Descubrir el aroma de la flor cuando se abre
quisiera acercarme un poco a tí
para que comprendas que mi mundo es tu mundoEileen Snape se volvió bruscamente hacia su profesor, que entraba por el hueco que había dejado abierto el hechizo, cerrándose a sus espaldas. No podía disimular su sorpresa... por mucho que se exprimió la cabeza pensando qué podría esconder allí su profesor, jamás se le había pasado por la mente algo así...
Aquel era un bonito y mimado jardín.
-¡Profesor! ¡Qué hermoso jardín!- exclamó entusiasmada mientras entrelazaba los dedos dando una suave palmada.
Sintió como la sangre acudía escandalosamente a sus mejillas. ¿Había sido su impresión o ella acababa de pronunciar semejante cursilería? Si su padre la hubiera escuchado, seguro que hubiera levantado sarcásticamente una de sus cejas y James se estaría riendo de ella hasta que acabase el curso.
El jefe de la casa Gryffindor dejó asomar a las comisuras de sus labios, una leve sonrisa.
-Yo también creo que es bonito...- dijo Longbottom parándose a su lado.
Eileen escrutó con la mirada la superficie de aquel magnífico lugar. Ahora lo veía claro. ¿Cómo no lo había sospechado antes? Esa sencillez, esa pasión por las pequeñas cosas... la belleza que escondía un pequeño jardín de hermosas plantas, sólo podía apreciarlo alguien como su profesor de Herbología. Sólo alguien sencillo, sensible y bondadoso como el jefe de la casa Gryffindor podría ocultar un secreto así. Recordó la contraseña que dejaba paso a través del hechizo protector. No pudo evitar sentir una pizca de celos y rabia al pensar en ello. Quizás un poco absurdos por su parte, pero no podía evitarlo. La amiga de su madre jamás se enteraría de la suerte que tenía al tener a semejante hombre rendido a sus pies, tan enamorado, que había puesto su nombre a un jardín... a su jardín secreto y que ella nunca lo sabría. ¿Qué más cosas ocultaba el profesor Longbottom? Sin percatarse mucho de lo que hacía y ensimismada en sus propios pensamientos, estaba mirando fijamente a su profesor, clavándole sus ojos color miel.
Neville se sintió observado con atención, sorprendiendo a Eileen. No pudo evitar sentirse un tanto incómodo bajo aquella mirada fija e intensa que le estaba dedicando la chica.
Se aclaró con suavidad la garganta y se adelantó unos pasos, rompiendo el contacto visual con Eileen. Se estaba comportando de una forma un tanto ridícula, pero no podía evitarlo, no estaba bien... No quería perderse en esos pensamientos delirantes que le torturaban hacía días, no quería hacerlo... no debía hacerlo. Desde que la había visto besarse con Ted Lupin, había experimentado en él unos sentimientos cambiantes hacia ella... como si se hubiera dado cuenta de algo, como si hubiera despertado de un sueño aturdidor. Era ridículo y una locura, pero ya estaba totalmente seguro que sentía algo especial por esa chica aparte del cariño que siempre le había procesado, aunque no estuviera muy seguro del qué.
O al menos, no quería ponerle nombre aún.
Eileen Snape había irrumpido en su mente como una obsesión enfermiza... eso es lo que le ocurría. Estaba enfermo, gravemente enfermo. Sus sentimientos estaban confundidos, había dentro de su cabeza algo que no marchaba bien. Ella era su alumna, una de sus favoritas, sí, pero su alumna. Y encima, hija de Hermione, una de sus amigas de la infancia, con la que aún conservaba estrechos lazos de amistad. Había visto a Eileen de Bebé... la había acunado en sus brazos cuando sólo era una tierna infante, la había visto crecer... Y además era hija de unos de los hombres que más había detestado en su vida, e incluso muchos de sus gestos, le recordaban irremediablemente a él.
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No te acerques tanto a ella
FanfictionSecuela del fanfic "No te acerques tanto a mí" (Sevmione) Severus Snape vive una vida feliz y plena junto a su esposa Hermione y su única hija Eileen. Hermione está sumergida en una importante investigación de medimagia y él se gana la vida escribie...