capítulo 69

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Tiene que tener mucho más poder sobre mí, volverme loca de deseo, ser más valiente y tú hoy —sonrió con malicia— no me has demostrado eso. Aunque tienes un buen polvo ¿sabes? —sonó el timbre de la casa. —Salvada por la campana, ¿eh camila ? Tu abuelo ya está aquí.
Se apartó de ella, pero no lo suficientemente rápido como para no ver que por las comisuras de sus ojos lilas, descendían los lagrimones más grandes que ella había visto en su extensa existencia. Era ruin hacerle eso, sobre todo cuando ella sabía perfectamente que camila estaba confundida, como muy bien había querido decir ella.
Por ahora, eso era lo mejor. Si tenían que verse, y no poder estar juntos, al menos si ambos se distanciaban después de esa humillación, las cosas podían ser más fáciles.
—Dile a mi abuelo que aho... ahora subo —su voz estaba entrecortada por los sollozos silenciosos.
Lauren  apretó tanto el mango de la puerta que iba a volar por los aires. Camila  lloraba como una niña pequeña, herida de verdad. La miró por encima del hombro. Se había tapado la cara, estaba sentada en la cama, y sus hombros no dejaban de temblar.
Inspiró profundamente y salió de la habitación como alma que lleva el diablo. Sí, mejor así. Camila  tenía ganas de gritar, de arrancarse el corazón por lo mucho que le dolía. No la habían preparado para ese tipo de dolor, de desplante. Lauren  la había humillado, horas después de hacer el amor. Se había burlado de ella, ensañado como si no valiera una mierda. Y todo porque le había dicho que no quería acostarse con élla de nuevo. Ella le había querido devolver la jugada, pero se la había devuelto con creces. Además, ella estaba a punto de corregirse, de decirle que puede que se sintiera confundida respecto a ella y a ella, a su relación. Ya no importaba. No tenía más valor si le había dicho eso por sentirse rechazada, por venganza o por si realmente lo sentía. Esas palabras no se le decían a una pareja. Jamás. Y eso ella lo sabía por el diario de sinu y también por los instintos que ella tenía como mujer. Sinu dijo que el rechazo de una pareja, de una cáraid, era una herida abierta y sangrante, y que ese era el mayor dolor que se podría infligir. Taylor  también se lo había dicho. Toda su naturaleza berserker y vaniria se había despertado con sus palabras. Estaba enrabiada, pero también hundida.
De nada te ha servido actuar como una «calientapollas». A lo mejor tú no eres mi cáraid... Mi hembra tiene que ser más mujer... y tú hoy no me has demostrado eso.
Oyó la voz de su abuelo y se levantó de la cama de un brinco. Estaba muy cabreado y como no la viera pronto iba a ocurrir algo muy feo. Se metió en el baño y se enjuagó la cara con agua helada. Enseguida le dio color a las mejillas. La secó con la toalla y corrió hasta abrir la puerta y aparecer en el comedor. Lauren  no iba a verla llorar de nuevo. Ni hablar.
—POR ODÍN, lauren  —As olisqueaba a la vaniria  con el rostro desencajado por la furia. —¿Qué has hecho con mi nieta? ¿La has vuelto a marcar? Hueles a ella por todas partes... —No la he obligado a nada, As.
—No te acerques a ella, ¿me has oído? Todavía está superando la conversión como para que tú ahora la reclames. Déjala disfrutar un poco —su tono perdió el tono imperativo y se quedó en una súplica paternal. —Tiene que estar muy confundida ahora. Hay que dejar que se adapte, ¿entiendes?
Lauren  miró al suelo avergonzada. As se comportaba como un padre iracundo con su hijo. Era curioso ver ese comportamiento hacia él. —¿Dónde está? —exigió saber. —Aquí, abuelo —dijo una voz al otro lado del salón. Lauren  ni se giró, pero As la miró a la cara consternado. Camila  parecía indefensa, aunque seguía demostrando la determinación y el porte de una berserker. Sin embargo, la luz de sus ojos violeta ya no estaba. Se acercó a su abuelo y le rodeó la cintura con los brazos. —¿Qué ha pasado? —su mirada helada sobre lauren . Lauren  enderezó los hombros y miró hacia otro lado. —Nada que no tuviera que pasar, abuelo —restregó la cara en el pecho del hombre. Quería oler a él y quitarse la esencia de lauren de encima.
—Tú no estás bien, cariño —la tomó de la cara. —Mira tus ojitos, están hinchados...
—Es sólo que estoy cansada —explicó ella. —Estos días están siendo agotadores y ayer hubo una pelea y...
—¿Te hicieron algo? —preguntó tenso. —Envié a los pelotones de Noah y Adam a la zona donde ibas a estar.
—Sí, As —comentó lauren —Ellos vinieron a echarnos una mano. Os lo agradecemos. As ni lo miró. Tenía los ojos protectores sobre el rostro de camila .
—¿Qué haces aquí, abuelo? —le preguntó ella jugando con su camisa roja y negra.
—Estaba preocupado por ti. Quería verte. Vente a mi casa a vivir, no tienes que quedarte aquí —no le gustaba que la vaniria se la llevara tan pronto y de una manera tan fulminante de su lado.
Lauren  admiró la facilidad con la que el berserker revelaba sus sentimientos. No los tenía que ocultar, decía lo que decía porque así lo sentía. Tal vez por eso tenía esa expresión de paz en el rostro.
—Tranquilo, abuelo As. Ayer estuve en la casa de mi padre, que ahora es mía ¿sabes? Mis amigos dinah  y harry  están aquí, élla los trajo —señaló a lauren sin mirarla.
—¿Por qué hiciste eso, colmillos? —preguntó asombrado. —Primero el perro, ahora esto... lauren miró a camila  pero ésta no le devolvió el gesto.
—Creí que se sentiría mejor con ellos aquí. Ya sabes, no tan sola.
—Aha —la miró extrañado. —Todo un detalle. ¿Entonces te gusta tu casa, pequeña? —la volvió a sonreír.
—Es demasiado para mí.
—No lo es. Tú tienes lo que te mereces. Pero te lo repito: puedes vivir conmigo. Me gusta que estés en casa y además no quiero que estés sola. Necesitas protección.

Almas gemelas (camren G!p adaptacion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora