La pesadez de su cuerpo le impedía espabilarse por completo, era como si un manto oscuro y pesado lo cubriera todo a su alrededor. Durante el trayecto en auto, había permanecido en un estado semi consiente, como si la realidad fuese demasiado dura como para enfrentarla de forma plena.
Cada vez que había abierto sus ojos había podido apreciar a través de la ventana diferentes paisajes, provocando en él la sensación de estar siendo teletrasportado de un lugar a otro en cuestión de segundos. Era capaz de percibir que se estaban trasladando en un auto y que transitaban por una ruta, pero todo lo demás, incluida la noción de tiempo, escapaba totalmente de su poder de raciocinio.
En un momento dado, pudo apreciar que el suave deslizar del vehículo había mutado a un leve vaivén y pequeñas sacudidas, lo que le hizo suponer que ahora transitaban una calle secundaria. Intento nuevamente poner todas sus fuerzas en recuperar la lucidez y el total control de su cuerpo.
Una vez que fue dueño de sí mismo por completo, observó con atención a los otros ocupantes del vehículo. Su amigo, quien estaba sentado a su lado, estaba algo encorvado con su cabeza colgando hacia un costado mientras soltaba leves ronquidos.
En los asientos delanteros iban las dos muchachas que conformaban aquel extraño grupo. La rubia permanecía con la vista perdida en la ventana, como si cualquier cosa que estuviese allí afuera fuese mucho más interesante que lo que había en el interior del auto. En cambio la morocha, intercalaba su mirada entre el camino frente a ella y el espejo retrovisor.
Miro por la ventana, afuera la noche gobernaba. Las ópticas que iluminaban tenuemente la calle por la que transitaban a penas si le hacían frente al reinado de oscuridad que los envolvía. Aquella oscuridad parecía querer engullirlos en la profundidad de sus fauces.
De pronto se sintió observado. Miro al frente encontrándose con los ojos turquesa de Aldana, que permanecieron fijos en los suyos más tiempo del que creyó necesario e incluso seguro. Una leve sonrisa se planto en el rostro de ella justo antes de volver a centrarse en la calle. Trago salvia instintivamente, sintiéndose extrañamente nervioso pero al mismo tiempo completamente en calma.
Tras unos minutos comenzó a recordar todo lo ocurrido antes de que se perdiera en la oscuridad. Recordó haber llegado a su casa, encontrándose con Aldana, su amiga y Gabriel. Luego recordó la presencia de Mauro y sus dos cómplices. A su mente acudieron las amenazas. El miedo a que se llevaran a Aldana. Las armas. Los disparos. La sangre.
Cerro sus ojos con demasiada fuerza, haciéndole ver pequeños puntos blancos en aquella oscuridad que sus parpados cerrados le proporcionaban. Sacudió varias veces su cabeza intentando alejar aquellas imágenes de su mente. No quería seguir recordando, porque sabía que si lo hacía se volvería a derrumbar y no estaba en condiciones de poder afrontarlo.
La necesidad de nublar su mente nació de pronto y creció de manera desenfrenada, su cuerpo le pedía a gritos que acallara las voces, ansiaba perderse, hundirse en aquel pozo profundo y sin fondo que lo engullía hasta que todo perdía sentido.
Tanteo sus bolsillos de forma desesperada, sintiendo en la punta de su lengua el amargo sabor de la desesperación y el ya tan característico hormigueo en sus dedos. Su corazón golpeaba frenético dentro de su pecho, provocando que la agonía se expandiera por todo su cuerpo a través de su flujo sanguíneo.
—Mierda, mierda, mierda —repetía en un leve susurro.
—¿Dijiste algo? —preguntó Aldana quien buscaba su mirada a través del espejo retrovisor.
El habitáculo comenzó a sentirse cada vez más pequeño, Damián estaba cayendo preso de la desesperación. Observo nuevamente por la ventana, era imposible divisar algo con claridad, pero era evidente que todo rastro de civilización había quedado atrás.
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Adictos SIN EDITAR
General FictionÉl estaba perdido. Hundiéndose lentamente en un pozo sin fondo del que no tenía intención de salir. Ella se sentía vacía. Intentando llenar ese hueco de cualquier forma que le fuera posible. Él no tenía un motivo por el cual luchar. Ella necesitaba...