IX

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CAPÍTULO 9:

"Bed Stuy 16:40 p.m."

Wabes.



El Diablo.

Cal el jodido padre de Kalipso o mejor dicho... Monserrat.

Si ella se entera de que yo lo asesiné, tendré que matarla antes de que ella lo haga conmigo, no dudo que lo haría, me doy cuenta de la manera en que me mira, me mira de una forma extraña, pero no dudo que si tuviese un arma me mataría en la primera oportunidad, además, después de cómo la he tratado, hará lo que sea para librarse de mí.

-Son los balances de la última semana en que Aldo, perdón, el Señor Aldo Vaccarelli fue el dueño- la secretaria, bueno, mi secretaria pone en mis manos documentos de ventas, mercado y no sé cuántas cosas más. Posteriormente, abro la carpeta y constato que, efectivamente, el incompetente de Vaccarelli no ha vendido absolutamente nada en los últimos 3 meses.

-Bien- acaricio mi barbilla – pondremos a Loyality Cars de vuelta en el mercado.

La mujer contonea sus caderas hasta salir de la oficina y estoy solo de nuevo. Michael y Gabriel se quedan fuera mientras estoy dentro de la oficina, el Wabes sólo abre en las noches así que gasto mi tiempo diurno aquí para luego ir al burdel en las noches.

Tengo una vista perfecta del Bed Stuy en toda su esencia y de los límites del mismo, incluso puedo ver los suburbios en todo su "esplendor".



Kalipso.

La casa de Hudson es acogedora en verdad, hay lámparas colgantes en casi todas las habitaciones, muebles rosáceos adornan el primer piso y las paredes están coloreadas en tonos crema los cuales, abrazan encantadoramente a los cristales azulados de las ventanas.

He tomado un baño luego de llegar y mis heridas han sido atendidas de inmediato, ahora tengo un pequeño parche en mi ceja y mis rodillas cicatrizan con éxito, además la herida de mi cuello ha sido limpiada y desinfectada correctamente por el doctor personal de Hudson.

Mastico despacio, aunque muera de hambre, no puedo dejar a un lado mis modales, no hasta que sepa cómo moverme con él. Hudson termina su comida, ambos estamos a cada extremo de la mesa. Sus empleadas son amables y sofisticadas, nada que ver con las tipas que hay en el Wabes, en especial la pelirroja. Maldita.

-¿te sientes mejor?- pregunta, viendo el periódico.

-sí, gracias-

-Monserrat...- deja a un lado el papel noticiario y me mira.

-dime- le invito a continuar.

-seré sincero contigo- sigo mirándolo.

-continúa- digo y doy un sorbo a mi jugo de manzana.

-yo... yo conocí a tus padres-

Trato de parecer apacible, aunque la curiosidad me mate por dentro. No me inmuto, sigo mirándolo a los ojos.

-supongo que eso lleva a la respuesta de mi pregunta, de: ¿por qué me ayudas?-

-sí- baja la mirada.

-bien-

-hace años conocí a una mujer. Hermosa, cabello castaño oscuro y ojos deslumbrantes, azules como el mar- noto un brillo especial en sus ojos –por ella entré en éste mundo-

EL DIABLO IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora