Cap 38. El aire denso que respiro.

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A Felipe.

Tu hermana y yo no te olvidamos.

Cap 38. El aire denso que respiro.

Y al respirar propongo ser quien ponga el aire,Que al inhalar me traiga el mundo de esta parte.Y respirar tan fuerte que se rompa el aire,Aunque esta vez si no respiro es por no ahogarme.


Harry Potter se frotaba las manos con cierto nerviosismo, mirando fijamente la chimenea, como aguardando algo con impaciencia. Hacía un rato que había llegado a casa del trabajo, trayendo consigo una bandeja de dulces que había comprado en una pastelería muggle que le encantaba a su esposa y a Hermione. Le encantaba mimarlas y consentirlas hasta la saciedad, después de todo, ambas merecían eso y mucho más.

Para él fue una gran sorpresa encontrase a Ginny sola en casa, carcomida por los nervios... Hermione había tenido que irse a Hogwarts precipitadamente y no sabía el por qué. Si su mujer lo sabía, no le había contado nada de las razones... y algo le decía que se lo ocultaba. Sólo le había dicho que Snape había tenido un percance grave y había ido con su marido... pero no sabía de qué índole. Y eso había terminado por preocuparle. Había insistido, pero Ginny terca como ella sola, no había soltado prenda alguna.

"-Creo que es mejor que te lo cuente Hermione cuando regrese..." Le dijo su mujer después de mucho insistirle.

Sí que había tenido que ser grave y muy personal para que su esposa no quisiera siquiera contárselo.

Estaba muy preocupado. Era ya muy tarde y su amiga no había regresado aún a casa. Golpeó con insistencia el pie en el suelo, canalizando sus nervios en aquel movimiento e intentó en vano enfrascarse en la lectura del profeta. Ginny había ido a descansar un rato, ya que su estado de gestación la dejaban completamente agotada y le había dejado solo en el salón de la casa.

Suspiró y abrió el periódico por la sección de quidditch. Intentó concentrarse en la noticia sobre los ChudleyCannons, que últimamente no lograban hacerle un tanto ni al arco iris, pero nada. Leía palabras sueltas, pero era imposible recomponerlas en un texto con sentido. Su mente divagaba, sin poderse quitar de la cabeza qué le habría podido pasar a su temible ex profesor de pociones... aunque él haría una mueca sarcástica y uno de sus comentarios hirientes si se lo decía, él le consideraba de la familia... y un amigo. Jamás en la vida podría agradecerle todo lo que había hecho por él. Le tenía en gran estima, tanto que le había puesto su nombre a uno de sus hijos. Además de ser el marido de su mejor amiga... no podía negar que al principio no le había gustado un pelo aquella relación, y pensó que la haría desgraciada, pero ironías de la vida, aquel murciélago bastardo que le había amargado parte de su infancia y adolescencia, había resultado ser un marido ejemplar y un padrazo...

Sacudió el periódico para enderezarlo y finalmente lo hizo a un lado. Era inútil. Siempre había tenido problemas de atención en la lectura, cosa que no se había arreglado con los años.

Se inclinó apoyando sus brazos en sus rodillas. Si en un rato no sabía nada de Hermione o de Severus, él mismo iría a ver qué pasaba... aún arriesgo que Snape le llamase metomentodo o algo muchísimo peor.

Unas llamaradas verdes le sacaron de sus pensamientos. Su mejor amiga hacía la entrada a su salón con el rostro húmedo de lágrimas.

Algo se rompió en su pecho al contemplar a su amiga en aquel estado.

-¡¡Hermione!! ¿Qué te ocurre?- Harry se levantó del sofá a toda prisa y se apresuró ir a abrazar aquella mujer a la que amaba como una hermana.

No te acerques tanto a ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora