Lo último que Sungmin recordaba de esa noche era el susurro del adiós, y la frialdad del invierno golpeando su soledad en las calles. Y lo siguiente que supo fue que estaba de vuelta en su sala de estar, sin tener idea de cómo había logrado regresar la noche anterior, estaba tumbado en el sofá con toda su ropa todavía puesta, mientras el fresco amanecer llegaba.
La madrugada llegó sin previo aviso, cuando Sungmin aún no estaba preparado para enfrentarla. El cielo todavía estaba oscuro, y las pesadas sombras se filtraron a través de la ventana de cristal, el aire de la habitación se volvió frío. Sungmin estaba asustado. Agotado totalmente de energía, se dejó caer al suelo, se arrastró hasta la esquina donde estaba la lámpara, y accionó el interruptor. No se encendió ninguna luz. La lámpara estaba rota. Él ya lo sabía, pero la apagó y encendió de nuevo, rogando dentro de su cabeza que encendiera. Encendió y apagó, encendió y apagó, repitió el mismo patrón durante todo un minuto, rogándole al dios en el que no creía que hubiera alguna luz. Sabía que todo aquello era falso e irreal. No había luz ni esperanza.
—Por favor—. Suplicó.
El amanecer era abrumador. Estaba temblando, agachado en la esquina, las rodillas contra su pecho y con sus brazos alrededor de sí mismo para darse calor. Solo en la habitación sin luz. Tenía miedo. Habían pasado casi seis años desde que vivía solo, pero esta vez, estaba realmente solo. Al menos durante los últimos años siempre podía llamar a alguien. Ahora, las pesadillas que había sufrido en los primeros años viviendo solo regresarían.
Las pesadillas siempre involucraban a las mismas personas con la misma expresión, sin emociones y con la misma mirada impasible hacia el tembloroso Sungmin. Uno a uno, saldrían ante sus ojos y se deslizarían hacia él, buscando una respuesta.
—Lo siento—. Sungmin sollozó. —Es mi culpa, lo siento mucho.
Cerró los ojos con fuerza y se cubrió la cara con las manos, pero las sombras no se marcharon.
Eran antiguos pacientes cada uno con diferente diagnostico; depresión, trastorno bipolar u otras afecciones mentales, eran a quienes, Sungmin desafortunadamente, no ha podido sanar. Casos que habían terminando en horribles suicidios o asesinatos antes de que él pudiera echar una mano de salvación.
Las sombras ensangrentadas tenían la piel pálida y la cara completamente inexpresiva, pero toda su aura era triste. Nunca parpadeaban, sus ojos eran sombríos, siempre abiertos y mirando a Sungmin de forma recriminadora que lo culpaba por todo lo que había ocurrido.
Sungmin sacudió su cabeza violentamente, temblando de pies a cabeza. Había un chico que fue maltratado tan fuerte en su escuela que se le diagnosticó fobia social, y Sungmin hizo todo lo posible por acercarse a él de una manera reconfortante, pero después de una sola sesión, el niño saltó del tejado de su escuela frente a cientos de estudiantes, su cabeza quedó destrozada y las extremidades retorcidas. Hubo también una adolescente que fue violada por su propio padre y quedó embarazada, luego fue diagnosticada con depresión y fobia social, Sungmin rezó todas las noches por la seguridad de la chica, pero ella se ahorcó, matando al bebé que todavía no nacía. También había una niña de siete años sosteniendo la mano de su madre. La madre era una mujer maltratada que trabajaba 20 horas al día en una fábrica de reciclaje para pagar las desorbitantes deudas debido a la bebida y el juego habitual de su marido, su diagnóstico era depresión y delirios de persecución. Sungmin estuvo profundamente involucrado en sus vidas, las visitaba a menudo para cuidar a la pequeña niña, e hizo todo lo posible para convencerla de que no se diera por vencida. Parecía haber influido positivamente en ella, hasta que ella fue despedida de su trabajo y golpeada por el marido una vez más, hasta el punto de que casi se ahogó con su propia sangre, después de lo cual asesinó a su inocente hija y consumió un montón de productos químicos agrícolas, muriendo por envenenamiento, todo esto antes de que Sungmin pudiera llegar a su casa para detenerla. Sungmin corrió a la casa lo más rápido que pudo, pero luego cayó de rodillas ante el descubrimiento de los dos cadáveres tendidos en el suelo, junto con una nota que decía: Doctor lo siento, simplemente no entendía por qué podía reciclar toda esa basura y no mi propia vida.
Habían más.
Sungmin gritó, pero no hubo sonido.
Bajó la cabeza entre sus temblorosas rodillas y trató de no ver a esas personas muertas acercándose lentamente a él en la habitación oscura. Se había involucrado demasiado con ellos cuando estaban vivos. Es por eso que simplemente no podía olvidar. Es por eso que todavía lo atormentaban cuando todo estaba oscuro y cuando estaba solo.
Las lágrimas se desbordaron, lo que le hizo jadear. Cuando levantó su cabeza de las rodillas, allí estaban todos, apenas a un centímetro de su cara, agachados a la altura de Sungmin, todos esos pares de ojos mirándolo directamente, en busca de él, mirando a través de él. Nunca hablaban, solo lo miraban con reproche.
—Lo siento—. Sungmin repitió con la voz quebrada, estremeciéndose por el escalofrío que le recorría la espalda.
El sol de la mañana finalmente estaba liberando su luz en la habitación. Y a medida que se volvió más brillante, todos los muertos comenzaron a desaparecer, para alivio de Sungmin.
Sus sollozos sin aliento disminuyeron, pero se mordió los labios con tanta fuerza que sangraron, se dio cuenta entonces que las pesadillas habían regresado.
Y él había sido abandonado. Estaba completamente solo.
Recordó el último toque de Kangin, respiró suavemente y luego se desmayó.
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Mascarada {KyuMin/YeWook} [TRADUCCIÓN]
FanficCho Kyuhyun es un príncipe que lo tiene todo. Pero hay una cosa que él nunca podrá conseguir, aceptación. Está cansado, está disgustado, está harto de la pesadilla de la que no puede escapar, y su psiquiatra, Lee Sungmin, puede ser su única esperan...