CAPÍTULO 2:
"Medellín. Colombia 23: 56 p.m."
Kalipso
¿Hay algo más denigrante que moverse en éste asqueroso mundo?
¿Hay algo más repugnante que servirle de entretenimiento a cerdos repulsivos que no quieren más que tu cuerpo?
¿Hay algo más nauseabundo que mi vida?
La única escapatoria que hallo para mí, es la muerte.
Mi vida se ha convertido en un sumergimiento profundo en la inconsciencia, en las drogas, en los regalos caros, en los vestidos y joyas que deslumbrarían a cualquiera. En mis 20 miserables años no he conseguido nada, no he conseguido más que ser un maldito entretenimiento sexual. Me siento tan frustrada, tan incapaz, tan impotente, soy un ser inútil que ni siquiera es capaz de darse una oportunidad, una oportunidad de vivir, una oportunidad de amar o de sentir cualquier sentimiento que no sea tristeza, ira, resignación o costumbre.
Quiero ser feliz.
Quiero ser feliz. Quiero sonreír simplemente porque sí. Quiero ir a la Universidad y tener amigos que no sean mis compañeras de turno. Quiero conocer a personas que no sean narcotraficantes o ladrones.
Sólo quiero vivir cómo cualquiera.
Pero no tiene caso.
No tiene caso, porque ya no conservo ningún recuerdo de cómo era mi alma antes de convertirme en lo que soy ahora. No odio a nadie, no le deseo el mal a nadie, porque la última vez que lo hice, simplemente acabé peor que esa persona, terminé aquí. Aquí, en ésta ciudad, en ésta red de prostitución, en éste hotel, con éste tipo.
Un tipo al que no he visto en mi vida.
Y va a saciarse conmigo a cambio de dinero.
Sus manos bajan suavemente las tiras de seda imitada en mi vestido, es corto y no cubre mucho de mi cuerpo. El vestido se desliza por mi piel hasta llegar a mis tobillos, y por consecuente al suelo, dejándome desnuda.
El desconocido me mira, observa mis senos, lamiéndose los labios. Recorre los rasgos de mi rostro codiciosamente y yo solo me limito mirar sus ojos verdes llenos de excitación.
La habitación está llena de espejos, y totalmente oscura, por lo que, puedo ver cada ángulo de mi imagen junto a éste sujeto el cual no me inspira absolutamente nada, nada más que asco.
Permanezco quieta. Quieta mientras el desconocido besa ferozmente la piel sensible de mi cuello y sus manos suben y bajan por mi trasero.
Si hay algo que odio, es que me toquen de tal manera.
Entonces sus besos paran y me mira de nuevo.
-¿Eres la verdadera Kalipso?- rompe el silencio.
-¿Qué te hace pensar que no?- respondo indiferente.
Ladea la cabeza aun observando mi cuerpo y no puedo evitar fijarme en que, lleva tatuada a una serpiente cascabel en su cuello.
-Hay muchas que se hacen llamar cómo tú. Sin embargo, no he encontrado a la original.
Soy consciente de que, muchos en éste maldito negocio, me han dado renombre, ¿Pero eso de que me sirve?
-¿Tanta fama tengo?-
-Digamos que sí, por eso. Ésta noche yo juzgaré si eres o no la chica a la que estoy buscando-
-Tienes libertad de hacer lo que quieras-
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EL DIABLO II
RomanceTengo los demonios que buscas. Malo por nacimiento, cabrón por elección.