capítulo 84

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—Ni hablar, jovencita —la recriminó ella. —Ahora mismo te metes en el jacuzzi y luego a la cama.
—No lo entiendes. Tengo que ir al centro de Londres. He quedado allí con...
—No has quedado con nadie. Lauren ha llamado —la empujó suavemente hasta hacerla entrar en el baño y abrió el agua. —Nos ha prohibido que te dejemos salir. —¿Qué...? —gritó ella enfurecida. —lauren  puede decir misa, pero yo... —camila  —María la tomó dulcemente de la cara— no la contradigas en eso. Lo primero es tu seguridad.
A camila  le temblaba la barbilla de la impotencia. Lauren  estaba empeñada en controlarla y parecía que todos lo obedecerían a ella antes que a ella.
—Pero... esta noche —susurró acongojada— va a haber una pelea... y quiero estar ahí.
— Tranquila, niña —la ayudó de un modo maternal a descalzarse y a quitarse los pantalones. — No le va a pasar nada. Es muy fuerte. —No me preocupo por élla  —se apresuró a contestar. María alzó las cejas con incredulidad y sonrió.
—Eres orgullosa como tu padre y muy cabezota, pero no me engañas. Sólo estás resentida con élla por algo que te ha hecho, pero sé que la quieres, La primera noche que llegaste aquí —recordó meneando la cabeza con gesto risueño— lo supe. Ella te miraba como si fueras lo más hermoso del mundo y tú a élla la mirabas de un modo... ufff... Tendrían que haberos hecho una foto. —Te equivocas.
—No, cariño, no lo hago —una vez desnuda la ayudó a meterse en la bañera de hidromasaje. — Con cuidado no resbales. Así, muy bien —le dio al botón de encendido y el agua empezó a burbujear. Seguidamente tomó sales de baño de aroma afrutado y lo vertió dentro de la bañera.
El cuerpo camila  se estremeció ante el agua caliente, pero enseguida pudo estirarse sin que el hombro se sumergiera del todo y al instante se relajó. El olor a frutas subió hasta su nariz. María pasó una esponja de agua caliente por el rostro de camila  y limpió la sangre seca de su cara.
—lauren  ha mandado a diez hombres hasta aquí. Ahora están vigilando la casa entera. Yo tengo órdenes estrictas de cuidar de ti hasta que todo se solucione.
Lauren  no se fiaba de ella y camila  sonrió al darse cuenta de que la empezaba a conocer bien. Era ella a élla que no lo conocía del todo. Frustrada por no poder desafiarla ni doblegarla con ninguna de sus decisiones, graznó como un animal.
—Estúpida —golpeó el agua con el puño cerrado. —Estúpida. Estúpida. Yo tenía que estar ahí... Esta noche se van a pelear por mí, machista arrogante... Cuando la coja la  mato... —gruñó entre dientes. —Voy a cogerle esa cara tan bonita y se la voy a aplastar... Aaaaarg —gritó rendida.
María la miró mientras sostenía la esponja en el aire. Entonces estalló a carcajadas intentando coger aire a cada bocanada. —Jesús, niña —rió María. —Vaya carácter.
Camila  se obligó a tranquilizarse, pero permaneció callada pensando mentalmente en lo que iba a hacerle a esa mujer  cuando volviera a verla. Tenía que beber de ella y ella de ella. Pensó que drew vendría antes del anochecer para sacarle sangre y traerle la de lauren , pero se angustió al ver que eran las ocho y media de la tarde y nadie había aparecido por su casa. Vestida sólo con una larga bata de seda amarilla, su pelo descansaba seco y reluciente sobre los hombros, extendiéndose hasta la mitad de su columna vertebral.
Cruzada de brazos, miraba a los berserkers y vanirios que rondaban los alrededores de su casa y pensó en lauren . La mantenía encerrada. ¿Y si...? ¿Y si lauren  no venía esa noche a buscar su sangre? ¿Y si se atrevía a beber de otra mujer?
Apretó la mandíbula ante esa dolorosa idea. No. No aguantaría que lauren  se acercara a ella con el olor de otra mujer.
Más preocupada de lo que le apetecía estar, se vio sentándose en el saliente interior de la ventana, cogiéndose las rodillas y apoyando su frente en el frío cristal.
Rezó para que lauren  regresara a salvo y rogó que nadie más que ella pudiera alimentarla. Pero sobre todo imploró por la fuerza necesaria para no ceder ante el deseo persistente, la necesidad abrumadora de contactar con su mente. Habían decidido no comunicarse entre ellas como hacían las parejas, había sido el deseo de lauren , y antes tendrían que matarla para romper ese pacto. Si ella cedía, la dejaría más a la merced de la vaniria. Ella era la débil. Lauren  parecía la fuerte. Si camila  no le demostraba que ella también podía ser fuerte, entonces estaba perdida y tenía que marcar su territorio con lauren , porque si no, una mujer  como ella lo ocuparía todo.
Le empezaban a sudar las manos, el corazón corría con la intención de salírsele del pecho y tenía el estómago encogido por un dolor sordo y agonizante que no le dejaba siquiera respirar sin aliviar un sollozo.
La necesitaba. Dependía de ella. Estaba enamorada y ya no podía negarlo por más tiempo. Pero debía luchar contra eso porque no era aconsejable entregarle el corazón a alguien tan posesiva y abusóna como ella.
Nunca se lo entregó a simon cuando creía que era su padre, nunca luchó por su amor. Y mucho menos iba a hacerlo ciegamente con alguien a quién sí anhelaba porque entonces lauren  la anularía y ella sería infeliz.
Pero esa mujer  estaba debajo de su piel, dentro de su alma y poco a poco robaba parte de su corazón. Una noche compartida con élla  había sido suficiente como para rendirse a todos sus encantos.
Ella le había traído a su perro y a sus amigos. Había volado con ella, la había hecho rica e independiente. Había hecho el amor con élla y no dejaba de pensar en volver a hacerlo.
Sentía que con sus cuerpos entrelazados, lauren  dejaba caer todas sus barreras y se mostraba como la mujer  de buen corazón, dulce y tierna que era. Una mujer  que la quería, la deseaba y la protegía por encima de sus propias necesidades. Y ella anhelaba reencontrarse con esa parte otra vez.
Sin embargo... el día había ido a peor y lauren  le había ocultado lo más importante para ella desde su conversión: saber qué les había pasado a sus padres. Y lauren  la había engañado al decirle que se había abierto a ella por completo. No era cierto.
Pero incluso ahora, herida tanto por fuera como por dentro como se encontraba, deseaba perdonarle y dejar que ella le diera consuelo. Que la abrazara, la besara y la acariciara para calmarla. Sin duda estaba teniendo un ataque de ansiedad. Era como tener el mono de una droga, pero la droga era lauren .
Exhalando un suspiro trémulo, hundió la cara en sus rodillas y dejó de luchar contra ella. Iba a ser una noche larga y dolorosa y su único pensamiento cuerdo entre todos los temblores físicos que provocaba la necesidad de estar con su cáraid era que ella regresara a ella. Su único deseo, que ella no resultara herida y que volviera a buscarla.

Covent Garden, Restaurante The Ivy. 20:50 h.

Lauren  y As miraban a través de la ventana de la cocina del restaurante como la mesa reservada seguía sin llenarse. Hacía una hora que habían llegado. Tras ellos, estirados en el suelo de la cocina, estaban los camareros y el chef del solícito lugar, dormidos plácidamente unos encima de los otros. Nada más llegar, drew los había incitado a que cerraran los ojos, de ese modo ellos tendrían la cocina para observar todo cuanto acontecía en el comedor.

Almas gemelas (camren G!p adaptacion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora