capítulo 30

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Wesley y drew estaban preparando unas cuerdas largas y gruesas. Las untaron con algo parecido a miel y luego las rebozaron en un cuenco lleno de fragmentos desiguales de cristales. ¿Qué iban a hacer?
Drew le ofreció las cuerdas debidamente preparadas y lauren  las examinó. Asintió con un gesto de su cabeza morena y éste las dejó sobre la mesa. Lauren  se giró y miró a camila .
Ella la miró de arriba abajo. Tenía el torso desnudo y los ojos oscurecidos. Se quitó la cinta de cuero negro de la cabeza y dejó que los mechones le cayeran por la cara y por los laterales del cuello.
—¿Qué haces? —preguntó ella tragando saliva. —Acércate aquí, camila —dijo lauren. Camila  se quedó inmóvil ante la orden. —Por favor —rogó ella.
Camila miró a su abuelo y a los berserkers y, llena de dudas, se plantó ante élla. Lauren  dio un paso hacia ella sin apartar la vista de sus ojos, rodeó su cintura con un brazo y empezó a palpar su baja espalda.
Aileen se sobresaltó y percibió un montón de mariposas que volaban por su estómago. Empezó a respirar con dificultad. Lauren se detuvo cuando encontró lo que buscaba. Cogió el puñal que llevaba camila en el cinturón y lo desenfundó.
—¿Qué crees que estás haciendo? —le dijo ella alterada y dando un paso hacia atrás.
Lauren  dio uno hacia delante, la tomó de la mano insistente, le abrió los dedos y le colocó la empuñadura del puñal de alex . La obligó a cerrar la mano en torno a él. Cogió su muñeca con las dos manos para acercar la punta del puñal que cogía camila  a la fuerza y dirigirla a su corazón. Se arrodilló ante el murmullo insolente de los berserkers y la incomodidad de los vanirios. Camila tembló por lo que estaba pasando entre ellos.
—camila —dijo lauren  con la voz casi rota y la cabeza agachada, —mi vida está en tus manos. Te pido perdón por mi agravio hacia ti. De poder volver hacia atrás, lo rectificaría, pero no puedo... así que —la miró a la cara con los ojos llenos de vulnerabilidad y arrepentimiento. —Lo mínimo que puedo hacer es que tú seas quien dicte mi veredicto. Vivo o muero. Tú decides.
—Yo no... Suéltame... —se removió intentando soltarse. Si había algo que ella quería hacer, era levantarlo del suelo y sugerir que todos se fueran a casa.
—camila —lauren la mantuvo en su lugar. —Éste es el puñal del que fue mi mejor amigo. Es justo que sea su hija quién sea la que acabe conmigo después de lo que te hice pasar. Insulté su recuerdo, te insulté a ti... Me lo merezco. Tómate la revancha. Véngate.
—¿Me estás pidiendo que... que te clave el puñal en el corazón? —estaba acongojada.
Se había recogido su cabellera negra en un moño, pero le caían mechones por la cara y el cuello. Se le había secado la boca y sentía que las rodillas se tornaban gelatina. Lauren  curvó un poco los labios y la miró con ternura.
No. Ella no sería capaz de hacer eso: era buena y compasiva.
—En realidad tienes que arrancármelo o no moriré. Si lo deseas, puedes cortarme la cabeza. Te estoy ofreciendo mis disculpas. No merezco seguir aquí —reconoció élla  abatida. La misericordia de camila lo impulsaba a rendirse ante ella y eso era lo que estaba haciendo.
Volvió a empujar la punta del puñal hacia su corazón. Aileen sintió cómo la hoja se clavó ligeramente en su pecho.
—No... Para... —le gritó ella afligida queriendo liberarse de sus manos.
Lauren la miró con sus preciosos ojos llenos de agonía.
—No puedo hacerlo —susurró ella mirándola a su misma vez. —¿No lo entiendes? No... puedo. No quiero matarte.
No quería hacerle daño ni mucho menos matarla. En aquella posición, lauren parecía insegura, sensible, frágil... Y a camila se le partió el corazón y le vinieron unas ganas irresistibles de abrazarla y hacer que hundiese su bonito rostro en su estómago. De acariciarle el pelo y mecerlo como a un niño que después de una reprimenda por haberse portado mal, necesitaba consuelo y calor.
—No lo haré —le dijo con la barbilla temblorosa y reprimiendo las ganas de apartarle uno de sus preciosos mechones oscuros de la cara. —No soy así.
Suspiros de alivio se oyeron entre el clan de los vanirios. El más absoluto silencio en el de los berserkers.
—Entonces —lauren  se levantó como si llevara el peso del mundo a sus espaldas, —ven.
La agarró de la muñeca, ella intentó librarse y la hizo caminar hasta la mesa. Cogió las cuerdas rebosadas de cristales y se las entregó a ella. Camila  las miró aterrorizada. Aquellos cristales pinchaban.
—¿Cuántos años tienes? —preguntó lauren  mirándola con firmeza.
—¿Qué pretendes? —enfurecida tiró las cuerdas al suelo. No le gustaba nada cómo lauren  la estaba haciendo sentir en ese momento. Ella no iba a ser el verdugo de nadie y menos de ella. —¿Cuántos años tienes? —le volvió a preguntar. —Ya lo sabes. —Dilo en voz alta. —¿Por qué? —preguntó temerosa. —Dilo...
—Veintidós —contestó pidiéndole en silencio que dejara lo que estaba haciendo. —Por favor, detente, lauren .
—Bien —se puso de rodillas y dejó caer su torso sobre la mesa, dejando la espalda al descubierto, ofreciéndose para algo que parecía horrible. —Quiero que me des veintidós latigazos y que en cada uno de ellos, te desahogues por lo que te hice. Un latigazo por año de tu vida. Es lo mínimo.
—No... —intentó correr hacia su abuelo As para cobijarse. Ella no quería hacerle eso a nadie. Lauren  se levantó como alma que lleva el diablo y detuvo a camila  cogiéndola de los brazos. —¿Qué te pasa? —la zarandeó. —Es tu momento de vengarte, camila. Descarga tu enfado conmigo. Yo soy la responsable de tu miedo, de tu...
—No voy a hacer eso. Me niego a torturar a nadie—afirmó en redondo. —Eres un animal, pero no voy a azotarte.
—¿Te niegas? —alzó las cejas desafiándola y miró a la multitud. —Si no lo haces tú, lo hará otro.
—No... Te perdono, vale... —no soportaría ver que alguien pegara a lauren  y ese pensamiento la turbó bastante— ¿No es eso lo que querías oír? Ahora deja esto ya y...
—No, camila . No lo dices en serio —miró sus pupilas, sus ojos rasgados y tupidos de pestañas. Estaba viendo su interior y ella no podía apartar la mirada de él. —No me dejas elección. Es lo que me merezco. No quiero clemencia y tengo que pagar de algún modo por lo que pasó. La soltó, recogió las cuerdas y se plantó enfrente de Noah. Camila  sintió que se le paraba el corazón.

Almas gemelas (camren G!p adaptacion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora