capítulo 55

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—Por el amor de Dios... —gimió camila
Lauren observó las dos incisiones enrojecidas de canula  Pasó la lengua y las lamió hasta que la carne dejó de inflamarse. No debía beber mucho, pues para lo que deparaba la noche la quería fuerte y en plenas condiciones. A cada caricia húmeda de su lengua sentía que camula se crispaba y le clavaba los dedos en el cuello y los hombros. Levantó la mirada y por fin la vio de verdad. Vio a su mujer lánguida y encendida entre sus brazos con el cuello echado hacia atrás, los labios abiertos y los ojos lilas que lo miraban entre sus negras pestañas. Sí, su mujer y de nadie más. El pelo le caía hacia atrás rozando la cama. Era una ofrenda a los dioses. Lauren l la miró de arriba abajo como un depredador.
Allí donde posaba los ojos, camila se activaba. La entrepierna, el ombligo, los senos, el corazón, la garganta... todo le palpitaba con un dolor agradable que necesitaba ser calmado.
Ella intentó incorporarse, echándose hacia atrás para mirar su pecho. Había cicatrizado por completo y ahora se erigía en todo su esplendor. Todo músculo, formas y virilidad. Estaba fascinada por su perfección. Se pasó la lengua por los dientes y notó los colmillos algo más largos y desarrollados. Un brillo devorador apareció en sus ojos. Tenía hambre.
Los ojos de ambos entraron en contacto. Ella sin apartarle la mirada deslizó un brazo por su espalda recorriendo sus músculos. Lauren dio un respingo y la miró con deseo.
Orgullosa, comprobó que no había ni un corte. Sólo extensiones de carne definida y delineada. Montañas de tendones y músculos desarrollados hasta casi exagerar. Había sanado en el momento en que probó su sangre. Era asombroso entonces la necesidad y la dependencia que tenía la vaniria de ella. Y laureb era asombrosa también. Lauren era una guerrera. Una guerrera poderosa. Y ella estaba temblorosa, sentada sobre su regazo. Su erección, dura y gruesa, presionaba contra los muslos de camila y ella la rozó con deliberación. Sin pizca de miedo.
No se creía una seductora, pero puede que la conversión le hubiera disparado la libido y las hormonas. Estaba mareada y ebria de ella. El olor a mango había vuelto y ella sólo quería comer fruta.
—camila .. —musitó lauren mirándola con adoración.
Le apetecía hacerle tantas cosas y con tanta pasión... pero se obligó a calmarse. No quería hacerle daño ni asustarla.
La miró a la boca. Bajó la cabeza sutilmente y rozó sus labios con los suyos. Y allí empezó el verdadero tormento.
—¿Te encuentras mejor? —le preguntó ella sin rechazar ese leve contacto, sosteniendo su mirada sin parpadear y manteniendo sus emociones con un autocontrol impropio de alguien tan joven.
Los labios de lauren  se separaron un poco de su boca y una ceja se arqueó.
—Todavía hay algo que me duele, pequeña —tomó aire y fue hacia su boca de nuevo a besarla como era debido, pero camila apartó la cara y se bajó de su regazo con la dignidad de una reina.
—¿De verdad? ¿Qué te duele? —cogió su bolso y su chaqueta, intentando parecer indiferente y evitando pensar en el mareo que tenía encima.
Lauren  incrédula se levantó de la cama y la tomó por los hombros. Si se pensaba que podía irse de su casa, iba lista. Camila  había aceptado con ese gesto su relación con élla y no había vuelta atrás, élla  no se lo iba a permitir. Ella era su cáraid, su compañera, no podía ignorarla así. —Me duele todo y necesito que me...
—¿Qué necesitas? —preguntó indiferente. Se iba a poner la chaqueta, pero lauren  se la quitó de las manos y la desgarró en dos partes. Estaba enrabiada con ella porque no le hacía caso.
desafió con la mirada. Cogió su bolso y le dio con toda la rabia que tenía dentro. Lauren  la cogió de la muñeca deteniendo sus golpes, le arrancó el bolso de las manos y lo lanzó a la otra esquina de la habitación. Camila sin pensarlo, le dio una fuerte y sonora bofetada.
El aire se tensó. Un trueno relampagueó y amenazó con reventar los cristales. Lauren le puso las manos sobre los hombros y la llevó contra la pared, aprisionándola con su cuerpo semidesnudo. Sus ojos tenían un brillo peligroso. Cogió el vestido de los hombros y lo desgarró de arriba abajo. —¿Dónde te crees que vas, camila ? Ahora ya no puedes salir así a la calle. Te quedarás aquí. Camila  se encogió. Volvía a la misma situación de hacía unas noches. Sus pechos, con los pezones erectos señalaban al pectoral de lauren . Sólo unas braguitas negras, cubrían su piel. Camila  se abrazó e intentó cobijarse en la pared, mientras la miraba con miedo y se frotaba las muñecas. Ella le salvaba la vida y ella la volvía a saquear. Así era lauren . Nunca antes se había sentido tan tonta por confiar en alguien.
Lauren  tardó en comprenderla. Lauren  estaba pálida, de pie sólo con sus zapatos y con sus braguitas. La volvía loca, tal era su pasión por ella que a duras penas la podía controlar. La miró horrorizada, reprendiéndose a sí misma por su actitud dominante. No, no podía deshacer los avances con ella de ese modo. No podía hacerle eso, pero tampoco había sido su intención. Sintió que se le desgarraba el corazón al percibir el miedo de su cáraid.
—No, camila ... —inmediatamente la arrimó a élla y la abrazó con fuerza, apoyando su barbilla sobre su cabeza. —No, camila  cálmate... no va a pasar así. Lamento haberte asustado. Perdóname, por favor,
Camila  temblaba. Intentó forcejear con élla hasta que entendió que lauren la iba a soltar. Entonces tensa como una cuerda, dejó de pelear.
—Perdóname, pequeña. No quería asustarte. Ven, déjame abrazarte —la abrazó con más fuerza, esperando a que ella se sintiera protegida, no atacada ni amenazada. ¿Cómo podía tratarla así? —camila , soy una idiota. Es que... yo... Es que tú... me haces sentir cosas, tengo necesidad de ti y no puedo permitir que me rechaces. Es muy doloroso.
Camila  se limpió las lágrimas de un manotazo. Estaba enfadada con élla por muchas razones. Su enfado principal lo arrastraba desde que había visto a Caleb en el pub con esas dos jabatas rubias. Se sentía traicionada y le daba igual cómo se sintiera élla.
—¿Qué quieres de mí? —lo empujó con la voz rota. —Ya te he dado de beber, ya no me necesitas... Déjame, lauren ...lauren  la rodeó con más fuerza y se limitó a relajarse, a dejar que camila fuera la que hablara con ella, a dejar que se fundiera con su cuerpo. Ella debía confiar en élla. Lauren no le contestó pero permaneció cobijándola.
Las respiraciones de ambos, agitadas.
—Tú eres mi cáraid, te necesito. Te has entregado a mí y yo quiero entregarme a ti. —No. No me necesitas.
Lauren  se apartó de ella ligeramente, sólo para poder verle la cara.
—¿Cómo puedes decirme eso? —la miró con adoración y bajó los ojos hasta sus pechos redondos y bien formados.
—Hace un rato estabas muy cómoda en el pub —espetó, alzando la barbilla, mirándola con los ojos llenos de ira y dolor. —Tienes a las dos rubias noruegas para calmar tus necesidades. Pídeselo a ellas. Y... y... devuélveme mi ropa.
—Estás celosa —sonrió pensando en taylor  —Mi hermana me sugirió que fuera acompañada de ellas, para que te despertara la posesividad y te hiciera hervir de celos. No sólo eres vaniria

Almas gemelas (camren G!p adaptacion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora