CAPÍTULO 29
"Bed Stuy, 22:30 p.m."
Carretera del Desierto
Kalipso
Escucho claramente los latidos de mi corazón casi palpitándome en los oídos mientras soy detenida por la cintura por el hombre que me trajo a rastras hasta aquí, quien amenaza con hundir un puñal, que está apuntando a mi espalda, en mi piel.
El tiempo se detiene.
Observo el auto del Diablo acercarse mientras la gente lo aclama, todos piensan que él ganará, todos piensan que nada pasará. Y todos pensaron que Enrique tenía razón en cuanto vociferó a los cuatro vientos que no debían subir todos al puente, ya que éste no resistiría.
Y por Dios, las rodillas me tiemblan conforme él aumenta la velocidad en mi dirección. La respiración me falla e intensifico el dolor en las palmas de mi mano clavando mis uñas en ellas.
Supongo que Enrique ya habrá activado la bomba y el sensor que hay en ésta. Él mismo me lo reveló luego de haber empezado la carrera, el mismo ahora finge estar preocupado.
El convertible viene a toda velocidad, veo al Diablo a través del parabrisas mientras aprieta el volante y me mira con determinación, haciendo caso omiso a Hudson quien grita porque pare.
― ¿Qué quieres? ― digo contemplando el escenario.
― Cállate―amenaza con hundir el puñal en mí y su voz me es totalmente desconocida.
Analizo todo con la mirada, hasta que encuentro a Francis corriendo de un lado a otro, desesperado y de la nada, toma el arma que trae Gino en los pantalones para luego disparar a diestra y siniestra en mi dirección con tembleque en las manos. Mi captor se mueve de un lado a otro tratando de esquivar las balas y yo, aprovecho para empujarlo fuerte hasta que cae de trasero en el suelo del puente.
Pienso en impulsarme para correr lejos, pero recuerdo que no puedo salir del perímetro del puente ya que el sensor explotaría, así que, dirijo mi vista hacia el auto del Diablo, el cual antes de entrar, frena a raya haciendo resbalar el auto hacia mí.
― ¡Salta, morena! ― grita exasperado y yo sólo presencio la manera en la que el auto entra en la zona, provocando que el sensor se active y, en cuanto llega a mí, salto hacia el capó agarrándome de las plumas limpiaparabrisas mientras la velocidad es aumentada y la explosión se pone en función, quemando la parte trasera del auto.
Él me extiende su mano por la ventanilla, la miro, sin dudar en sostenerme fielmente de ella mientras clavo mis tacones en el metal del auto rogando por no caerme.
Ni siquiera regreso a ver al tipo que me trajo aquí.
Ni siquiera proceso los gritos de la multitud.
Me aferro a su mano, cerrando los ojos, mientras el auto cruza el puente a toda velocidad con las explosiones detrás.
Es cuando llegamos a la otra orilla del puente, es cuando el auto nuevamente es frenado a raya y desviado sobre la arena fuertemente, haciéndome resbalar del frío metal, cayendo de rodillas frente a los faros encendidos del convertible.
― ¡¿En qué carajo estabas pensando, niña estúpida?! ―aventa la puerta del auto, saliendo de él y pasando su mano por su cabello, al mismo tiempo que camina hacia mí, y yo me limito a mirar la llama que baña la parte trasera del auto desde mi altura.
ESTÁS LEYENDO
EL DIABLO II
RomanceTengo los demonios que buscas. Malo por nacimiento, cabrón por elección.