Cap 11. La venganza se guarda en tarros pequeños.

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Severus Snape caminó con paso decidido a su despacho. La boca la tenía seca, tenía sed, sed de venganza. Aquella niñata se había salido al final con la suya. Sabía que su hija decía la verdad, confiaba en ella plenamente, no le hacía falta usar legemancia para saberlo. La ira crecía en su interior a pasos agigantados. Desde su época como doble agente en la guerra, no se sentía tan furibundo, tan hastiado. Entró con violencia en el interior de su despacho, pegando un fuerte portazo y dando vueltas en el, como una fiera enjaulada. Ganas no le faltaban de volver al comedor a terminar la tarea que había comenzado su hija...

Sintió una calidez repentina en su interior. Su mujer le llamaba.

Cerró los ojos y acarició su alianza de casado con ternura infinita. Hermione, la presencia de su mujer es lo que le hacía falta. Notó como su mujer se conectaba a él, enterándose de los últimos acontecimientos. Él en cambio, pudo ver la tranquilidad de su primer día de trabajo en el hospital mágico de París...

<<-Me haré un tambor con su piel. Te lo juro por Merlín, cariño.- comenzó a decirle a su mujer- Maldita niñata de mierda, sé que Eileen dice la verdad. La cogeré del pelo y la arrastraré por todo el comedor. ¡Tenía que haber usado la legeremancia con esa mequetrefe!>>

Hermione sonrió, su marido no cabía en sí de furia. Ella estaba muy enfadada también, pero desde allí no podía hacer nada, por desgracia.

<<-Cariño tranquilízate. No puedes hacer eso... >>

<<-Le lanzaré un sectumsempra y un crucio. ¡Maldita niñata asquerosa!>>

Hermione suspiró. Sabía que no lo decía en serio, cuando su marido se enfadaba, solía decir barbaridades de ese tipo.

<<-Lo que aún no me explico es dónde ha aprendido Eileen ese hechizo... pero Severus, no puedes hacer eso, te mandarán a Azkaban... no hagas una locura. >>

<<-¡Por Merlín Hermione! ¡Es nuestra hija! ¿Acaso no te duele?>>

<<-Parece mentira cariño, que estemos conectados y cuando estás enfadado no veas más allá de tus sentimientos. Claro que me duele... Tú y Eileen es lo que más me importa en este mundo. Pero por Merlín Snape, eres un Slytherin...>>

<<-¿Y qué quieres decirme con eso?>>

<<-¿Vuestro fuerte no era la astucia?>>

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El profesor Neville Longbottom apoyó su mejilla en una mano pensativo. Su hambre se había esfumado, así que aquella mañana prescindiría de volver a bajar al comedor a desayunar, lo que acababa de ocurrir era tan grave, que lo extraño sería que conservara aún su apetito.

No podía parar de pensar en qué habría ocurrido si James no hubiera ido a buscarle...

La reacción de Eileen había sido de todo menos sensato, pero sólo era una niña enfadada defendiendo a su padre, no se había parado a pensar en las consecuencias de sus actos. Ella siempre había sido una alumna muy respetuosa con sus compañeros, además sabía de buena tinta que solía defender a chicos menores que ella. Pero lo que le preocupaba era Victoire y las demás, que iban a salirse con la suya. Él sabía que habían colgado ese cartel en la pared. Creía a Eileen, pero por más que se devanara los sesos, no daba con una solución.

Aquellas chicas lo negarían siempre y su falta quedaría impune...

Se levantó de su asiento decaído. Aquel año escolar se estaba planteando de los más complicados en su vida como docente. Y Severus Snape seguro que no le facilitaría su labor.

No te acerques tanto a ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora