CAPÍTULO 12:
"8:00 a.m."
Bed Stuy, centro.
El Diablo.
¿Qué jodidos estoy haciendo?
Dejé que me viera como nadie me ha visto jamás y no conforme con eso, dejé que viviera para contarlo.
Mi secreto pende de un jodido hilo, y la maldita de Monserrat tiene la tijera para cortarlo.
Soy un imbécil.
No, claro que no lo soy.
Necesito sacar algo a mi favor. Necesito que Monserrat recupere la carta y averigüe quienes más saben mi verdad. Ahora que ella sabe, no me será tan difícil manipularla.
-Diablito ¿Estás poniéndole atención a la señorita?- Francis chasquea los dedos en mis narices.
-¿Qué?- paso mi mano sobre mi cabello despeinándolo, tratando de abandonar los malditos pensamientos que rondan mi mente.
La rubia de bienes raíces me mira al igual que Francis, quien ahora trae la melena teñida de azul, lo que lo hace parecer un algodón de azúcar junto con su camisa rosa estampada con palmeras. Y mocasines marrones. Odio los mocasines.
-Bueno...- aclara su garganta la rubia – Aquí están los papeles que debes firmar para el traspaso de la propiedad- me entrega un sobre amarillo con documentos dentro.
-Firma- le cedo el sobre a Francis.
Pondré la casa a su nombre, el burdel y mis autos, por ahora no necesito tantos lujos. Cuando la policía se olvide de mí, comenzaré con mis excentricidades de nuevo.
He pensado en comprar un cádiz para beber mi whisky.
Francis firma serio, fingiendo leer cada clausula en el contrato, pero estoy seguro de que no entiende nada.
-Quieres darte prisa, no tengo todo tu maldito tiempo- espeto.
-Ya voy, cariño- lame la punta del esfero y finalmente firma con entusiasmo la última hoja, para luego entregar los documentos nuevamente a la rubia.
-Gracias por su compra, señores- ella se pone de pies, Francis y yo imitamos su acción –Y espero tu llamada- me mira.
-Creo que hago mal tercio- sonríe Francis.
-Cierra la boca- respondo y vuelvo mi vista hacia la vendedora – Ya hiciste lo que quería- saco mi arma de su escondite y le disparo sin previo aviso directo al corazón sin un solo ruido –Adiós.
-¡Oh, Dios mío!- chilla Francis moviendo sus manos, mientras le salpica un poco de sangre a su camisa casual.
-Maldita sea, cállate, ¡¿crees que puse un silenciador en el arma para que tú hagas más ruido que la bala?!-
-Pero... pero, la mataste- chilla nuevamente, ésta vez en voz baja.
-Ya sé, mierda- tocan la puerta de la oficina –Gracias a ti, de seguro ya sospecharon-
-¿Noah? ¿Estás bien?- hay una mujer tocando la puerta incesantemente.
-Em, sí, sólo se regué el café en mi falda- Francis hace una mala imitación femenina con voz aguda y le reprimo.
-Imbécil, cállate-
-¿Noah? Noah voy a entrar-
Francis me mira con los ojos bien abiertos.
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EL DIABLO II
RomanceTengo los demonios que buscas. Malo por nacimiento, cabrón por elección.