teme al rumor de la risa,
no encuentro el motivo
que te atragantó.
escúpelo pronto, maldita sea.
cierra las puertas y espera,
ha llegado tu hora
y dudo que alguien merezca
un segundo así.Eileen Snape sintió como su gorro negro de lana que le había tejido con tanto cariño la abuela de James, se desprendía de su cabeza, cayendo con impulso hacia atrás, perdiéndolo en su carrera apresurada.
Pero le importaba una mierda.
Sus cabellos bailaban con el aire frío e incómodo que producía la inercia de la velocidad de su huida. Sentía el viento helado golpeándola con vehemencia en la cara, pero no quería parar... sólo pensaba en escabullirse de allí, alejarse de él, poner la mayor distancia que pudiera entre los dos.
Por un momento creía haberle oído gritar su nombre... pero seguro que había sido producto de una alucinación. Cómo lo había sido todos esos momentos con él, como esa milésima de segundo, aquel instante que había sido feliz porque pensaba que le gustaba a su profesor... Las imágenes de los recuerdos con él, le golpeaba sin piedad, era como recibir bofetadas. Las veces que se habían reído cuidando aquel hermoso jardín, cuando bailaron hasta cansarse, cuando se reía por sus ocurrencias, aquel abrazo mientras la consolaba, esa falsa sensación que tenía de que el profesor cuidaba de ella...
Pero sólo había sido ilusiones banales, reflejos de su propia esperanza...como él bien había dicho, sólo era una cría confundida.
Cerró los ojos con fuerza, las lágrimas le salían a borbotones, sin control, era incapaz de evitarlo por mucho que intentara recurrir a su fuerte autocontrol. Y esa opresión que sentía en el alma, parecía no querer disiparse... El dolor del rechazo, de la humillación del amor no correspondido.
Ella no era una cría. Ni estaba confundida.
Estaba enamorada de ese idiota... estaba enamorada de su profesor como una gilipollas.
Le dio todo gas a su escoba, como si volar a toda velocidad pudiera disminuir el dolor que sentía, volar... sentirse liberada de ese sufrimiento que la perseguía sin cesar, pero por muy rápido que huyese, siempre terminaba alcanzándola.
Como fuera de sí, fuera de control, hizo las más temeraria pirueta en su escoba, a la vez que entraba por una ventana a la sala común de Gryffindor. Sabía que estaba terminantemente prohibido acceder por las ventanas al castillo montado en escoba.
Pero le importaba otra mierda. Si el jefe de su casa tenía cojones que fuera a castigarla o regañarla...
Cuando sus pies posaron en suelo, arrojó con desdén la escoba al suelo, si no estuviera tan enfadada, jamás hubiera tratado su preciosa escoba así. Pero su cuerpo temblaba y no era de frío. Su dolor se estaba convirtiendo en furia, en ira contra su profesor de Herbología, que había estado a punto de besarla en los labios... y no lo había hecho.
Gritó. Gritó a viva voz con furia mientras la emprendía a patadas con todos los muebles de la puta sala común.
-Maldito seas Neville Longbottom... Eres un maldito hijo de puta.- dijo con rabia, a la vez que sus ojos lloraban de pena.
Cuando se cansó de golpear con los pies varias sillas, una mesa, y unos de los sofás cerca de la chimenea de aquella jodida sala, gritar, blasfemar e insultar al profesor, se dejó caer vencida al suelo, derrotada mientras se dejaba llevar por el llanto.
No estaba confundida, sabía lo que sentía, sabía lo que quería:
Quería a Neville Longbottom con todo su ser.
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No te acerques tanto a ella
FanfictionSecuela del fanfic "No te acerques tanto a mí" (Sevmione) Severus Snape vive una vida feliz y plena junto a su esposa Hermione y su única hija Eileen. Hermione está sumergida en una importante investigación de medimagia y él se gana la vida escribie...