares, observándose en silencio y sumergidas en sus propios pensamientos. Hasta que a una de ellas se le hizo insostenible.

—¡Mierda Al! Por favor, decí algo. Lo que sea... —aquellas últimas palabras fueron más bien un ruego.

Pero Aldana permanecía callada ¿Que podía decirle? Estaba tan sorprendida y al mismo tiempo tan decepcionada de sí misma. No entendía como no se había dado cuenta. ¿Cuanto tiempo llevaría ocultándole semejante secreto?

—Desde cuando... 

Julieta cerró los ojos unos instantes, tomo una profunda calada de aire y se dirigió a la otra punta del vestidor, donde se deslizó sobre la pared espejada hasta quedar sentada en el piso. Flexiono sus piernas y apoyó ambas manos en sus rodillas.

—No lo sé... no sé cuando empecé a sentir esto. Solo sé que un día comencé a sentir celos cuando te veía enrollarte con algún tipo. En un principio pensé que eran celos de amiga, pero de pronto me encontré sintiendo una punzada en el corazón cada vez que me llamabas amiga o hermana, o sentía un cosquilleo en el estomago cuando te tenía muy cerca o dormíamos juntas.

Julieta resopló y escondió su rostro entre sus piernas.

—No sé exactamente en qué momento mis sentimientos por vos empezaron a ir más allá de la amistad, pero cuando caí en la cuenta yo solo... yo...

Pero Julieta de pronto se quedó sin palabras, no sabía cómo seguir. Es que el miedo que la había embargado desde el momento en que se había percatado de sus verdaderos sentimientos por su amiga la había paralizado.

—¿Por qué nunca me dijiste nada? Ni siquiera sabía que te gustaban las mujeres —Aldana no pudo evitar decir aquello como reproche.

—No lo sé... —susurró Julieta.

—Somos amigas Ju, nos lo contamos todo. Entre nosotras nunca hubo secretos... al menos yo nunca te oculte nada.

De pronto la desesperación se apoderó de Julieta. Levantó su rostro y encaró a su amiga.

—Bueno, no es fácil decirle a tu mejor amiga "che ¿sabes qué? creo que me gusta las conchas, al menos estoy segura que me encantaría chuparte la tuya" —soltó con todo el sarcasmo que su estado le permitió.

—¡Por Dios Ju! ¿Ni siquiera en un momento como éste podes contener esa lengua guarra?

—¡Estoy nerviosa, mierda! ¡¿Qué queres que haga?! ¡Acabo de soltarte que estoy enamorada de vos! ¡¿Tenes idea cuanto tiempo vengo guardándome esto?! ¡¿Te pensas que fue fácil para mí ocultártelo?! Miles de veces estuve a punto de decírtelo ¡Ni siquiera estoy segura de si soy gay o si solamente me gustas vos! ¡Estoy hecha un verdadero lío y vos...

—¡Espera, espera! —la interrumpió Aldana—. ¿Cómo que no sabes si sos gay o no?

Julieta abrió los ojos como platos y no pudo evitar avergonzarse levemente.

—Yo... no lo comprobé...

—¿What?

—Nunca estuve con una mujer ¿Ok? Así que no lo sé. Solo estuve con algunos chicos y aunque no fueron grandes experiencias tampoco es que me dio asco o algo así.

Adictos SIN EDITAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora