capítulo 58

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La tentaba rozando sus labios sin llegar a profundizar, y cuando élla desistía entonces ella se lanzaba a comerle y morderle, a lamerle la lengua y acariciarle de modo totalmente intencionado los colmillos, a poseer su boca por completo. Esa caricia le gustaba y su sabor era fresco y ardiente.
Camila  había dejado de estar tensa. Armándose de valor, la volvió a acercar a la pared y la aprisionó contra ella, mientras seguían besándose como si dependiera sus vidas de ello. Lauren le agarró del pelo y le dio un leve tirón para que ella la mirara. No había miedo, ni temor. Sólo deseo. Un deseo antiguo por poseer y ser poseído. Camila seguía sin mover los brazos, sus manos no se habían movido del pecho de élla. Se miraban el uno al otro, expectantes y asustados de su propia pasión. Lauren  la cogió por las muñecas y se llevó sus manos a la cara. —Tan suave... —ronroneó ella.
Apoyó la mejilla en una de sus manitas y se frotó, buscando calor y consuelo.
Camila frunció el ceño mientras respiraba agitadamente. Los labios le hormigueaban, le quemaban, pero las palmas de sus manos ardían por tocarlo. ¿Qué estaba haciendo? Ella creía que a lauren no le gustaban las caricias, pero élla parecía un puma negro herido y deseoso de que lo tocaran. Su mano se ahuecó, para permitir que lauren se frotara en ella. Lauren giró su mano de modo que la parte interior de sus muñecas quedaran a la altura de sus labios. A continuación, hizo algo que ella jamás hubiese esperado. Besó sus muñecas, por delante y por detrás. Besos dulces destinados a calmar, a curar. Besos húmedos destinados a enardecer y a despertar.
—Te hice daño aquí. No volveré a tratarte así jamás. No te haré daño nunca más. Te cuidaré y te protegeré siempre —con los labios pegados a la muñeca y la mirada enardecida le ordenó. — Tócame, camila Te lo suplico. Necesito que me acaricies —expresó en voz alta.
Camila  se apoyó contra la pared. Las piernas le temblaban y el corazón golpeaba contra el pecho. Respiraba descompasadamente. Élla mantenía sus manos femeninas y elegantes sobre su cara y las soltó, esperando a que llegaran las caricias. Había sido una declaración muy humilde por su parte.
La oscura claridad de la noche se colaba por el balcón abierto de par en par, iluminando la habitación y enmarcando sus cuerpos con un aura clara y pálida como la luna. Las cortinas rojas bailaban al son del viento. La lluvia marcaba el ritmo de sus respiraciones.
Camila  titubeó hasta que al final decidió ceder a sus impulsos. Enmarcó la cara de lauren  y la acarició, primero las mejillas, luego los labios, la barbilla. La  vaniria cerró los ojos agradecido por aquellos mimos. Fue descendiendo por su cuello fuerte y tenso, por sus hombros anchos y perfectamente redondeados, por su pecho caliente, terso y marcado, por sus abdominales tan bien definidas y su cintura delgada. Luego ascendió, deleitándose en el tacto de ese cuerpo hecho para el amor y la guerra y pasó sus dedos por los músculos de los brazos.
Lauren siseó de placer en cada una de sus caricias y apretó los ojos para que las sensaciones fueran más poderosas.Entonces dejó de sentir las manos de camila. Abrió los ojos y ella no estaba. Al momento, sintió como unas manitas dibujaban con sus dedos, los músculos de su espalda. De arriba abajo, de lado a lado.camila estaba detrás de élla y le estaba acariciando como ella quería.Por entero.Sus manos rodearon su pecho y su estómago y empezó a sentir los labios de camila en su espalda.lauren echó las manos atrás y le tomó de los muslos desnudos y calientes al tacto,mientras ella proseguía con su exploración. Los pechos de camila  apretados contra su espalda.Labios húmedos, benevolentes, le recorrían la amplitud de los hombros, le pasaban por la nuca y el cuello, seguían su columna vertebral y luego volvían a ascender. Por allí por donde pasaban le seguía la lengua, juguetona y de tacto de satén. Quiso borrar cada uno de los azotes, aunque ya no estaban, pero quiso que se le grabara un recuerdo dulce, no el lacerante. —camila —musitó lauren tensándose. —Necesito que... Joder... Bésame.
Se giró, la tomó de la cintura y, pegándola a ella, inclinó la cabeza hacia la de ella y pegó su boca a la suya como un lobo hambriento. Camila pasó sus manos por su cuello y se agarró a su melena negra para sostenerse como si fuera un salvavidas.lauren deslizó sus manos hasta abarcarle las nalgas y tirando de ellas la instó a que se pusiera de puntillas y profundizara en el beso. Ambos soltaron un gemido al unísono, sonido revelador de la necesidad que ambos tenían de esa intimidad. La erección de lauren  presionaba su estómago, y sus torsos desnudos se habían acoplado de modo que los latidos de sus corazones se mezclaran y se confundieran. Los besos pasaron a ser más exigentes, hasta que ya no les fue suficiente con besar.camila sentía que quería más, necesitaba más de élla y élla  necesitaba mucho más de ella. La alzó por las nalgas, moviendo su erección contra ella y con ella en brazos caminó hasta la cama sin dejar de besarla.
—No, lauren  —dijo ella tensándose y hablando sobre sus labios. —No quiero que me estires ahí. No quiero. No puedo.
Lauren  miró la cama y sintió lo turbada que se encontraba camila al estar allí de nuevo, donde perdió la virginidad. Tenía miedo. Entonces élla se sentó en un extremo, y colocó a camila de pie en el suelo entre sus piernas abiertas. La abrazó queriendo calmar su ansiedad y la necesidad de ambos.
—camila  no sabes cuánto te deseo —ronroneó como un felino. Frotó su cara sobre el valle de sus pechos, y ella le acarició el pelo. Deslizó sus manos por sus costillas, pasando por la cintura y las caderas. —Señor, eres perfecta. Me falta el aire —dijo con la voz enronquecida.
Camila no podía hablar. Estaba atrapada bajo sus caricias, hipnotizada por su voz llena de anhelo, sumergida en el contacto de su boca y su nariz en su torso.lauren pasó los dedos por las bragas de seda negras de camila , y las deslizó por sus esbeltas y largas piernas hasta el suelo. Sin alzar la mirada todavía, le desabrochó las tiras de sus zapatos de tacón y también se los quitó. Pasó las manos por sus pies finos y femeninos hasta sus pantorrillas, rodillas y muslos fuertes y prietos. Llegó al triángulo de rizos negros y su respiración se volvió más dificultosa. Sin tocarla en esa zona siguió su camino ascendente acariciando caderas, cintura, el lateral de sus costillas y dejando la palma de sus manos abiertas sobre los dos pechos.
Camila  se estremeció. Las manos de esa mujer  la enloquecían. Se sentía como una olla a presión a punto de explotar.
—Fíjate que bonitas son —susurró ella masajeando sus senos con la mirada oscurecida. —¿Te...? —tragó saliva. —¿Te... gustan? —preguntó ella conmocionada y complacida a la vez. —¿Quieres que te demuestre cuánto me gustan? —la miró con desesperación.
Camila  asintió lentamente sin apartar los ojos de los de élla. Lauren procedió a demostrárselo. La acercó a ella tomándola de la cintura, se inclinó hacia delante y tomó un pezón en su boca. Lo rodeó con la lengua, hasta que se puso tieso. Lo chupó y de repente cerró la boca sobre él y lo succionó, primero suavemente y luego cada vez más fuerte, tirando de él.
Camila respiraba entrecortadamente, mientras la miraba con ojos nublados de placer. Le parecía tierna y erótico tenerlo a ella, esa mujer tan fuerte y tan dominante enganchada a su pecho, excitándola, mamando con gentileza, como si fuera un bebé.Pero no era un bebé, era una mujer y la estaba seduciendo.Deslizó sus brazos por el cuello de élla y entrelazó sus dedos en su cabello, primero sosteniéndola, controlandola, y luego atrayéndola hasta ella para que tomara todo lo que quisiera y más. Le gustaba el pelo de lauren, le gustaba tenerla sólo para ella, ser la única que pudiera acariciarla. Se sorprendió al sentirse tan posesiva respecto a ella, pero lo aceptó y gruñó de placer. No iba a pelear más contra lo que la vaniria tan repentinamente amorosa que tenía enganchado al pecho despertaba en su corazón, en su interior. Hacía unos días la odiaba. Ahora la necesitaba como el aire para respirar.

Almas gemelas (camren G!p adaptacion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora