Y ahora que tu mente me pertenece
jamás podrás volver a huir.
Ahora que ese muro desaparece,
tu nombre volverá a mí.Eileen Snape levantó la cabecita de sus deberes de transformaciones para llamar a su madre, que se había ofrecido ayudarla con su tediosa tarea. Pero en ese instante se hallaba ensimismada con su padre, ambos inclinados poniendo toda su atención en el contenido de un caldero de plata, mientras susurraban algo técnico que no entendía, ni se preocupaba en entender. Llevaban enfrascados en la preparación de esa poción un par de días, que vigilaban estrechamente, en la que volcaban todos sus esfuerzos, a la que aún le quedaba cinco días más de cocción.
Aquello le había venido a ella de perlas, ya que mientras sus padres se hallaban entretenidos en la preparación de aquel brebaje, e investigando entre voluminosos libros de pociones, medimagia y medicina muggle, eso le daba margen y libertad para poder escabullirse con cierta facilidad y buscar la compañía que más deseaba entre los muros de aquel jodido colegio: Neville.
Era la ventaja de tener a dos empollones como padres.
Lo que aún no le sorprendía, era cómo habían logrado convencer a la directora McGonnagall para realizar semejante experimento en el interior de aquel castillo. Su madre se encerró con ella una tarde entera en el despacho de la directora, dándole una pequeña conferencia de sus recientes descubrimientos en la medimagia, en la que McGonnagall había demostrado cierto interés. Antes de dar una respuesta a su madre, se reunió con los cuatros jefes de las distintas casas, pidiéndoles su sincera opinión, aunque ya debía saber que el jefe de Slytherin defendería una postura positiva a la propuesta de la Dra. Snape. Lo que más sorprendió fue que el jefe de Gryffindor se puso de parte de su padre y de su madre casi sin dudarlo, mostrándose a favor que aquel experimento diera lugar y añadiendo que confiaba plenamente en Hermione. Aquello pareció terminar de convencer a la directora, ya que tenía en muy alta estima los criterios del siempre prudente profesor de herbología.
Y la profesora Graham, que a nadie le había pedido opinión ni estaba invitada a la reunión, llevaba desde entonces enfurruñada desde que le comunicaron las intenciones de su madre.
-¡Mamaaaaaá!- gritó Eileen molesta, ya que su madre no hacía ningún amago de atención.
-Tu hija te reclama.-siseó Severus con una sonrisa, levantando la vista del caldero, mirando a su mujer.
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Hermione se volvió con una gran sonrisa y se sentó al lado de su hija, escuchando con atención sus dificultades para terminar la tarea. Y armándose de paciencia, comenzó a explicarle la duda de Eileen. Después de haber pasado toda su adolescencia ayudándole a realizar las tareas a Ron, aclararle las dudas a Eileen era una delicia, ya que lo cogía todo a la primera sin muchas dificultades.
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La noche se había echado encima, traicionera y sigilosa. Cuando estaba inmensa en la compañía de su marido y su hija casi no se percataba del paso del tiempo. Después de cenar, Hermione insistió en acompañar a su hija a su sala común de Gryffindor. No le gustaba en absoluto la idea de que merodeara de noche por aquellos oscuros pasillos y a pesar de las enérgicas protestas de esta, las había ignorado completamente y la había escoltado hasta el mismísimo retrato de la mujer gorda.
Eileen le estuvo reprochando durante todo el camino y llamándola cansina.
-¿Te aburres verdad?- preguntó Hermione, acariciando el pelo de su hija que tanto le gustaba.
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No te acerques tanto a ella
FanficSecuela del fanfic "No te acerques tanto a mí" (Sevmione) Severus Snape vive una vida feliz y plena junto a su esposa Hermione y su única hija Eileen. Hermione está sumergida en una importante investigación de medimagia y él se gana la vida escribie...