XXIV

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CAPÍTULO 24.

"Bed Stuy, 5:00 a.m."



Kalipso

―Cristofer, por favor, por favor― pido, ruego, suplico desde mi lugar.

Michael le apunta con su arma, y Cris, apunta a Francis quien permanece estático.

Cristofer no dice nada, se mantiene serio analizando la situación.

―Termina de cortar― le ordena a Francis.

― ¿Por qué? ― pregunta Francis de vuelta.

― Hazlo― Cristofer suspira y baja su arma ― Les ayudaré a escapar.

― ¿Qué? ¿Por qué? ¿Por qué deberíamos fiarnos de ti? ― arremete Michael.

Francis me mira, sube sus hombros y continúa con su acción anterior.

― No lo hago por ustedes, lo hago por ella― Cristofer me mira.

¿Por mí?

Mis ataduras al fin se deshacen y soy libre. Pongo mis manos en el suelo y luego me impulso para ponerme de pies.

― ¿Por qué? ¿Qué razón hay...?― comienza Michael.

Interrumpo.

― No importa, da igual porque no puedo irme.

― ¡¿Qué?! ―grita Francis y los otros dos sólo me miran con los ojos bien abiertos.

― Hudson dará un rescate por mí y...

Ahora soy yo quien es interrumpida.

― No Monserrat, no todo lo que dijo Jacko es cierto― argumenta Cristofer mientras me mira fijamente. ― Jacko no planea devolverte a cambio del rescate. Te quiere llevar a Hollywood, a la red de trata en Estados Unidos después de que consigas la información para él. Si te quedas aquí... no volverás a ver a ninguno de tus amigos― mira a Francis y a Michael.

― ¿Q...qué? ―titubeo tratando de procesar todo lo que me ha dicho.

― ¡CRISTOFER! ― Jacko ha despertado y abre la puerta de la camioneta con una patada.

Tengo que irme, el intercambio no se hará.

― ¡Escapen! ¡Váyanse, ahora! ― Cristofer me cede su arma y mientras saca otra de su pantalón, Jacko corre en dirección a nosotros.

― Gracias, gracias Cris― acepto su arma y la guardo detrás de mí pantalón, pero antes de irme Cristofer me toma del brazo.

― Siempre quise sacarte de esto, el día que el Diablo te compró, Jacko jamás mandó a ese hombre por ti. Fui yo, yo deseaba tanto o más que tu verte libre― me suelta y baja la vista a su arma para luego apuntarle a Jacko y éste se queda estático antes de llegar a su meta ― Y ahora lo serás ¡Váyanse ya! Yo me encargo de Jacko.

Corro, corro hasta Francis y tomo su mano, el aprieta la mía para luego salir despavoridos junto a Michael por el árido paisaje y, hasta ahora, caigo en cuenta de que no sé cómo regresar al Bed Stuy.

― ¡Oigan, no sé cómo regresar! ¡Ni siquiera sé en dónde estamos! ― grito, trato de mantener el ritmo de Michael mientras mis pechos suben y bajan conforme corro.

Parece que en cualquier momento se me van a arrancar del torso.

― ¡Tranquila, yo conozco muy bien éste lugar! ― responde Michael para mi alivio.

EL DIABLO IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora