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La hora en que Sungmin debía encontrarse con Kangin en el restaurante era a las 8 de la noche.

Sungmin, que estaba sentado en una mesa en el piso de arriba donde podía tener la vista nocturna a través de la amplia ventana, miró hacia el asiento vacío frente a él, suspiró y echó un vistazo a su reloj.

Eran un poco más de las ocho y media.

Ya había terminado tres vasos de agua, indicó que esperaría un poco más al camarero que se había acercado dos veces para tomar la orden, envió mensajes de texto a Kangin cuatro veces, revisó su teléfono siete veces y miró su reloj en innumerables ocasiones.

Después de diez minutos más sin respuesta, estaba a punto de levantarse para irse, cuando Kangin finalmente apareció.

-Ey, lo siento, quedé atrapado en tráfico-. Kangin jadeó, apresurándose hacia el más joven quién frunció el ceño.

-Es domingo-. Sungmin dijo sin tratar de ocultar el cansancio en su rostro. -No había tráfico cuando vine.

-Vengo de la dirección opuesta, ¿recuerdas?- Kangin se sentó, frente a Sungmin, y desdobló la servilleta. -¿Ya ordenaste?

-¿Por qué estás sudando?- Sungmin preguntó sin obtener una respuesta, sintiéndose incómodo al percibir otra mentira por la forma en que se comportaba su novio. -Estabas atrapado en el tráfico, eso significa que manejaste, no que corriste.

-Bueno, supongo que es porque hace calor aquí-. Kangin soltó una risa nerviosa por la sospecha que Sungmin estaba mostrando.

-Estamos a mediados de noviembre-. Sungmin le recordó. -Ayer, empezó a nevar.

-Pero hoy no nieva-. Kangin sonrió. -Quiero decir, el día fue brillante como para jugar un partido de tenis en la tarde.

Kangin levantó su mano y chasqueó los dedos para llamar la atención del camarero, quien caminó hacia la mesa. Abrió el menú mientras preguntaba por el vino de la casa.

Fue entonces cuando Sungmin lo vio.

Algo que lo hizo jadear. Una marca rojiza alrededor de la zona inferior del cuello de Kangin. Estaba seguro de ello. Era claro y vívido, aunque Kangin aparentemente lo había intentado ocultar levantando el cuello de su camisa.

Sungmin imaginó lo impensable y cerró los ojos para mantener la calma. Sin embargo, no pudo evitar agarrarse las manos cuando empezaron a temblar ante la dolorosa posibilidad.

De ninguna manera. No hay manera de que sea verdad. Solo estoy confundido.

Se resistió pensar en la imagen de alguien besando a Kangin y dejando una marca como si estampara una etiqueta que decía él es mío. Pero las mentiras, la disminución en la cantidad de llamadas en estos días, las ausencias por trabajo cada vez más frecuentes y prolongadas. Como era Sungmin quien iniciaba las conversaciones con un cómo estás. Todo calzó en su mente para su tristeza.

El hecho de que Sungmin estaba cansado después de esperar casi una hora y de preguntarse incluso si su novio se presentaría esa noche, no ayudó mucho.

Deja de pensar. Se dijo a sí mismo. Él no te haría eso.

Siempre había pensado que Kangin era el tipo de persona que nunca mentiría.

-Tenemos Marquis de Chasse del 83, señor-. El camarero estaba diciendo.

-Dos copas por favor-. Kangin ordenó. -Y creo que nos saltearemos el aperitivo, pero si tienes la sopa especial del chef, sería bueno.

-No-. Sungmin interrumpió, su voz sin emoción, y tanto el camarero como Kangin lo miraron, desconcertados.

-¿Quieres algo más?- Kangin ofreció con una sonrisa.

Mascarada {KyuMin/YeWook} [TRADUCCIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora