Eileen Snape se deslizó a las mazmorras después de cenar. Aquel había sido un día terriblemente agotador: Para comenzar, la doble clase de pociones con su padre, de la que aún guardaba llena de asombro aquella primera impresión. Por fin había comprobado por sí misma, que lo que le habían contado sobre su padre a lo largo de su vida, sobre su etapa en la enseñanza, no exageraban un ápice. Después, encantamientos, donde se había aburrido como una verdadera ostra, y para rematar la faena, había tenido clase de Transformaciones con la profesora Graham, que no la dejaba respirar... al menos en esa clase contaba con la ayuda de Lupin, que tenía un talento natural para esa asignatura... tanto como ella en pociones.
Estaba agotada tras su primer día de clases, pero no quería dejar plantado a su padre, que conociéndole, seguro que estaba ya aguardando en su despacho impaciente. Hacia un buen rato que había abandonado el comedor, huyendo de la palabrería fácil de la profesora de transformaciones. Apostaría su saeta de viento, que su padre estaría tras las páginas de uno de sus voluminosos libros, mirando de vez en cuando la puerta lleno de inquietud.
Recordó su magnífica actuación con la idiota de Victoire y no pudo evitar sonreír... le debía una. Su padre era genial y le había dado su merecido a aquella imbécil, pero no podía evitar recordar su actitud como profesor: severo, serio, brusco, hasta cruel... su padre no era así, al menos con su madre y con ella. Era una faceta en él completamente nueva para ella.
Abrió la puerta sin llamar... Su padre levantó la vista de un libro de pociones avanzadas que estaba leyendo, fulminando con la mirada la puerta. Cuando comprobó que era Eileen la que estaba en el quicio de la puerta, su rostro se dulcificó y se levantó a recibirla, aunque la increpó por entrar así a su despacho. La abrazó envolviéndola con su capa, como le gustaba que le hiciera desde que era pequeña y la besó en la frente.
-¡Papá! ¡No seas empalagoso!- se quejó Eileen.
-¿Por qué eres tan arisca? No sé a quien te pereces...
Eileen rió de buena gana la broma de su padre y se puso de puntillas para besarle la mejilla de la cicatriz.
-¿Sabes algo de mamá?
-Hace una hora que no sé nada de ella.- dijo encogiéndose de hombros- ¡Ah! Te ha escrito una carta... supongo que la lechuza llegará mañana.
-¿Por qué no me dices que pone?- dijo su hija poniéndole ojitos- Seguro que ya lo sabes...
-Pero no tiene gracia si te lo cuento...
Eileen y su padre se acomodaron en un viejo y raído sofá del despacho. La chica, como si estuviese en su casa se descalzó y se tumbó apoyando su cabeza en el hombro firme de Severus.
-En realidad, no me lo cuentas porque la próxima vez que os conectéis mamá lo sabrá...
-Y me echará la bronca.- los dos rieron, Hermione enfadada, era capaz de hacer temblar al mismísimo demonio.
-Por cierto papá... gracias por defenderme en clase.
Severus acarició el pelo de su hija.
-¡Por los piojos de Merlín, hija! No tienes que darme las gracias... no voy a permitir que una mequetrefe como esa Weasley, se meta contigo...- besó su pelo y se incorporó un poco- por cierto, ya que hablas de esa pelirroja, ¿por qué te llevas tan mal con ella? Es prima de tu amiguito Potter, pensaba que os llevabais todos bien. La profesora Graham me ha dicho que desde un año atrás, os lleváis fatal.
Eileen frunció el ceño, la profesora Graham aparte de ser una plasta, era una vulgar chismosa.
-Papá... ¿No había nadie en el colegio cuando eras pequeño con el que te llevaras mal?
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No te acerques tanto a ella
FanfictionSecuela del fanfic "No te acerques tanto a mí" (Sevmione) Severus Snape vive una vida feliz y plena junto a su esposa Hermione y su única hija Eileen. Hermione está sumergida en una importante investigación de medimagia y él se gana la vida escribie...