Cap 35. Huracán Snape.

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Y yo esculpido en cenizas
viendo llegar un huracán que irá
disolviendo el mineral del alma.

Severus Snape se contempló un momento frente al espejo mientras abrochaba con paciencia la larga hilera de botones de su levita. Aquella noche no había dormido muy bien. Le había invadido una sensación muy extraña, como un mal presentimiento, como si percibiera que algo malo iba ocurrir. Hacía muchísimos años que no se sentía así...atrás habían quedado aquellas tediosas noches de insomnio y desesperación, cuando Voldemort aún vivía. Se había despertado numerosas veces a lo largo de la noche, sobresaltado, desvelándose, costándole muchísimo volverse a dormir y consiguiéndolo a duras penas. Pero aquella sensación no se marchaba.

Y eso le ponía de mal humor.

El mero hecho de poder volver a tener insomnio le enfurecía. No es que anduviera preocupado últimamente por algo que le hiciera tener el sueño ligero. Tenía que admitir que no le gustaba estar separado de Hermione, y que últimamente veía a Eileen muy apagada, encerrada en sí misma y deprimida...y eso le preocupaba. Le había preguntado miles de veces qué le ocurría, pero la chica contestaba incoherencias. Pero en cierta forma era normal, la fecha de los exámenes estaban ya encima y eso mantenía a los estudiantes frenéticos y nerviosos. Y cada uno era un mundo a la hora de afrontar las cosas, y Eileen se jugaba su carrera de Auror en esos exámenes.

Pero lo que le inundaba era otra clase de sensación...

Era el mismo vacío interior que siempre sentía antes de la batalla... era cómo si notara que algo iba a ocurrir. ¿Pero qué mal podría pasar? Ya estaban lejos aquellos días donde su situación era precaria, aquellos asquerosos tiempos cuando era espía y Voldemort aún los deleitaba con su presencia... ya no estaban en guerra, así que era absurdo que esa sensación se hubiera despertado en él.

Aunque rara vez sus instintos u olfato le fallaban.

Aquel sería un mal día. Lo sabía, lo presentía, lo percibía...

x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x

Eileen se dio la vuelta, liándose aún más en las suaves sábanas. La claridad de la mañana entraba por la ventana, posándose directamente en su rostro, poniéndola de mal humor.

-Un minuto más...- gruñó, tapándose la cara con la ropa de cama, huyendo de la luz del sol como si de un vampiro se tratase.

Había llegado a la torre muy entrada la madrugada, cuando sólo faltaban un par de horas para que amaneciera. Neville no había querido permanecer durante más tiempo en la sala de los menesteres, ya que ambos debían volver a sus dormitorios sin ser vistos. Eileen había protestado, no quería separarse de su novio y mucho menos después de haberle recuperado. Había insistido en permanecer un poco más, en quedarse un rato más abrazados en aquel maravilloso lugar. Pero la sensatez habló y terminó haciéndole caso al jefe de su casa. Entró en razón después de amenazarla con quitarle más puntos a Gryffindor.

Parecía que Neville le había cogido el gusto a eso de rebajar puntos despiadadamente... si al final, todos los profesores estaban cortados por un mismo patrón, haciéndoles todos iguales: unos capullos redomados.

Unos arañazos insistentes en la ventana la impedían volverse a dormir...

Eileen se levantó de la cama de un salto, poniendo sus pies desnudos en el suelo, dirigiéndose con rapidez a la ventana, claramente disgustada. Se sorprendió al ver a Cthulhu en el quicio de la ventana, mirándola suplicante con sus grandes ojos amarillos.

No te acerques tanto a ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora