Cap 34. Ahora, tendrás que escucharme.

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A veces pienso que estás tan cerca
y estás tan lejos de mí
sólo deseo que estés conmigo
y que tus besos sean sólo sueños
que nunca tengan fin.

Eileen yacía completamente desnuda, en la cama del profesor Longbottom. Aquella noche, había podido colarse a su dormitorio a través de su ventana, ya que la directora le había absuelto pronto de sus tareas eventuales. Sentía una paz creciente en su interior, que siempre la acompañaba cuando permanecía a su lado. Ese hombre le trasmitía una increíble tranquilidad, un equilibrio interior... era como contemplar un océano en calma al atardecer, cuando las luces del ocaso tiñen de naranja el cielo y el agua parece plata líquida. Neville le daba ese sosiego que alimentaba su alma. Estar con Neville, sentirle, tocarle, besarle... era lo único que le apetecía hacer en la vida. Era su única aspiración, el sentirse amada entre sus brazos, ya no deseaba nada más.

-¿Se puede saber qué haces?- preguntó divertida, intentando incorporándose en la cama, ya que estaba bocabajo y podía sentirle sobre su espalda. Pero las manos suaves de su profesor evitaron que se incorporara, haciéndola tenderse otra vez en el colchón.

-Nada... yo no hago nada.- dijo inocentemente el jefe de la casa Gryffindor, mientras sentía unos de sus dedos surcando el recorrido de su espina dorsal, provocando en ella una fuerte agitación. Sus dedos recorriendo su espalda, era algo que le ponía cada vello de su piel de punta.

-¿Nada?- dijo la chica riéndose por las cosquillas- Llevas un rato hurgándome en la espalda y el señor dice que no hace nada...

-Eres muy curiosa...- susurró, comenzando a besar su espalda, succionando con sus labios un poco de piel. Su cuerpo se estremeció sin control de la cabeza hasta la punta de los pies.- Sólo cuento tus lunares.

-¿Mis lunares?- preguntó la chica aún incrédula. A veces Neville, la dejaba completamente fuera de lugar.

-Sí... quiero saber cuántos tienes... y ahora me has hecho perder la cuenta. Tendré que comenzar de nuevo...

Eileen notó cómo el profesor comenzaba a besar cada uno de sus lunares de su espalda.

-Uno... dos... tres...

-Mi madre dice que son imperfecciones de la piel.-dijo de repente, completamente espontánea, cómo sólo sabía ser ella.

-Tú no tienes nada imperfecto, Elle... Sólo hay que mirarte para darse cuenta de ello.- dijo con verdadera devoción- me vuelves loco con ese cuerpo de buscadora de quidditch que tienes... ¡Ya he vuelto a perderme!-se quejó.

Y comenzó una vez más, a besar cada lunar de su piel.

Eileen Snape sacudió de un lado a otro su cabeza, intentando alejar de su mente todos esos recuerdos que la atormentaban. Su cabeza la traicionaba una y otra vez, sin piedad, sacando del baúl de sus recuerdos momentos como ése con el profesor. Además, se hallaba en un lugar que ya estaba completamente vinculado a él, así que el recuerdo de Neville, estaba acechándola en cada rincón del local.

Había llevado a James, Andy, Mariam, Lien y al resto de sus amigos de Hufflepuff a la discoteca muggle donde había estado con su profesor en navidad, aquella noche que se escabulló del colegio como un ladronzuelo para estar con ella... era increíble la cantidad de veces que Neville se había arriesgado sólo para estar con ella.

No puedo sacármelo de la cabeza. Es una maldita obsesión.

Bebió un sorbito de su vaso, que contenía ron con coca cola, lo mismo que había bebido aquella noche con él. Sonrió levemente al recordarlo. Aquella noche habían cogido una buena borrachera ambos... Neville había estado tan gracioso, tan a gusto con ella. Lo pasaron tan bien...

No te acerques tanto a ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora