Cap 25. Bésame y deja de decir tonterías.

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Para mi amiga Valitos, que la quiero con toda mi alma.


Y si he de romper cadenas que me aten
a la costumbre, yo las partiré,
y si he de mover montañas que en mi mente
no me dejen verte, mi amor, las moveré.

Eileen Snape sintió la agitada y cálida respiración de su profesor de Herbología acariciándole con suavidad el cuello. No pudo evitar estremecerse ante la peligrosa cercanía de éste y del hecho que acababan de besarse en los labios con una pasión infinita... ¿Acaso estaba soñando? ¿Es posible, que de un momento a otro se despertara en su cama con el libro de su padre reposando en su pecho? ¿Puede ser que aquello sólo fuera un dulce sueño? No... aquello era real, todo aquello estaba ocurriendo, no era producto de sus deseos adolescentes, Neville rodeaba su cuerpo con sus brazos con firmeza, pero sin dejar de ser tierno estar entre ellos, podía sentir su delicado tacto...

Eileen buscó con su boca sus labios. Quería volver a sentir esa oleada de sensaciones que se habían despertado como un ciclón al ser besada por él. Quería besarle para demostrarse que estaba despierta, que aquello estaba ocurriendo en la realidad. Deseaba besarle para poder volver a sentirlo suyo, besarle era lo único que le apetecía... y se sentía con fuerzas de hacerlo durante toda la noche y seguro que no se cansaría, porque el sabor de sus jugosos labios era en lo único que podía pensar.

Comenzó a besar sus labios con delicadeza, como si fuera la primera vez que se tocaban. Neville no dudó en responderle al beso, despacio, tierno, jugoso, delicioso... Su mano se aventuró a acariciar aquella sedosa y larga melena azabache que se desparramaba por sus hombros con la que tanto llevaba soñando. Podía sentir su respiración, sus manos aferradas con energía a su espalda, el dulce sabor de sus labios... sus labios entrelazándose, cada vez con más brío, con más afán. Sus respiraciones cada vez se hicieron más violentas, agitadas, hasta que la chica comenzó a empujarle a causa de su pasión incontrolada. Sin poderlo evitar, sin importarle mucho la torpeza a la que siempre hacía gala y sin poner mucho empeño en hacerlo, Neville tropezó con el sofá cayendo al suelo enmoquetado de la habitación, con Eileen entre sus brazos, tropezándose y cayéndose encima de él, aterrizando sobre el cuerpo de él.

No pudieron evitar reír.

-Al menos esta vez he caído yo encima...- dijo Eileen con una gran sonrisa mientras se estremecía de volver a sentir el cuerpo de su profesor tan cerca al suyo.

Se miraron a los ojos con intensidad, sin decirse nada... pero diciéndoselo todo, como aquella vez cuando Neville la sorprendió con Ted Lupin.

A veces las palabras no pueden expresar lo que sentimos.

Neville acercó su rostro al de ella.

Volvieron a fundirse en un beso, ya sin reticencias... dejando a un lado las inseguridades, la culpa, las aprensiones, los prejuicios... Se besaban, se daban pequeños mordiscos, succionando, lamiendo. Neville rodó poniéndose encima de ella, acariciándole el rostro con ternura, perdiéndose en esos ojos profundos. Acariciándola con delicadeza, como si su vida dependiera de ello... Eileen era lo que más deseaba en el mundo.

Pudo sentir las manos de la chica escabulléndose con el sigilo de una serpiente por debajo de su jersey y su camisa, sus dedos acariciaron directamente la piel de su espalda, con paciencia y delicadeza. Los finos dedos de Eileen le ardían en el paso de su piel, como si grabara caminos en ella. Su cuerpo comenzaba a encenderse... su frágil cuerpo bajo él, su mano sobre su piel, sus besos, sus ojos infinitos... Podía sentir como su sangre comenzaba a hervirle en las venas, su contacto se estaba volviendo sofocante...

No te acerques tanto a ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora