XIV

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CAPÍTULO 14:

"Bed Stuy, 2:47 a.m."

Avenida "Cornelius"



El Diablo.

Juego, juego todo el tiempo. Me he convencido de que mi vida es un maldito juego en cada momento que talvez, jamás me tomaré nada enserio.

Lo único bueno es que, en mis turbios juegos, yo jamás llevo las de perder.

La velocidad que posee el auto hace que mi cabello revolotee al ritmo de la brisa que entra por mi ventana abierta y las luces de las escasas farolas en la calle son cómo un rayo por lo rápido que alumbran el interior del convertible.

He follado y he bebido todo el tiempo, se suponía que había hecho todo bien. He estado colocado las veces que querido y se lo he colocado a quien he querido. Yo sólo me basto y las drogas me complementan en el punto exacto.

¿Estás tan demente cómo yo?

-¡Para!- la voz de Adria me saca de mis pensamientos, y cuando reacciono, caigo en cuenta de que tengo el acelerador a apenas centímetros del tope, y la pelirroja, hunde sus uñas en el cuero del asiento tan fuerte que el forro parece rasgarse.

-¿Para eso querías venir?- disminuyo la velocidad – ¿Para lloriquear como una maldita mocosa?- mantengo la vista en el frente.

-No seas grosero, Diablo-

-No seas igualada- enarco las facciones en mi mandíbula –Recuerda que sólo eres...

-Tu perrita de cabellos rojos- farfulla – ya lo sé.

-Entonces no te quejes-

-¿Y qué es Kalipso? ¿Eh? ¿Ella si es tu puta oficial?-

No me queda más que estacionar el auto.

-No me des motivos para dejarte aquí-

Sus labios rojos se aprietan cómo si estuviese conteniendo mil insultos.

-¿Por qué no respondes? ¿Te da miedo admitir que te gusta esa estúpida?-

Río -Pero claro que me gusta- bufo – Me gusta cómo me gustas tú, cómo me gustan todas- aclaro.

-Pues si te gustase así, no te pondrías celoso de Diego- habla, aprieto las manos en el volante calmando las ganas que tengo de cortarle la garganta por imprudente – he visto cómo la vena en tu cuello se marca cada vez que Diego está junto a ella-

Cierra la boca Adria.

Cierra tu puta boca si no quieres terminar en un barranco ésta noche.

-Y tu ¿qué? roja ¿estás celosa?, no me digas que una de mis perras se ha enamorado de mí- bufo con malicia –otra vez...-

Puedo ver cómo trata de tranquilizar sus adentros, aguantando las lágrimas.

-Ni siquiera puedes responder lo de Diego- suspira.

La tomo del cuello abruptamente acercándola a mí.

-Ni siquiera respondes si estás celosa o no- noto que el aire se le acaba así que suelto mi agarre.

-¡Sí!- recupera aire – Estoy celosa cómo no te imaginas, imbéci...- no dejo que termine nada de lo que piensa decir porque pongo de lleno mis labios sobre los suyos, no me es difícil adivinar que corresponderá al instante y hará lo que yo quiera.

EL DIABLO IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora