capítulo 92

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—¿Por qué? —ella se sentía insegura en esa posición. Así lo hacían los animales, no parecía muy decoroso. —lauren ... ¿qué me haces?
—Porque eres lo más bonito que me ha pasado en toda mi larga existencia y no sé cómo hacerte sonreír. No dejo de estropearlo todo y quiero que tú te sientas bien conmigo. Camila  quiso llorar al oír su declaración.
Lauren  alzó un poco más su pierna, se pegó a su espalda y la empaló de un solo empujón.
Camila  ahogó un grito y colocó una mejilla contra la pared. Seguro que no era decoroso, pero en esa posición la sentía hasta en el estómago y el placer venía acompañado de ligeras punzadas rozando el umbral del dolor.
Lauren  le dio pequeños besos calmantes en la barbilla, en la ceja, en la comisura de los labios. Tenía que acostumbrarse a élla.
—¿Te sientes bien? —se apretó más contra ella, deslizándose hacia fuera y metiéndose de nuevo. —¿Te duele en esta posición? —lauren  la seguía acariciando entre los rizos y la penetraba a la vez con su sexo ardiente y lujurioso.
—No... No me duele —inspiró larga y profundamente.
Lauren  profundizó más la embestida y casi la levantó del suelo. Camila  dejó caer la cabeza hacia atrás y se apoyó en el hombro de ella.
—No sé si me puedo controlar —susurró lauren  acariciándole el pelo con la mejilla. Estaba temblando de la agonía y necesitaba liberarse. —El veneno me hace pensar en cosas... me nubla la razón.
Camila  la miró a los ojos por encima de su hombro.
Ella estaba cogiendo grandes bocanadas de aire, moviéndose en su interior y frunciendo el ceño para controlarse. Estaba sufriendo y a ella no le gustaba verla así. La agonía de ella era también la suya.
Camila  cerró los ojos y supo qué tenía que hacer. Derribó sus barreras mentales para que ambos compartieran sus pensamientos y lo dejó entrar en su cabeza. Lauren  rugió de satisfacción al poder iniciar de nuevo la comunicación mental con ella.
Por el amor de Dios... Esa vaniria atrevida se la quería comer entera. Sólo pensaba en vaciarse dentro de ella, en practicar el kamasutra por completo.
Lauren intentó salir de su mente al ver que ella se asustaba ante lo que ella estaba pensando, ante la fuerza de lo que sentía. Era consciente de que su mente conjuraba con crudeza todo tipo de imágenes lujuriosas, el veneno la mantenía sobreexcitada. Para calmarse, se mordió élla  misma en el brazo. El dolor lo mantendría acuerda e impediría que hiciera daño a camila  con su comportamiento un tanto depravado.
—Quieta... —le suplicó ella tomándola de la cara y obligándola a que la mirara. —No te hagas eso.
Ella tenía los labios manchados de su propia sangre y sus ojos verdes la miraban desesperados por advertirla del peligro que corría en sus manos.
—No quiero hacerte daño... yo... yo te deseo demasiado, camila  Y tú no sabes nada de sexo. Te... te asustarás —meneó la cabeza con impotencia.
—Ese veneno te está haciendo daño a ti —murmuró ella acariciándole la mejilla. —Tu mente es un infierno de perversión, lauren  —confesó camila  con una chispa de diversión y preocupación en los ojos.
Lauren  quiso retirarse de su mirada oscurecida de anhelo. Seguro que le desagradaba por completo lo que había visto. Seguro que ella la disgustaba.
Tampoco podía sentir qué era lo que ella veía en ella, porque el afrodisíaco la tornaba un egoísta y hacía que sólo se interesara y se centrara en sus necesidades.
—camila . Aún estás a tiempo. Si te avergüenzo sólo tienes que rechazarme abiertamente y... camila  tensó todo su cuerpo y la atravesó con la mirada.
—Chist —ciega de dolor por la insinuación de lauren , cubrió su boca con la mano. —No me avergüenzas. Eso nunca.
Lauren sonrió y sus ojos verdes se oscurecieron y brillaron victoriosos. Camila  se equivocaba. Ella la  deseaba. Tomó la mano de camila  y la retiró de su boca para guiarla a la pared. Camila  miró estupefacta cómo élla  entrelazaba sus dedos con los de ella y apoyaba la mano sobre la suya, encarcelándola en la pared.
Si lauren  la provocaba para saber si sentía algo por élla, ella había caído como una tonta. —Apóyate bien, pequeña —susurró ella mientras se clavaba más adentro de ella. Camila  apretó los dientes para no insultarle y decirle todo tipo de soeces verduleras. Aquello era una invasión en toda regla, sólo que esta vez, ella aceptaba todo lo que ella pudiera darle.
—Ya has decidido —dijo élla rodeándole un pecho con una mano. —No hay vuelta atrás. Ahora vas a aliviarme. ¿Vas a demostrarme que eres mi cáraid, mo carbhaidh? —la embistió de nuevo.
Camila  buscó la mano que élla  tenía en su pecho y entrelazó los dedos con los de élla para llevárselos a la boca. La había llamado caramelo mío.
Lauren  la observó hipnotizada. Camila  lamió y besó sus dedos, uno por uno y élla  volvió a penetrarla con más dureza, sin perder de vista sus propios dedos largos y morenos que desaparecían en la hermosa boca de camila . Luego ella le plantó un beso tierno y lleno de admisión en el centro de su masculina mano para llevarla definitivamente sobre su pecho, a la altura del corazón, y mantenerla cautiva. Ella cerró los dedos sobre su seno con la mano de ella encima de la suya.
Lauren  comprobó que su mano casi la doblaba en tamaño y se sintió inmensa y bruta a su lado. —camila  —se movía más rápido en su interior. —Lo quiero todo, ¿me oyes? Tómame como quiero.
—Toma todo lo que quieras de mí, lauren. No me voy a romper y no te tengo miedo. Me entrego toda. Te lo doy todo. Liuthad —repitió en gaélico mientras dejaba que él la invadiera de un modo profundo y frenético. —Sé que no me harás daño, así que... hazlo, lauren —ordenó ella moviendo las caderas para acoplarse a su ritmo. —Beag is beag ( mordisco a mordisco).
Santo Dios... camila  le ordenaba que la tomara «mordisco a mordisco». Lauren  hundió su cara en el cuello de ella, liberó la mano de camila  que sostenía contra la pared y deslizó la suya por debajo de su rodilla levantando la pierna y abriéndola más a su violenta invasión. Lauren  gemía descontrolada, se hundía en ella de un modo rudo y posesivo. Camila la aceptaba y la dejaba hacer, siguiendo sus embestidas, arqueándose en el momento adecuado, apretando cuando tenía que apretar. No era suave ni tierna, sino dura y castigadora. Pero a ella le gustaba, la encendía como una llama.
El calor llegó a su interior, un cosquilleo placentero. Luego la explosión que tensó sus cuerpos por completo y las liberó de cualquier inhibición.
Lauren  clavó sus colmillos en el hombro de ella, sano y completamente cicatrizado, y la sostuvo dominante como un animal mientras seguía embistiéndola. Camila  gritó de dolor y de placer y se dejó caer hacia atrás hasta apoyarse en el amplio y sudoroso cuerpo de lauren . Élla  ardía y ella también.

Almas gemelas (camren G!p adaptacion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora