capítulo 86

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—Te digo esto —insistió— porque a ojos de los demás camila  no tiene la marca de exclusividad que debería tener, por lo tanto, todavía no está del todo emparejada y camila  es... cómo lo diría... una bomba que además llama mucho la atención.
—¿Crees que no lo sé? —gruñó furiosa. —Yo tampoco tengo la marca y estoy deseando que nos sellen de una vez mañana, en las hogueras. No dejo de pensar en ella, sólo respiro tranquila cuando la veo, no soporto que otros se le acerquen... y... quiero... necesito que me acepte. Ella ahora lo es todo para mí.
—Así que va a venir a las hogueras —repitió divertida. —Le va a gustar. —Eso espero.
—El amor, tía ... —le dio una palmada compasiva en la espalda, —vaya mierda. Lauren  asintió algo derrotada y wes decidió dejarla sola para recuperarse.
El recepcionista les indicó a los vampiros el salón privado reservado sólo para ellos, y una vez los llevó ahí se dirigió hacia la cocina. Con una orden mental, el joven metre cogió su chaqueta y salió por la puerta de entrada del restaurante y así le siguieron los demás clientes dejando las mesas solas y vacías.
El restaurante su sumió en el más pesado de los silencios. Lauren  empujó las puertas de la cocina con furia y se adelantó con paso seguro hacia la habitación privada.
—Vamos —ordenó haciendo que su pelo ondeara a cada zancada decidida.
Simon fruncía el ceño observando todo cuanto lo rodeaba. Tenía mucha hambre, demasiada a su parecer, y no había nada que pudiera llenarle el estómago ni siquiera cinco minutos. Estaba desesperado.
Sólo la sangre humana parecía calmar sus apetitos, pero ni así. El beber ese líquido rojo lo instaba a seguir anhelando más y más, hasta que cada cuello latente que pasara por su lado se convertía en un menú delicioso y suculento.
Se pasó la lengua entre los dientes hasta rozar con ella sus colmillos. No le desagradaban, esa era la verdad. Desde que había sufrido la conversión su vida no había cambiado en demasía. Seguía siendo igual de oscura que siempre, sólo que la luz del sol era mortal para él y que morder cuellos era lo único que podía darle un poco de paz ante la vida sobrenatural que se erguía cada noche ante sus ojos. Sí, aquella era su nueva vida. Su cojera había desaparecido.
Su conversor le había dicho que al ser transformado por alguien que no iba a ser su pareja, él carecería de alguien fijo que lo alimentara. El hambre lo obligaría a beber sangre de otros cuellos y cuando rebasara la cantidad de su propio peso se convertiría en un vampiro.
Pero antes, esperaba encontrar aquella solución mágica que pudiera curar esas debilidades. Por eso, aquel desgraciado lo había transformado. Le había dicho que llevaba demasiado tiempo trabajando para él y que sin embargo no había encontrado esa vacuna mágica que haría de los vanirios seres invencibles. Entonces el individuo en cuestión lo había convertido, excusándose en el hecho de que si él sufría en sus propias carnes cuáles eran las debilidades de esa raza, antes encontraría la solución.
Su conversor lo había hecho por eso y porque si no, lo hubieran matado y no podían permitirse el lujo de perder al mejor científico que tenía la organización.
—Ella está aquí —susurró simon  entornando los ojos. El perfume corporal de una hembra vaniria era algo irresistiblemente enloquecedor para sus recién incorporados sentidos. —¿Dónde está el lobezno?
—Ahora mismo tiene que llegar —contestó Austin  moviéndose inquieto. —Se ha oído la puerta de la calle varias veces. Seguramente esté dirigiéndose hasta aquí.
Oyeron varios pasos acercarse con paso ágil y determinado. Los vampiros se pusieron de pie a la vez, alargando sus colmillos y ennegreciendo por completo sus pupilas. —¿Qué les pasa? —preguntó austin agrandando los ojos y poniéndose alerta. Simon se levantó poco a poco de la silla y colocó las manos sobre la mesa. —Son vanirios —dijo uno de los vampiros.
—Y berserkers —susurró otro con la voz teñida de asco, como si pronunciar esas palabras le ensuciara el aliento de por vida.
La puerta salió despedida y tras ella apareció el cuerpo inmenso y amenazador de lauren  seguida de As y wesley.
En ese momento los vampiros sacaron sus pistolas y se pusieron a disparar a diestro y siniestro. Uno de ellos se abalanzó sobre lauren , pero éste le dio una fuerte patada en el estómago. Lauren  se echó una mano detrás del pantalón, desenfundó su daga y colocándose detrás de él le rebanó la garganta tirando de su cabellera con fuerza y separándole la cabeza del cuerpo. Su cara fue salpicada con la sangre del vampiro. Inmediatamente tomó la daga por el mango y la lanzó contra el cuerpo de simon con tanta fuerza que al clavársela en el hombro lo lanzó contra la pared. Simon gritó de dolor y alargó sus dientes.
El resto de vampiros disparaban a los demás, mientras estos se protegían cómo podían de las balas. Ya habían sido informados por lauren  de lo que contenían las balas y a ninguno de ellos les apetecía tener que someterse a una terapia de choque de ese tipo.
As gritó con todas sus fuerzas y se transformó. Sus músculos crecieron, sus huesos se desarrollaron dándole la apariencia de un gigante. Uno de los vampiros se quedó sin munición y el berserker se lanzó de un salto a por él, hundiéndole un puño en el corazón y arrancándoselo al momento.
Simon miraba con ojos fríos todo lo que se estaba desencadenando en ese lugar, mientras se arrancaba no sin esfuerzos la daga del cuerpo. Esa vaniria morena y de ojos increíblemente verdes salpicados de odio lo buscaba como un perro rabioso y lo había alcanzado con su puñal. Estaba maravillado por la fuerza bruta que contenía ese espécimen. Si tan sólo se lo pudiera llevar a su laboratorio... Tuvo que recordarse a sí mismo que él también era uno de ellos ahora.
Mesas y sillas volaban y chocaban contra las paredes de la sala. Los cuchillos salían volando dirigidos a los cuerpos de unos y de otros.
Su convertidor ya le había mencionado que los vanirios y los vampiros tenían poderes telequinésicos muy fuertes. Simon lo intentó, pero no le salió nada. El era más débil.
Austin  corrió a esconderse debajo de la única mesa que estaba vacía y se tapó la cabeza con las manos, acuclillándose en el suelo.
Entonces, una mano fuerte lo alzó del cuello de la camiseta. —Boo —dijo la  maliciosamente. Lauren  lo miró de hito en hito. —Por favor... no me mates... yo... —Cállate —espetó lauren  con el rostro pétreo. Miró hacia donde estaba simon resguardado por tres vampiros que todavía seguían en pie intentando protegerle.
Wes  se dirigió hacia uno de los vampiros y éste saltó hacia él como un gato a punto de arañar. Wes se impulsó también hacia arriba y los dos cuerpos colisionaron en el aire, pero el cuerpo más poderoso del vanirio lo acabó anclando a la pared y con un movimiento ágil de su daga deslizó la hoja hasta alcanzarle el corazón. El resto de vampiros habían muerto a manos del resto del pelotón.

Almas gemelas (camren G!p adaptacion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora