capítulo 36

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—Mira. Necesito saber cosas sobre mi naturaleza vaniria —explicó queriendo serenar los ánimos. —Te he perdonado lauren , así que no hay necesidad de mantener el hacha de guerra. He querido comprender que todo formó parte de una gran equivocación. Aun así, no me gustan vuestros métodos ni las ansias de venganza que tenéis. No voy a olvidarlo —le advirtió.
No, claro, élla ni quería ni el hacha de guerra ni que olvidara lo sucedido entre ellos. Ella quería fumar «la pipa del amor».
—Yo no quiero estar en guerra contigo, princesa.
—Entonces: ¿Tú me vas a ayudar a entender esa parte de mí o tengo que acudir a otro para que me explique qué soy y de dónde vengo? Tu hermana me ha ofrecido su ayuda y esta noche...
—Te ayudaré en lo que sea necesario —sonrió con presunción. —No tienes por qué acudir a mi hermanita. ¿Qué quieres saber? —estaba irritada.
—Muchas cosas... Si no sois vampiros —dijo intentando desviar la tensión del momento, — ¿qué sois? Ya sé que venís de los dioses, pero ¿me lo explicas mejor?
—Tu abuelo te habló de las dos razas de dioses que experimentaron con nosotros ¿verdad? — camila  asintió. —Los vanir, que eran los dioses que apoyaron a los aesir en el plan evolutivo de Odín con la humanidad, vieron que los berserkers adquirían cada vez más y más poder. Cuando se hibridaron con los humanos, la energía del Midgard podía llegar a desequilibrarse con lo que se necesitaba a otros guerreros que ayudaran a mantener la energía de la tierra y la protección de la humanidad, pero sobre todo unos guerreros cuya labor también era la de controlar a los berserkers de que no abusaran de su poder. Los berserkers son muy tribales y eran incapaces de acabar con la vida de los híbridos que se habían convertido al poder de Loki. Y fueron muchos. — Los lobeznos.
—Sí. Seguían viéndolos como parte de su clan. No se atrevían a matarlos, con lo cual las guerras no cesaban y los berserkers que no se habían corrompido caían en número ante los lobeznos que no tenían compasión ni escrúpulos a la hora de eliminarlos. Los vanir decidieron que era el momento de participar en ese plan evolutivo y de protección a la humanidad. Si los aesir tenían representación en el Midgard, ellos también querían tenerla. Además, era un modo de igualar las fuerzas con los aesir, un modo de cubrirse las espaldas también contra ellos. Ya habían tenido antiguos enfrentamientos y, aunque entonces ya habían firmado la paz, no era muy recomendable que uno de los dos grupos de dioses que controlaban el Asgard, tuviera un ejército tan fuerte a sus órdenes, y el otro ninguno. Además, Loki estaba apretando muchísimo con sus tretas y pensaron que no vendría mal la ayuda de otras manos. —Y entonces os crearon a vosotros. —Bueno, no exactamente. Somos mucho más jóvenes que los berserkers. Nosotros aparecimos hará unos dos mil años atrás. Una época en la que la oscuridad creada por Loki ganaba terreno en la Tierra y donde los berserkers apenas podían controlar todo el daño que se hacían los humanos entre ellos. Los vanir son unos dioses que no tienen nada de bélicos. No saben nada de la guerra. Son dioses que representan la riqueza, son los creadores de las artes mágicas, exaltan el amor, el placer y la sexualidad, y promueven la fecundidad y la paz. Pero quisieron tomar cartas en el asunto para ayudar a equilibrar la balanza. Así que estudiaron a los clanes de humanos guerreros que poblaban la tierra y los mutaron genéticamente. Tomaron a espartanos, vikingos y celtas, seres humanos que sabían del arte de la lucha y la espada y les ofrecieron una serie de dones. Njord, Frey y Freyja, los principales dioses vanir, fueron los artífices de nuestra transformación.
—¿Cómo os transformaron? —preguntó acercándose a élla y deseosa de tocarla e inspeccionar ella misma esos cambios.
Lauren se sintió vulnerable cuando ella se aproximó de aquel modo. Su pastelito de queso y frambuesas estaba ya demasiado cerca.
—Freyja fue la que nos dotó de todo el poder. Nos entregó la belleza física. —¿Antes eras un adefesio? —le preguntó arqueando las cejas. Lauren  se echó a reír.
—Nos hizo atrayentes a los ojos de los demás y sexualmente muy activos, llenos de una vitalidad erótica que no tiene ningún otro ser en la tierra —eso último lo dijo en un tono tan ronco que camila  se estremeció. —Nos dio poderes curativos, con lo que nuestros cuerpos cicatrizaban y se regeneraban con rapidez, y nos otorgó poderes mágicos como la telepatía, la capacidad de volar y la telequinesia. Pero no todo es oro lo que reluce. Freyja estaba harta de llorar lágrimas de sangre, de oro rojo, cuando Od, su esposo, la abandonaba por tan largas temporadas. Así que sintiéndose despechada nos hizo débiles ante aquellas que serían nuestras parejas eternas, nuestras verdaderas mujeres. Nos quitó la capacidad de saciar nuestro apetito y nos lanzó a una vida inmortal de hambre eterna, hasta que encontráramos a nuestra verdadera pareja, nuestra cáraid. Su sangre se convertiría para nosotros a algo parecido a la ambrosía. —Así que Freyja dijo algo así como: «tragaos mis lágrimas».
—Más o menos. Entonces, sólo entonces, nosotros dependeríamos de nuestra pareja, nos entregaríamos a ella, porque sin su sangre moriríamos y los más débiles acabarían transformándose en nosferátums. —¿Cómo?
—Loki tiene un radar para la vulnerabilidad del alma vaniria. Encuentra a los que han sido rechazados por sus cáraids y les da a elegir entre la muerte que llega inevitable sin los recursos de la sangre de la pareja o entre la vida eterna, bebiendo y saciándose con los cuellos de los humanos. Loki te ofrece dejar de pasar hambre y saciarte con la muerte de un ser humano. A cambio de ese pacto roba sus almas. Muchos vanirios lo aceptan —se encogió de hombros resignado.
—¿Me estás diciendo que todos los vampiros son hombres despechados por sus parejas? —Casi todos. O hombres cansados de buscarlas. Como ves, somos vulnerables ante vosotras. Cuanto más tiempo pasamos sin encontrar a nuestra mujer, más cerca está Loki de nosotros. Y si la encontramos y ella nos rechaza, entonces si uno no tiene honor, cede ante lo que Loki le ofrece. Somos débiles porque aunque nuestra alma es inmortal, sigue siendo humana. Por eso, la cáraid de un vanirio es sagrada. Con ella recuperamos el sabor, cerramos las puertas definitivamente a Loki, saciamos el hambre y mantenemos nuestra inmortalidad y nuestros poderes. Si no obtenemos el favor de nuestra cáraid y si ella nos priva de su sangre una vez ya la hemos probado, si por alguna razón se niega a nuestra naturaleza, nosotros elegimos entre morir o perder nuestra alma a manos de ese toca huevos de diablo. ¿Entiendes? Lo más importante para nosotros es hallar a nuestra mujer y luego mantenerla a nuestro lado.
—Me recuerda al lema de los Cynster —susurró ella. Le encantaba Stephanie Laurens. —¿Quién?
—Nadie. ¿Y si sentís que es ella, pero no habéis probado su sangre? ¿Qué pasaría? —preguntó intrigada.
—Entonces uno intenta mantener la esperanza y se dispone a sufrir el tormento de los condenados hasta que beba de ella.
Camila  se mordió el interior del labio para evitar preguntarle lo que la corroía. ¿lauren  tenía cáraid? De repente una punzada inesperada de celos le agarrotó el corazón. No tenía intención de analizar esa reacción.

Almas gemelas (camren G!p adaptacion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora