CAPÍTULO 18:
"Bed Stuy, 4:32 a.m."
Conjuntos del Valle.
El Diablo.
Aprieto su cintura a mi cuerpo, mientras beso sus labios. Y puedo sentir el calor acumulado, entonces decido divertirme un rato, haciendo que la calavera de tinta tome lugar en mi rostro, mis manos y todo. Ella me provoca esto.
Para el momento en que nos separamos, Monserrat abre sus ojos más de lo normal.
― ¿Sorprendida?
―No hagas eso―su dedo acusatorio me señala.
Río, me provoca bastante gracia verla enojada. Su nariz arrugada en cuanto está confundida me excita.
― ¿Qué te hace pensar que yo haré lo que me pidas?― me cruzo de brazos mirándola.
―Basta, me recuerda a la noche en...
―La que casi te mato―completo por ella, entonces su mirada se vuelve tímida, amenazada, y retrocede―. ¿Me tienes miedo, bombón?
― ¿Por qué me llamas así? ―me acerco hasta poder sentir su olor.
―No has respondido a mi pregunta― levanto una ceja.
―No, no te tengo miedo― levanta la barbilla y su mirada se relaja―. Responde a mi pregunta.
Beso la curvatura de su cuello y agrego:
―Tu cabello es igual al chocolate negro, cómo la cobertura de un Bombón- levanto mi vista hasta sus ojos, cómo si con los míos pudiese devorar cada destello de humanidad en su mirada―. Y tu piel igual que el centro dorado de un bombón para nada común, éste sólo lo disfrutan los privilegiados.
Bufa.
― ¿Y tú eres un privilegiado?
Ruedo los ojos y sonrío.
―Se podría decir― beso por última vez su cuello y me alejo, al mismo tiempo que vuelve mi aspecto natural.
― ¿De quién es ésta casa?
―Mía.
― ¿Tú no vivías en el Wabes?
― Lo hacía, pero cómo comprenderás necesito privacidad.
― Comprendo― baja la vista.
Y esperaba esto para soltar la bomba.
― Bombón, quiero que vuelvas con Hudson― se tensa ante mis palabras.
― Te dije que no.
Debería llevarla con él yo mismo, debería enseñarle a contestarme de la forma correcta, pero me contengo y pienso en llevar el asunto por la paz, almenos hasta que yo quiera.
― ¿Por qué no?
― Quiere que me acueste con él.
Mis ojos envuelven los suyos una vez más. No puedo cambiar eso, yo sabía que tarde o temprano el vejete iba a querer revolcarse con Monserrat. Pero ¿Por qué yo me opondría a eso?
― ¿Y? ―la miro.
― ¿Cómo que "Y"? ― remata, de nuevo está molesta.
Paso la mano por mi cabello.
Me acerco nuevamente a ella.
―Escucha muy bien porque no lo repetiré― señalo su pecho―. Tu jodido novio vejete tiene algo que quiero, algo que es mío y tú vas a traérmelo de vuelta, sin chistar, sin rabiar y sin berrinches.
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EL DIABLO II
RomanceTengo los demonios que buscas. Malo por nacimiento, cabrón por elección.