XL

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CAPÍTULO 40

"Bed Stuy, 9:09 a.m."




Kalipso.


Hay ocasiones en las que debes escapar de lo que te hace daño.

Hay veces en las que tienes terror de caer en las manos del mal.

Hay... ciertas situaciones en las que las personas normales huyen de lo que las hiere.

Y luego estoy yo. La única mujer que hace hasta lo imposible por permanecer junto al Diablo.

Relamo mis labios deshidratados las veces que puedo, ya que la fuerte brisa en éste lugar los seca a cada segundo. El hombre a mi lado, entrecierra sus ojos para evitar que el viento los lastime y acto seguido, se coloca un par de gafas oscuras para luego sonreírme.

―¿Me veo muy Francis? ―pregunta y me veo obligada a recorrer de pies a cabeza su estilo, debo admitir que las camisas floreadas junto a un pantalón de cuero no le quedan nada mal, y es que, a éste hombre, nada podría quedarle mal.

Finalmente, tomo una peluca con hebras rubias de mi pequeño bolso para luego colocármela cuidadosamente, con el objetivo de que el delicado cabello no se enrede. Mi estilo va desde un corto vestido a cuadros, hasta unos tacones de plataforma con los cuales apenas y puedo caminar.

―Sólo un poco ―hago un ademán con mi mano.

―Ten. ―Él me entrega una pequeña pistola la cual, guardo en mí brasear.

―¿Y si algo sale mal? ―cuestiono tímida.

El hombre a mi lado me dedica una pequeña sonrisa y saca un calibre mucho más grande que la pequeña arma que me fue entregada.

―Entonces iremos a prisión, mi amor. ―enciende su porro, al parecer ya encontró a un nuevo distribuidor.

Suspiro fuerte, procesando el plan. Procesando los riesgos que correremos cuando todo esté en marcha y sobre todo, proceso la ira que esto provocará.

Es cuando mis pies tocan la realidad, cuando palpo el fondo que he tocado ya con este hombre, y mis impulsos me guían hasta tomar su rostro entre mis manos, acariciando sus labios con los míos, dejando que sus manos toquen mi trasero para apretarlo y poder sentirlo mucho más.

―Vámonos ―dice él, retirándose de mi lado y al mismo tiempo, acariciando mi cintura.



(😈)


―¿Qué haremos ahora? ―murmullo hacia él, mientras observo un inmenso local de lencería femenina, con toda clase de ropa interior.

―Cierra la boca y sígueme la corriente ―nos acercamos a un estante, con braseares de colores bastante llamativos.

―¿Puedo ayudarlos? ―una chica joven acompañada de una gran sonrisa llega a nuestro lado, en su blusa tiene bordado el nombre del negocio dentro del cual nos encontramos y respiro hondo.

―Hola ―El Diablo le dedica una de sus típicas sonrisas coquetas ―.Eh, mi novia y yo buscamos algo... ya sabes para una ocasión especial ―le medio guiña un ojo, y la joven asiente como si estuviese hipnotizada.

EL DIABLO IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora