Capítulo 3

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Era entrada la madrugada y la fiesta estaba en su máximo apogeo. La música a todo volumen marcaba el ritmo de cientos de cuerpos sudorosos. Aldana saltaba y gritaba en medio de aquella multitud como si no hubiese un mañana. Sostenía su botella de agua en alto, meciéndola de un lado al otro mientras las luces brillaban a su alrededor.

Comenzó a contornear sus caderas de un lado al otro, perdida en su propio mundo, dejándose llevar por las sensaciones que la recorrían. Unas fuertes manos la tomaron de pronto por la cintura desde atrás, apretando su cuerpo contra un fornido pecho. Ella se dejo hacer y tras pasar algunos minutos en los que se refregó contra él, se volteo para dejarse besar por aquel desconocido. El descontrol y la inhibición era moneda corriente en su vida.

El beso fue subiendo de tono, ambos perdidos en el frenesí del momento. Pronto sus manos dieron rienda suelta para recorrer sus cuerpos calurosos. Cada roce, cada sensación parecía multiplicarse por mil. No se apartaron de donde estaban, no se preocuparon por quienes los rodeaban, simplemente se dejaron llevar.

Cuando la ropa comenzó a estorbar ella tironeo de él en búsqueda de algún lugar más cómodo. La base de un cartel publicitario pareció ser suficiente pues ella lo empujó contra aquella estructura hasta que la ancha espalda masculina chocó contra uno de los pilares de madera.

En un rápido movimiento bajó la cremallera del jean dejando la erección de aquel muchacho al descubierto. Él, sin perder tiempo, levantó la corta pollera que cubría a duras penas el trasero femenino y tironeó de la prenda de fina lencería que cubría la intimidad de la muchacha.

—Forro.

A pesar de su estado, fue lo suficientemente consciente como para recordar que debían usar protección. El muchacho saco un paquete plateado de su bolsillo trasero y con manos inquietas se dispuso a abrirlo. Se notaba que él no estaba mucho mejor que ella, ya que sus movimientos eran torpes y descoordinados.

Ella decidió ayudarlo a colocarse la protección en su miembro y luego dio un pequeño brinco enrollando sus piernas en las caderas masculinas. Él giró para apoyarla contra el pilar y así sin más la penetro con fuerza, comenzando a moverse buscando su propia satisfacción. Ella se dejó llevar por aquel salvaje ataque mientras su vista se perdía en las luces láser que iluminaban el escenario.

Todo a su alrededor se desdibujaba, brillaba, estallaba en mil formas. Sentía como la electricidad recorría cada rincón de su cuerpo. Pronto un intenso calor subió desde sus piernas centrándose en el punto más sensible de su cuerpo, lo que la llevo a bajar una de sus manos para acariciar aquel punto hinchado.

No tardó mucho en alcanzar el orgasmo, el cual le sabio a poco, quería más. Pero el desconocido exploto dentro de ella en ese instante profiriendo un seceso de placer.

Aldana sintió de inmediato que aquel cuerpo sudoroso le estorbaba, la asfixiaba. Desenredo sus piernas de sus caderas y lo empujó, luego se acomodo la pollera, poco le interesó no contar más con su ropa interior. El muchacho, un poco más calmado luego de su momento de éxtasis, la observaba con desconcierto en su rostro. Ella se dio media vuelta y comenzó a caminar, dejando al desconocido allí parado.

Se alejo de aquel lugar con la sola idea de reencontrarse con sus amigas. Sentía su boca seca y se preguntó en qué momento había dejado caer su botella de agua. El tumulto de gente que bailaba y saltaba le hacía imposible la búsqueda, por lo que pronto abandonó la idea uniéndose a ellos en la euforia del momento.

La primera en divisarla fue Julieta, quien le hizo señas con sus manos para que la viera. Pero ella se encontraba demasiado perdida en sí misma como para notarla. La había perdido de vista hacía varios minutos, por lo que sintió un gran alivio al encontrarla. A fuerza de empujones logro avanzar hacia donde se encontraba su amiga, le preocupaba lo que podía hacer.

Julieta la había visto tomarse aquellas pastillas hacía ya más de tres horas, sabía que en ese estado no era dueña de sus actos. La conocía mejor que nadie, Aldana siempre hacía lo que le apeteciera sin importar las consecuencias de sus actos. Pero por su bien, debía mantener las apariencias. Eso, en su mundo, importaba y mucho. Avanzó lo más rápido que pudo rezando para sus adentros por qué no se encontrara en el lugar algún paparazzi sediento por el titular del día.

—¡Al! —intentó inútilmente alzar la voz por sobre el estridente sonido de la música.

Aldana cerró sus ojos, todo en su ser se sentía flotar. Nada importaba. Era libre de toda presión. De toda obligación. De todo lo que su perfecta vida implicaba. Era en esos momentos cuando se sentía libre, aunque solo fuera una libertad efímera.

Sintió como alguien tironeaba de su brazo derecho, el cual mantenía alzado intentando tocar el cielo. Aquel cielo estrellado que pronto se iluminaría gracias a la imponente presencia del rey sol. Giro su rostro hacia quien aun la sostenía y se encontró con la mirada preocupada de su amiga.

—Al, tenemos que irnos.

—¡No seas aguafiestas Ju!

—Tenemos que volver a tu casa antes de que alguien nos vea.

—¡Me vale una mierda! Si al mundo no le gusta lo que ve, que mire para otro lado.

En ese instante, Sofía y Luján se unieron a ellas, ambas bastante más afectadas que Aldana. Una hora antes, un muchacho que acababan de conocer les había vendido un par de Rolas.

—Quiero un helado —dijo Luján—. Uno bien grande y de chocolate. Con una cereza. Si, una cereza bien dulce.

Sofía comenzó a reír ante el comentario de su amiga, pero pronto se puso seria y la observó molesta.

—Ahora yo también quiero un helado. Porque tendrá tantas calorías...

Julieta rodó sus ojos ante el comportamiento de ambas muchachas. Ella no las soportaba, le parecían demasiado superficiales. Plásticas. Pero eran amigas de su amiga, no tenía más opción que tolerarlas.

—Tenemos que irnos —volvió a insistir Julieta.

Aldana dejó de saltar y la observo. Había pocas cosas que realmente le importaban en su vida, y una de ellas era Julieta. Ella era incondicional, ella realmente la apreciaba por lo que era y no por lo que tenía. Era una de las pocas cosas reales en su vida.

—Vamos —dijo finalmente.

Ambas comenzaron a caminar intentando encontrar una salida entre tanto gentío. Sofía y Lujan iban detrás de ellas emitiendo todo tipo de protestas, para ambas la fiesta recién comenzaba, pero aún así las siguieron. Una vez fuera del complejo, Julieta observo con excesiva agudeza hacia todos lados intentando identificar algún paparazzi.

Aldana, ajena a lo que su amiga hacía, comenzó a caminar hacia donde había dejado estacionado su auto. En cuanto giró en la segunda esquina se paró en seco. A unos cuantos metros por delante de ella se encontraba un cuerpo inerte en el piso.

Por instinto observo los alrededores en busca de un posible peligro. Al no encontrar nada que llamara su atención comenzó a acercarse para poder observarlo mejor, con la intención de identificar si aún respiraba.

Julieta y Lujan fueron las primeras en alcanzarla, todavía no se habían percatado de aquel extraño que yacía en el suelo, pero fue Sofía quién las alertó.

—¡Dios mío! —gritó Sofía llevando ambas manos hacia su boca.

Julieta y Luján siguieron la mirada de Sofía, la segunda no tardó mucho en identificar al desconocido por la campera que llevaba puesta.

—So ¿ese no es el chico que nos vendió las Rolas(*)?

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Aclaración:

Rolas: una mezcla de éxtasis, anfetaminas y ácido. El éxtasis agudiza los sentidos, la anfetamina produce efectos para que saltes, una vasodilatación y el ácido lisérgico o LSD provoca alucinaciones o estados de alteración"

Hola!!! Acá les dejo un nuevo capítulo, sé que dije que iba a actualizar solo los miércoles, pero mi ansiedad me supera jaja. Así que mientras pueda subiré dos capítulos por semana, los lunes y los jueves.

Gracias por leer, los quiero!

Clau

Adictos SIN EDITAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora